Ruta por Montenegro de 8 días por libre. Guía completa

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Montenegro es una de las más agradables sorpresas viajeras que nos hemos encontrado. Este pequeño país balcánico es una perfecta compilación de naturaleza, patrimonio e increíbles paisajes costeros. Es relativamente barato. De momento no demasiado masificado. Y a todo esto se le suma la hospitalidad de sus gentes. Esta es la guía que os hemos preparado con nuestra ruta por Montenegro de 8 días por libre con los mejores consejos para aprovechar al máximo tu estancia.


Descender por la serpenteante carretera que comunica el Parque Nacional Lovćen con la archiconocida bahía de Kotor justifica con creces un viaje a Montenegro. Es absolutamente memorable. Sobrecogedor. Pero no nos adelantemos. Todo a su tiempo. Porque Montenegro es mucho más que Kotor. Es un país pequeño, pero matón. Enclavado en una frontera imaginaria entre Oriente y Occidente donde se mezclan iglesias católicas, con ortodoxas y mezquitas. Y todo ello en una orografía de lo más fotogénica que da como resultado parques nacionales como el de Durmitor que parece trasladarnos a Canadá. Sin embargo, Montenegro también es litoral y excelentes playas. Sus 300 kilómetros de costa dan para mucho.

Elegimos un mes de julio para realizar esta ruta por Montenegro de 8 días por libre. La experiencia fue inmejorable. Y como pasó en el caso de Albania, si tenemos que elegir nos quedamos también con el interior antes que con la costa.

Parque Nacional Durmitor
Parque Nacional Durmitor

Consejos prácticos para hacer una ruta por Montenegro

A la hora de planificar un viaje por Montenegro por libre hay que pararse a repasar esta serie de consejos y recomendaciones fundamentales.

Documentación necesaria

Aunque Montenegro es un país que no pertenece a la Unión Europea, los viajeros españoles necesitan únicamente el DNI en vigor para acceder al país siempre que sean estancias inferiores a 90 días.

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Aunque no existe acuerdo entre España y Montenegro para el reconocimiento de los permisos de conducir, el país sí adepta el carné español por lo que no es necesario obtener el internacional.

Cómo llegar a Montenegro

Aunque el pequeño país balcánico cuenta con dos pequeños aeropuertos internacionales en Podgorica y Tivat, la mayoría de las personas que quieren hacer un viaje a Montenegro optan por volar a la ciudad croata de Dubrovnik. En primer lugar porque las conexiones con España son muy numerosas y a precios relativamente ajustados. Nosotros volamos con Iberia en el mes de julio a algo menos de 300 euros los billetes ida y vuelta. Y en segundo lugar, porque entre el aeropuerto de Dubrovnik y la frontera con Montenegro solo hay 17 kilómetros. Eso sí, hay que contar con soportar una espera de al menos media hora en el puesto fronterizo donde es necesario mostrar el DNI.

Seguro de viaje

En los tiempos que corren es imprescindible viajar con seguro siempre que se ponga un pie fuera de España. Es la garantía de que cualquier problema (enfermedad, pérdida de equipaje, robos, retrasos…) esté cubierta. Una pequeña inversión que se convierte en fundamental cuando nos enfrentamos a alguno de estos problemas. Para nuestro viaje a Montenegro contratamos el seguro de viaje de IATI, compañía en la que siempre confiamos. Nos decantamos por la póliza estándar, pero puede ser suficiente con la básica. En este enlace puedes contratarlo beneficiándote de un 5% de descuento por ser nuestro lector.

Conexión a internet

Montenegro no forma parte de la lista de países donde está habilitado el ‘roaming’ por lo que hay que buscar una alternativa para tener conexión a internet. Nosotros contratamos una tarjeta eSIM de 6GB de Holafly. Es muy fácil de instalar en el móvil a través de un código QR y de esta forma no hay que esperar a que llegue a casa una tarjeta física. El servicio que nos dio fue excelente y por eso repetimos un año después en Albania.

Holafly en Montenegro
Holafly en Montenegro

Puedes contratar tu eSIM de Holafly para viajar a Montenegro beneficiándote de un descuento del 5% por ser nuestro lector.

Alquilar coche

Dado que para hacer esta ruta por Montenegro volamos a la ciudad croata de Dubrovnik, fue en este aeropuerto donde alquilamos el vehículo. Un Opel Corsa de la empresa Sixt, con la que siempre hemos tenido buenas experiencias.

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Conducir en Montenegro no es complicado aunque su red de carreteras secundarias puede dejar algo que desear en algunos puntos. Los montenegrinos conducen a la italiana, de forma un tanto imprudente. No hay que dejar contagiarse por ese estilo y prestar mucha atención en cruces aunque se tenga la preferencia.

¿Hay que cambiar moneda en Montenegro?

Aunque Montenegro no está en la Unión Europea ni tampoco pertenece a la Eurozona, ha adoptado de manera unilateral el euro como moneda oficial. Todo un alivio para los que viajamos a este país que no tenemos necesidad de andar con los siempre molestos cambios de moneda. Además los precios son más baratos que en España, especialmente en el interior. 

