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9 de marzo de 1500. El portugués Pedro Alvares Cabral zarpa del puerto lisboeta de Belém rumbo a la India. Es la segunda expedición lusa a este lugar después de la realizada por Vasco da Gama. Para ello cuenta con trece navíos y casi 1.500 hombres. Después de hacer dos paradas técnicas en las Islas Canarias y Cabo Verde, Alvares Cabral cambia de rumbo. Cierto es que Vasco da Gama le había aconsejado que se alejara de la costa africana para doblar el cabo sudafricano de Buena Esperanza (por este lugar tenían que pasar sí o sí los barcos que viajaban desde Europa a Oriente antes de la construcción del canal de Suez). No sabemos si el descubridor se alejó más de la cuenta o en ese “pequeño” rodeo divisó tierra firme. Lo cierto es que, por casualidad, Alvares Cabral avistó el 22 de abril el Monte Pascoal, en el actual estado de Bahía. Este joven navegante había descubierto, sin pretenderlo, Brasil. Y por ende, es el causante de que en la actualidad más de 200 millones de brasileños ‘falam’ la lengua de Pessoa, Camoes y Saramago.
Alvares Cabral no nació en Lisboa, Oporto o Braga. Ni en ninguna otra gran ciudad portuguesa. Lo hizo en Belmonte, un pequeño pueblo próximo a la frontera hispanolusa desconocido para muchos, pero con una historia apasionante. Una es de la este descubridor que cuenta con un museo en la ciudad, la calle principal y una escultura en un frondoso jardín que parece sacado del Mediterráneo. Pero la otra historia es la de los judíos expulsados de España que encontraron en Belmonte su refugio y cuyos descendientes perviven hasta nuestros días.
¿Cómo llegar a Belmonte, Portugal?
Belmonte se encuentra a dos horas en coche de Salamanca y a un poco más de Plasencia. No está de camino para casi nada, salvo para los salmantinos que bajen hasta Lisboa por la autovía A23. Le ocurre algo similar a otras poblaciones de la red de Aldeas Históricas de Portugal como Sortelha, Castelo Mendo, Monsanto y Almeida. Precisamente visitamos Belmonte en un intenso día de primavera en el que también pasamos por Sortelha y realizamos la ruta de senderismo de los meandros del río Coa en Sabugal.
Sortelha, una villa de cuento a 18 kilómetros de Belmonte
Aprovechando la visita a Belmonte es casi imprescindible desplazarse hasta Sortelha. Solo 18 kilómetros separan ambas localidades. En Sortelha se puede disfrutar de una villa medieval totalmente rehabilitada donde las viviendas se han incrustado en la roca granítica. Un lugar que mencionó Saramago en dos de sus obras y del que te hablamos en este post titulado, “Sortelha, la aldea de Portugal donde el reloj se detiene”.
Ruta de un día por todo lo que ver en Belmonte
A media que nos adentramos en las calles de Belmonte saboreamos el aroma medieval que tienen otras villas históricas lusas. Pero a diferencia del resto, notamos algo especial. Apuramos un delicioso café delante de la escultura de Alvares Cabral y acto seguido descubrimos el otro secreto mejor guardado de Belmonte.
Museo Judaico de Belmonte y sinagoga
Un gran menorah (candelabro judío de nueve brazos) preside de entrada del Centro de Formación Judaica y nos conduce, unos pasos más adelante, al Museo Judaico de Belmonte. No son recuerdos o vestigios del pasado, que también. Son la realidad viva de esta población. 20 personas componen actualmente la comunidad judía de Belmonte, la más numerosa de Portugal después de la de Lisboa y Oporto. Unos auténticos supervivientes con mayúsculas. Porque, aunque resulte difícil creerlo, en Belmonte hay que ir a buscar la historia de algunos de los judíos sefardís que huyeron de España después de la expulsión que dictaron los Reyes Católicos en 1492. Ocho años antes de que Alvares Cabral se topara con Brasil sin pretenderlo, Belmonte se convirtió en el refugio inesperado de las aljamas de localidades extremeñas como Hervás, Valencia de Alcántara o Alburquerque. En ese momento nació la comunidad judía de Belmonte.
Pero poco les duró la alegría. Cinco años más tarde el rey portugués Manuel I intentó emular a sus vecinos españoles. Sabedor que una expulsión de judíos dejaría despobladas numerosas localidades lusas, obligó a que se convirtieran al cristianismo. Ahí empezó su entierro en vida. Esos judíos, que fueron definidos despectivamente como marranos (tenían que demostrar que comían cerdo) debían aparentar de puertas para afuera que eran cristianos, pero en la soledad de sus casas seguían manteniendo las tradiciones judías. Hoy esas 20 personas que forman la comunidad de Belmonte son los descendientes de aquellos supervivientes incansables. Para ellos se inauguró en los años 90 la pequeña sinagoga Bet Eliahu, que visitamos por el precio de 3 euros. Allí coincidimos con un grupo de judíos argentinos que vivían actualmente en Israel y que donaron una serie de presentes a la sinagoga. Un detalle.
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En nuestro post sobre el viaje que realizamos a Israel por libre tienes todos los consejos y recomendaciones necesarios para preparar una escapada inolvidable a Tierra Santa.
Castillo de Belmonte
Además de la sinagoga, el Museo Judaico, el de los Descubrimientos —que rinde homenaje a la figura de Pedro Alvares Cabral—, en Belmonte nos podemos remontar más atrás en el tiempo. Concretamente al siglo XIII cuando se levantó su espectacular castillo, decentemente conservado y en cuyo interior existe un anfiteatro en el que se celebran espectáculos culturales. Caminar por su interior es viajar al Medievo y al mismo tiempo se obtienen unas estupendas panorámicas del casco urbano y de la cercana Sierra de la Estrella. En su torre del homenaje, visible desde cualquier punto de Belmonte, hay un museo arqueológico con las piezas extraídas de las excavaciones realizadas en ese mismo recinto. En su parte más alta, tres banderas. La de Portugal, la del municipio y, cómo no, la de Brasil.
Iglesia de Santiago
Como ocurre con el resto de la red de Aldeas Históricas de Portugal, Belmonte es para pasearla y perderse en sus callejuelas. Casas