Herceg Novi
Herceg Novi

La ruta por Montenegro por libre en 8 días más completa

Después de repasar brevemente los consejos imprescindibles para viajar a Montenegro es el momento de entrar en harina. Vamos a repasar día a día nuestra ruta por Montenegro para que puedas planificar tu viaje con todo lujo de detalle. Aunque obviamente quedaron cosas en el tintero y nos hubiera gustado estar más días en parajes que nos cautivaron como el Parque Nacional Durmitor, creemos que hicimos un itinerario muy completo optimizando el tiempo y los desplazamientos.

Día 1. Llegada a Dubrovnik, entrada en Montenegro y noche en Durmitor

Como hemos apuntado en los consejos, nuestra ruta por Montenegro comenzó en el país vecino de Croacia, más concretamente en la ciudad de Dubrovnik. Su aeropuerto está a poco más de media hora de la frontera, por lo que resulta una opción de lo más viable. Volamos con Iberia en un avión que partió de Madrid a las 8:30 horas y aterrizó en Dubrovnik tres horas más tarde. Tras coger el coche de alquiler, tocaba emprender un largo viaje de tres horas y media hasta el primer destino en Montenegro, el Parque Nacional Durmitor. No cabe duda de que fue una paliza, pero preferimos asumirla al principio, ya que el resto de atractivos del país están en la costa y no requieren desplazamientos tan largos.

El viaje se hizo muy cómodo. Teníamos miedo de que en la frontera entre Croacia y Montenegro hubiera una cola que lastrara por completo los tiempos previstos del viaje. Afortunadamente no fue así. Mostramos nuestro DNI y pasamos de forma rápida.

Uno de los grandes atractivos fue bordear durante un puñado de kilómetros la bahía de Kotor. Aunque el plato fuerte de esta ruta por Montenegro lo dejamos para los últimos días, era imposible no parar en algunos de los miradores improvisados al pie de la carretera. Eso sí, el sol era abrasador y las temperaturas superaban los 40 grados. Un absoluto contraste con lo que nos íbamos a encontrar en Durmitor.

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Parada con vistas en la bahía de Kotor
Parada con vistas en la bahía de Kotor

Casi a mitad de camino tuvimos el primer contacto con la interesante gastronomía montenegrina. Al pie de la carretera P11, en la localidad de Nikšić, paramos en el restaurante Stara Kuca. Muy recomendable. En su amplia terraza y pagando 22 euros por persona (hay que dejar normalmente un 10% de propina), degustamos un rico ‘goulash’ (no lo habíamos vuelto a probar desde nuestro viaje a Budapest); uno de los platos más populares de Montenegro, ćevapi’ (una mezcla entre salchichas y albóndigas de carne picada que se cocinan a la brasa) y una carne de cerdo. Cada ración venía acompañada de patatas fritas de las de verdad. El postre nos encantó, un ‘pancake’ con crema de avellanas y galleta molida.

Cevapi del restaurante Nikšić.
Cevapi del restaurante Nikšić.

Después de comer volvimos a parar en otro mirador junto a la carretera, esta vez para contemplar el bonito lago Slano. La temperatura comenzaba a bajar y la altitud a subir. Con un frescor que era puro bálsamo, llegamos por la tarde a Žabljak, capital del municipio del mismo nombre y el mejor lugar para recorrer el Parque Nacional Durmitor.

Mirador del lago Slano
Mirador del lago Slano
Nuestra habitación en Apartments Peaks
Nuestra habitación en Apartments Peaks

Apuntar que nuestra idea inicial era haber pasado tres noches en Durmitor. Pero un error de cálculo las redujo a dos. Pensábamos que el vuelo salía un día antes y perdimos una jornada de reserva. Una pena porque como decimos, es un lugar en el que merece la pena dedicarle más tiempo. Para la primera noche en Žabljak nos decantamos por Apartments Peaks, un modesto y coqueto alojamiento ubicado en una casa de madera muy cerca del centro. El trato de su propietario fue magnífico y la habitación estaba reformada y equipada con una pequeña cocina con nevera. Llegamos a última hora de la tarde y solo nos dio tiempo a dar un pequeño paseo, comer algo en un puesto callejero y coger la cama pronto para descansar del largo viaje.

👉 Los mejores alojamientos en Durmitor

Día 2. Ruta de los lagos de Durmitor, subida al pico Curevac y primer contacto con el Tara

Después de haber recuperado fuerzas, tocaba empezar por todo lo alto nuestra ruta por Montenegro. Junto al hechizo de Kotor, Durmitor fue el lugar que más nos cautivó. Un paisaje que parece traído de Canadá, con un lago hipnótico como es el Crno Jezero (Lago Negro) reflejando en sus aguas los abetos que lo rodean. Y todo ello con una temperatura de lo más agradable en verano y un ambiente alejado de cualquier masificación ya que la mayoría de las personas que vimos eran turistas montenegrinos.

Pero vayamos por partes. Como íbamos a pasar toda la mañana, compramos algo de comida en el supermercado VOLI de Žabljak. Justo enfrente hay un aparcamiento donde dejamos el coche. Desde allí iniciamos la ruta de senderismo de los lagos de Durmitor.

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Mencionar que Žabljak es una pequeña población algo desordenada y sin demasiado interés repleta de apartamentos, hoteles y restaurantes enclavados en casas recubiertas de madera al más puro estilo de la montaña.

Paisaje del Parque Nacional Durmitor
Paisaje del Parque Nacional Durmitor

Los que se quieran ahorrar los primeros metros de caminata pueden dejar el coche más adelante, junto al acceso al Parque Nacional. El precio de la entrada es de 3 euros por persona. 700 metros después aparece imponente el Crno Jezero (Lago Negro). Nosotros hicimos una ruta de un total de 17 kilómetros que bordea este lago, toma altura para alcanzar el pequeño lago Zminje y regresa tras una parada en el lago Barno, que en los meses de verano suele estar casi seco. Los senderos están perfectamente señalizados y habilitados.

Lago Negro de Durmitor
Lago Negro de Durmitor

Resulta muy placentero reponer fuerzas al final de la ruta en alguno de los bancos y merenderos ubicados en el entorno del Lago Negro. 

Tras la ruta volvimos al lugar donde habíamos dejado el coche para hacer el ‘check-in’ en el hotel Pavlović, también ubicado en Žabljak, pero en este caso a las afueras. Os preguntaréis cuál es la razón de que reserváramos dos alojamientos diferentes en la misma ciudad. Simplemente porque Apartments Peaks no tenía más disponibilidad y no queríamos renunciar a pasar un día más en Durmitor. El hotel Pavlović, es una opción también muy interesante. Un alojamiento sin grandes lujos, peor cómodo y espacioso.

Hotel Pavlović
Hotel Pavlović

La tarde estuvo muy bien aprovechada. En primer lugar nos desplazamos en el coche hasta el mirador del pico Ćurevac. Desde allí se aprecia el inmenso cañón que forma el río Tara que es, junto con el Lago Negro, el principal atractivo que ver en Durmitor. El mirador está a veinte minutos en coche del centro de Žabljak. Eso sí, gran parte del viaje se hace por una carretera muy estrecha. Existe un aparcamiento en el que dejar el vehículo para desde allí iniciar una caminata de unos 2,5 kilómetros entre rocas calizas y abetos. Junto al parking hay otra cabina de acceso al Parque Nacional. Si ya habéis visitado el Lago Negro, os servirá la misma entrada (importante guardarla), sino tendréis que pagar los 3 euros. Para no tener que pasar por caja dos veces es recomendable por tanto acudir al Lago Negro y al pico Ćurevac el mismo día.

Pico Ćurevac
Pico Ćurevac

Las vistas son formidables. Ante nuestros ojos se abre un inmenso socavón de nada menos que 1.300 metros, lo que lo que convierte al cañón del Tara en uno de los más profundos del mundo. La roca caliza se abre en dos para dejar paso al azulado río. Furibundo en los meses del deshielo, pero calmado y dócil en verano y otoño.

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Puente sobre el río Tara
Puente sobre el río Tara

Todavía tuvimos tiempo para visitar otro de los grandes atractivos de esta ruta por Montenegro. Se trata del puente del río Tara (Đurđevića Tara). Regresamos por tanto a Žabljak y emprendimos un viaje de unos 25 minutos en coche. Además de la belleza natural del enclave, estamos ante un lugar muy simbólico en Montenegro. El puente original fue demolido por el ingeniero que los construyó, Lazar Jaukovic. El motivo fue evitar que las tropas nazis e italianas pasaran por allí durante la II Guerra Mundial. Jaukovic fue ejecutado por los soldados de Musollini, por lo que la segunda versión de este puente sirvió de homenaje al héroe montenegrino.

Tirolina junto al puente sobre el río Tara
Tirolina junto al puente sobre el río Tara

Junto al puente o hay numerosos bares y tiendas de recuerdos en un ambiente un tanto artificial y demasiado turístico. Precisamente en este punto se encuentran las tirolinas que atraviesan al cañón del Tara. Una forma totalmente diferente de contemplar los magnéticos paisajes de Durmitor. Nosotros hicimos la tirolina de un kilómetro de ‘Zip Lane’, inconfundible por sus colores amarillos y las agradables empleadas que te abordan si aparcas antes de atravesar el río Tara. Su precio es de 20 euros por persona más 10 euros si quieres que te manden a tu correo una decena de fotos. Pagamos la novatada porque, atravesando el puente a mano izquierda, se encuentra ‘Red Rock Zipline’, más barata y también igual de vertiginosa. Una vez en el extremo opuesto, un transfer te devuelve al punto de origen. Después de hacer canopy en Costa Rica, lo del Tara fue visto y no visto, pero es espectacular y merece la pena.

Monasterio de Dobrilovina
Monasterio de Dobrilovina

Antes de anochecer quedaba tiempo para una última visita. Seguimos por la carretera P4 dirección sur en uno de los viajes en coche más apasionantes y bellos que se pueden hacer en Europa. Una carretera con buen firme y aceptable anchura se desliza en paralelo al río Tara dejándonos panorámicas para el recuerdo. La vía está excavada en la propia roca al más puro estilo del Cares, pero a lo grande. Una sucesión de túneles salvan los puntos más complicados. La única pega es que no existe ningún mirador que permita asomarnos al curso del río Tara. Además del atractivo de circular por esta carretera, otro aliciente es llegar hasta el Monasterio de Dobrilovina. Se trata de un lugar que rebosa paz y sosiego. En mitad de un paisaje idílico de montañas cubiertas de abetos y el curso del río Tara se levanta este pequeño templo ortodoxo que cuenta en su interior con frescos dedicados a San Jorge. Junto a la iglesia hay una casa tipo chalé que hace las veces de monasterio donde habitan las monjas, aunque nosotros no vimos a ninguna. Solo a sus perros y gatos que nos saludaron alegres a nuestra llegada.

Cicvara del restaurante Podgora
Cicvara del restaurante Podgora

Finalizamos la jornada con una rica cena en el restaurante Podgora de Žabljak (22 euros los dos). Comimos por un lado un plato de carne de ternera con champiñones y salsa roquefort. La carne deliciosa, elaborada a la brasa y al punto. La sorpresa fue el ‘cicvara’, un plato elaborado con queso y pasta de maíz. Contundente pero con muy buen sabor.

Día 3. Rafting en el río Tara, monasterio de Ostrog, Podgorica y noche en el lago Skadar

Tercera jornada en esta ruta por Montenegro en la que nos despedimos a lo grande del Parque Nacional Durmitor. Tuvimos la oportunidad de hacer rafting en el río Tara gracias a esta actividad organizada. Una experiencia altamente recomendable que es una de las más populares en la zona. También se puede contratar con desplazamiento desde Kotor o incluso desde Budva.

Rafting en el río Tara
Rafting en el río Tara

Hacer rafting en el río Tara en los meses de verano es de lo más fácil. Fue más intenso hacerlo por el Miño en Melgaço, por ejemplo. No hay demasiados rápidos y la navegación es cómoda. Pero esa falta de emociones fuertes (que hace que esté indicada para todos los públicos) se compensa con la belleza apabullante del cañón del río 

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La actividad ocupa toda la mañana e incluye tres horas de navegación por el río Tara pasando debajo de su puente y el almuerzo.

Después del rafting tocaba ponerse en marcha para alcanzar el siguiente destino de esta ruta por Montenegro. Nos esperaban casi tres horas en carretera para llegar a Rijeka Crnojevića, la localidad desde al que visitamos el lago Skadar. Pero de camino hicimos dos paradas imprescindibles. La primera, el monasterio de Ostrog.

Monasterio de Ostrog
Monasterio de Ostrog

Nos despedimos de las suaves temperaturas de Durmitor para meternos de lleno en la auténtica caldera que son algunas zonas del país en pleno verano. Una de ellas es este monasterio adherido casi de forma milagrosa a una pared rocosa a 900 metros de altitud sobre el valle del Zeta. Es lugar de peregrinaje más importante para los cristianos ortodoxos de Montenegro, por eso es normal ver a decenas de vehículos ascendiendo por la estrecha y empinada carretera que llega hasta el monasterio superior. Antes hicimos una parada en el inferior (Donji manastir) donde admirar los frescos de la iglesia de la Santísima Trinidad y refrescarnos con las aguas que manan de un manantial que hay un su parte posterior.

Una vez en el monasterio principal, recorrimos de forma gratuita sus estancias hasta llegar a la parte superior donde se encuentran unos coloridos frescos del siglo XVI. Es normal que los devotos salgan de cada una de las puertas de espaldas y besen sus dinteles.

Para acudir al monasterio de Ostrog hay que desviarse solo unos kilómetros. Deshicimos lo andando rumbo a la siguiente parada intermedia, la capital de Montenegro.

Catedral de Podgorica
Catedral de Podgorica

Pogdorica es una ciudad destartalada y un tanto desconcertante. Es de comprender ya que ha sido reconstruida en numerosas ocasiones y ha pertenecido a romanos, turcos, austro húngaros… Como disponíamos de poco tiempo nos limitamos a ver la Catedral de la Resurrección de Cristo donde impresionan los frescos del interior, fastuosos y polémicos. También visitamos la zona del río Moraca que cuenta con una pequeña zona de baño, los restos de la antigua muralla, el puente del Milenio y otro pequeño puente de piedra.

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Mirador del lago Skadar
Mirador del lago Skadar

Nos quedaban apenas 40 minutos de viaje para alcanzar nuestro destino, el lago Skadar. Esta masa de agua interior, la mayor de los Balcanes, tiene forma de delfín. La cabeza está en Albania (la visitamos desde Shkodër durante nuestra ruta por Albania), mientras dos tercios del cuerpo están en Montenegro. Rijeka Crnojevića está justo en la cola, y el viaje desde Pogdorica regala algunas bonitas vistas de los meandros que forma en este punto. Hay uno especialmente fotogénico que cuenta con un mirador (Pavlova Strana Viewpoint) donde captamos una de imágenes más icónicas de esta ruta por Montenegro al atardecer.

Hotel S Family Jovicevic
Hotel S Family Jovicevic

En Rijeka Crnojevića nos alojamos en el hotel S Family Jovicevic, un coqueto alojamiento pegado al río que posee un restaurante con terraza donde pudimos degustar los pescados frescos que se obtienen en el lago. Además nos sirvieron un desayuno al día siguiente de categoría. Muy recomendable. Tocaba descansar después de la intensa jornada para descubrir al día siguiente el lago Skadar.

👉 Los mejores alojamientos en el lago Skadar

Día 4. Lago Skadar y Stari Bar y noche en Bar

El lago Skadar fue una de las decepciones de esta ruta por Montenegro. El sofocante calor que sufrimos durante esta cuarta jornada nos impidió disfrutar de un enclave natural que seguramente incremente su interés en cualquier otro momento del año. Temperaturas inaguantables, mosquitos y una estrecha carretera fueron los ingredientes de una mañana que no nos dejó un buen sabor de boca.

Rijeka Crnojevića
Rijeka Crnojevića

Arrancamos el día con un abundante desayuno en el hotel de Rijeka Crnojevića a base de huevos, fiambre, queso, tomate y tostadas. Una delicia. Aprovechando el relativo frescor de la mañana dimos una pequeña vuelta por el bonito paseo fluvial de la localidad donde destaca el puente de piedra y las casitas casi colgadas sobre el agua que hay en su entorno. Junto a él atracan pequeños botes de madera en los que se puede dar un pequeño paseo por el lago.

Carretera del lago Skadar
Carretera del lago Skadar

Acto seguido dejamos el hotel y pusimos rumbo a Virpazar. Casi una hora de trayecto por una carretera minúscula en la que hay que hacer malabares cuando te cruzas con otro vehículo. Se trata de una vía panorámica con algunos miradores del lago, que cada vez va tomando más cuerpo. Aconsejamos acabar la ruta en Virpazar, un pueblecito agrupado en torno a una plaza y a un río cubierto de nenúfares. Está repleto de restaurantes, alguna bodega, una oficina de turismo y numerosas opciones para realizar paseos en barco.

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En lugar de relajarnos navegando por las aguas del lago cometimos el error de hacer una hora de camino más hasta Murići Beach, pero lo que nos encontramos fue una playa sucia y sin interés. Solo rescatamos alguna vista desde la carretera. Como mucho os recomendamos llegar hasta Godinje y contemplar alguna vista del lago que en este punto adquiere unas dimensiones casi de mar.

Deshicimos el camino hasta Virpazar, para poner rumbo a nuestra siguiente parada en esta ruta por Montenegro, la ciudad de Bar. En tal casi una hora y media de viaje en el coche. Hicimos el ‘check-in’ en el alojamiento que habíamos reservado, el hotel Pharos. Está situado a las afueras de la ciudad, rodeado de olivos. No demasiado nuevo, pero económico, limpio y con buen desayuno.

Stari Bar
Stari Bar

Teníamos gran parte de la tarde por delante, así que nos dimos una ducha y pusimos rumbo a una de esas visitas imprescindibles que hacer en Montenegro. Las ruinas de la antigua ciudad de Bar (Stari Bar) son calificadas en ocasiones como una especie de Pompeya del país balcánico. Salvando las distancias, estamos ante un lugar mágico fundado por los ilirios hacia el 800 a.C. y por el que pasaron eslavos, bizantinos, venecianos, otomanos. El bombardeo de los montenegrinos en 1878 cuando tomaron la ciudad la dejó herida de muerte.

Previo pago de una simbólica entrada se puede acceder a las ruinas de la ciudad que poco a poco van siendo restauradas. Hay zonas no aptas para personas con movilidad reducida, pero Stari Bar deja rincones de los más fotogénicos como la torre del reloj y nos recuerda a localidades medievales lusas como Sortelha o españolas como Trevejo.

Uno de los rincones de Stari Bar
Uno de los rincones de Stari Bar

Para visitar Stari Bar dejamos el coche en un aparcamiento que hay poco antes de acceder a la ciudad vieja. Eso sí tuvimos que pasar por la caja de los gorrillas de turno. Antes de marcharnos cenamos en la terraza del Restaurant Dino donde volvimos a probar un ‘cevapi’ y una especie de carne de hamburguesa, pero sin pan, todo ello regado con una cerveza Niksicko. La calle en la que está el restaurante y todas las que preceden las ruinas de Stari Bar, están repletas de restaurantes, tiendas de recuerdos y un ambiente muy turístico.

Catedral de San Jovan Vladimir de Bar
Catedral de San Jovan Vladimir de Bar

De regreso a Bar, ciudad moderna sin apenas interés, hicimos parada en su catedral de San Jovan Vladimir, cuyas cúpulas se ven desde varios kilómetros alrededor.

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👉 Los mejores alojamientos en Bar

Día 5. Playas de Kamenovo y Jaz y noche en Budva

Estando en la costa y con un calor casi infernal, no quedaba más remedio que dedicar el quinto día de nuestra visita a Montenegro para ir a la playa. Comentar que este país no destaca especialmente en este capítulo. Como ocurre con Albania o Croacia, las aguas sí son cristalinas y de colores turquesa como suele pasar en el Adriático, pero las playas son de cantos rodados, muchas están repletas de hamacas y a veces la limpieza brilla por su ausencia.

Kamenovo Beach
Kamenovo Beach

En el trayecto de Bar a Budva, nuestra siguiente parada, hicimos un alto en el camino en Kamenovo Beach, situada al pie de la carretera que bordea la costa. No nos cautivó porque es un arenal un tanto masificado aunque con una muy buena calidad de las aguas. El precio de las hamacas y sombrilla es relativamente barato y aprovechamos para descansar un rato degustando unas frutas que habíamos comprado a una buena mujer apostada con sus productos en la descuidada bajada a la playa.

Después del relax, viajamos a Budva para entrar en nuestro alojamiento, Villa Perla di Mare. Típico hotelito de playa, céntrico, de colores blancos y pastel y con una buena limpieza. Lo peor, lo complicado que es aparcar en esta ciudad que parece algo así como la Ibiza montenegrina.

Dejamos las cosas y como todavía era pronto y no había aparcamiento aprovechamos para asomarnos a Jaz Beach, otra de las playas más populares de la zona. Error. Hamacas por doquier, invasión absoluta de bares y chiringuitos, la música a todo trapo… El agua, también cristalina y el entorno muy verde, pero nada más.

Casco histórico de Budva
Casco histórico de Budva

De vuelta a Budva y con el coche milagrosamente aparcado dimos un paseo nocturno por el caso histórico de la ciudad (Stari Grad), lo más destacado.  Sorprendentemente por sus callejuelas medievales se respiraba una cierta tranquilidad, ya que la mayoría de los turistas que llegan a esta especie de Miami o Ibiza se concentran en los bares de copas y discotecas del entorno del puerto. En el casco viejo cenamos de manera notable en Konoba Portum, una tasca con mucho encanto que sirve platos típicos marineros muy bien presentados y a unos precios razonables. Nos decantamos por unos mejillones al vapor y una fritura de pescado en su agradable terraza.

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Fantástica cena en Budva
Fantástica cena en Budva

No dio tiempo para más. Nos hubiera gustado ver al día siguiente el casco histórico de Budva de día, temprano a primera hora para evitar la masificación. Pero decidimos poner rumbo al siguiente destino buscando un poco más de tranquilidad.

👉 Los mejores alojamientos en Budva

Día 6. Sveti Stefan, Cetinje, parque nacional Lovćen y apoteósica llegada a Kotor

Jornada de muchos kilómetros y emociones fuertes la que nos esperaba en el sexto día de esta ruta por Montenegro por libre. Antes de dejar la costa de Budva, no podíamos quedarnos sin ver una de las estampas más fotogénicas y reconocibles del país balcánico. Junto a Kotor, es indudable que el istmo de Sveti Stefan es la postal más codiciada. Este antiguo pueblo de pescadores medieval convertido en un exclusivo ‘resort’ tiene algo mágico. En este post te contamos con detalle esta visita a Sveti Stefan que se tuvo que limitar a contemplar el islote con cierta distancia. Nadie puede traspasar sus murallas salvo los clientes que pagan entre 800 y 1.200 euros por noche.

Stevi Stefan desde el sendero que conduce a Miločer Beach
Stevi Stefan desde el sendero que conduce a Miločer Beach

Las mejores vistas se obtienen desde la propia carretera costera (aunque por desgracia no hay ningún mirador habilitado como tal) y desde el ‘Sveti Stefan View Point’ que hay en la carretera que asciende hasta el monasterio de Rustovo. También nos acercamos hasta las inmediaciones del istmo, donde existen playas de aguas cristalinas muy interesantes. El problema es aparcar.

Dejamos atrás las altas temperaturas de la costa y comenzamos a penetrar de nuevo en el interior del país. 45 minutos en coche fueron suficientes para cambiar por completo de escenario. Del calor casi insoportable al frescor de las montañas. De la masificación a la tranquilidad. Un giro brusco, pero muy necesario y agradable. Esto fue posible en Cetinje, la antigua capital del país y una encantadora ciudad enclavada en la principal puerta de entrada al Parque Nacional Lovćen.

Palacio Azul de Cetinje
Palacio Azul de Cetinje

Pasear por sus calles fue un auténtico bálsamo. Elegante, pausada y acogedora, es una perfecta transición entre la costa de Budva y las montañas de Lovcén. Se considera la capital de los museos del país porque está repleta de ellos. Nosotros nos quedamos encantados con la visita al Monasterio, la iglesia de la Corte y el palacio Azul. Tiene una animada plaza con bares y restaurantes y de haber tenido más tiempo no nos hubiera importado hacer noche aquí.

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Vistas del parque nacional Lovćen
Vistas del parque nacional Lovćen

Pero había que continuar a nuestra siguiente parada. Accedimos al parque nacional Lovćen para recalar en el monumento más faraónico que ver en Montenegro.

Mausoleo de Petar II Petrovic Njegos
Mausoleo de Petar II Petrovic Njegos

El origen del nombre del país hay que buscarlo en este parque nacional. El monte Negro no sólo tiene ese simbolismo para el país balcánicos, también acoge el faraónico mausoleo de su héroe nacional, Petar II Petrovic Njegos. Pasar por este lugar es un imprescindible en Montenegro por tres motivos. En primer lugar por la grandeza de la construcción (5 euros la entrada, más 2 euros al parque nacional). 461 escalones conducen hasta la entrada donde dos gigantes de granito guardan una imponente figura del héroe construida en granito negro de una sola pieza. Bajo ella y en la cripta de mármol, su tumba. Segundo, por las vistas. Detrás del mausoleo, un camino lleva a una atalaya 365 grados donde se ve la costa de Budva, se intuye la bahía de Kotor y también el lago Skadar. Montenegro a nuestros pies. Y en tercer lugar por recorrer la formidable carretera panorámica que comunica Lovcén con Kotor. Una sucesión de curvas, primero por un asfaltado sobresaliente y después por una estrecha pista donde hay que estar con mil ojos para no estamparse con el que viene delante. Eso sí, podemos hacer más de una parada para ir contemplando el fiordo más al sur de Europa, la majestuosa bahía de Kotor.

Carretera de bajada a la bahía de Kotor.
Carretera de bajada a la bahía de Kotor.

En el trayecto por esta carretera pasamos por las cuatro estaciones del año. Desde la niebla, algo de lluvia y el frío, hasta el sol más radiante. Inolvidable. Queríamos parar en cada curva. En cada improvisado mirador al pie de la carretera. Kotor es uno de los paisajes más bellos que hemos visto en todo el mundo. Una bahía encerrada entre imponentes cerros que podría ser un fiordo, una ría, un cañón sumergido o lo que nosotros queramos que sea. Pero lo que es incuestionable es su magnetismo.

En Kotor nos alojamos un par de noches en Rooms & Apartments Vukasović. Están a tres kilómetros al norte de la ciudad de Kotor, en la localidad de Dobrota. Son apartamentos sencillos pero limpios y bien equipados. Tienen aparcamiento y están emplazados junto a la carretera para moverse sin problemas por toda la zona.

Perast
Perast

Aunque parezca mentira, después de entrar en el apartamento todavía nos dio tiempo a hacer una visita más en este intenso día. Nos desplazamos hasta uno de los pueblos más bonitos que hay en la bahía de Kotor. Se trata de Perast. Un trocito de Venecia en Montenegro. Para visitar Perast hay que dejar el coche en alguno de los aparcamientos que hay junto a la carretera que bordea la bahía. Dimos un pequeño paseo por una localidad que tiene la friolera de 16 iglesias y 17 palacios, además de dos islas, una de ellas artificial. Subimos hasta el campanario de la iglesia de San Nicolás (1 euro) desde el que se contemplan unas excelentes vistas. No nos dio tiempo a visitar en barco las dos islas (5 euros ida y vuelta), algo muy recomendable. En la mayor de ellas (Gospa od Škrpjela) hay una magnífica iglesia y en la otra (Sveti Djordje) hay un monasterio benedictino y se dice que está maldita. De regreso a Kotor cenamos cerca de nuestro hotel y descansamos con ansia después de una jornada de lo más provechosa e inolvidable.

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Día 7. Casco antiguo de Kotor y cala de Uvala Veslo. Noche en Kotor

Si algo hace especial a la bahía de Kotor es que naturaleza y patrimonio se dan la mano. Uno de los paisajes más sublimes de toda Europa convive con uno de los cascos antiguos medievales más sobresalientes del Viejo Continente. Una simbiosis mágica en perfecta armonía. El séptimo día de nuestro viaje a Montenegro tocó poner un poco más temprano el despertador. Queríamos visitar la ciudad vieja de Kotor casi en solitario y eso tiene un precio en forma de madrugón.

Murallas de Kotor
Murallas de Kotor

Aparcamos en el parking que hay junto al acceso al casco viejo (1 euro la hora) y traspasamos caminando la muralla de Kotor por la puerta del Mar (la zona antigua es peatonal) para viajar en el tiempo. Eso sí, dejamos para más adelante la sana práctica del callejeo sin rumbo para acudir directamente hasta la senda que asciende hasta el castillo de San Juan (San Giovanni). El cielo amenazaba lluvia y esta subida por una escalera empedrada se vuelve muy peligrosa cuando está mojada. Por lo tanto metimos el turbo y comenzamos nuestro particular ‘Tourmalet’ montenegrino. Primero hay que pagar religiosamente una entrada (8 euros) y después mentalizarse para subir los casi 1.300 escalones que no ofrecen mucha dificultad, pero sí altas dosis de paciencia.

Vista más simbólica de la bahía de Kotor
Vista más simbólica de la bahía de Kotor

Una vez superada la iglesia de Nuestra Señora de la Salud con su imponente campanario tenemos ante nuestros ojos la vista más simbólica de todo Montenegro. Ilustra postales, guías de viajes, póster y, por supuesto, este post. Las escaleras de subida al castillo, la iglesia y al fondo la ciudad vieja de Kotor con su bahía. Indescriptible. Además el cielo se sumó al espectáculo con una sinfonía de nubes que nos regaló una fotografía inolvidable. Imborrable.

Seguimos ascendiendo hasta el castillo, pero ninguna vista supera la anteriormente mencionada. Eso sí, desde la fortaleza se aprecia mejor la zona antigua de Kotor. Descendimos cuando la lluvia había hecho acto de presencia y acudimos directos a uno de los encantadores cafés que hay en la plaza de la Catedral. Como habíamos tomado a primera hora un café bebido, consideramos que merecíamos desayunar por segunda vez. Y fue aquí donde descubrimos los maravillosos desayunos montenegrinos con huevos, salchichas, bacon, queso, champiñones y tostadas francesas. Una formidable bomba calórica.

Catedral de San Trifón
Catedral de San Trifón

Con el estómago lleno visitamos la catedral de San Trifón (3 euros) y callejeamos por su casco antiguo repleto de iglesias, museos, palacios venecianos y rincones con encanto.

Después de la visita patrimonial y con un desayuno que equivalía a una comida, cogimos el coche y pusimos rumbo a uno de los parajes naturales más destacados de la bahía, la península de Luštica. Aquí nos dimos cuenta de que Kotor merecería por sí solo dedicarle ocho días. Esta península que forma el cabo sur de la bahía está repleto de bonitos pueblos, playas idílicas y campos de olivares, viñedos y pinares. Solo nos dio tiempo acercarnos hasta uno de esos pequeños paraísos de Luštica, la cala de Uvala Veslo. Ubicada junto al camping Begovic / Veslo (5 euros el aparcamiento) se trata de una zona empedrada donde disfrutar de unas aguas absolutamente cristalinas ideales para practicar esnórquel. Solo había locales y muy pocos turistas y disfrutamos de una maravillosa tarde en remojo.

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Cala Uvala Veslo
Cala Uvala Veslo

De regreso a Kotor cenamos en una de los restaurantes que hay pegados a la carretera que bordea la bahía llamado Veranda. Deliciosos los chipiones a la brasa y un pescado con una salsa de pimienta muy buena.

Día 8. Herceg Novi y punto y final al viaje

El octavo y último día de esta ruta por Montenegro madrugamos para dejar nuestro alojamiento en Kotor y visitar otro de esos lugares imprescindibles de la bahía, la ciudad de Herceg Novi. La ciudad vieja (Stari Grad) no desmerece ni mucho menos a la de Kotor gracias a bonitas plazas, elegantes iglesias e imponentes fortalezas. Herceg Novi se encuentra a una hora de Kotor bordeando toda la bahía y es un buen lugar para visitar de regreso a Dubrovnik.

Desayuno montenegrino
Desayuno montenegrino

Antes de recorrer sus calles nos metimos otro gran desayuno montenegrino de esos que vale como desayuno y comida. En Herceg Novi nos conquistó su plaza Nikola Durkovic con la fotogénica Sahat Kula, la torre del reloj. La iglesia ortodoxa del Arcángel San Miguel, la bonita plaza de San Jerónimo, el Forte Mare y la zona del puerto, son otras de las paradas que hicimos antes de despedir esta ruta por Montenegro.

Herceg Novi
Herceg Novi

Después enlazamos varios días de ruta por las islas croatas, pero eso será objeto de otro post. Hasta aquí había llegado un viaje inolvidable, inesperado y sorprendente que quedará para siempre guardado en nuestra memoria.

Pablo Montes y Estefanía Casillas
Pablo Montes y Estefanía Casillas
Periodista e Ingeniera Agrícola. Viajeros

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Comentarios

2 COMENTARIOS

  1. Buenísimo! Yo entré desde Croacia por paso fronterizo de montaña. Me dijeron que el paso por la costa llevaba dos horas de espera. Un policía aburrido miró los pasaportes, y para dentro!

    • Gracias por compartir tu experiencia Marta. Nosotros tuvimos suerte y el paso por la frontera de la costa no fue tedioso, pero como bien dices suele haber bastante espera porque es el más utilizado por los que vuelan a Dubrovnik. Un saludo.

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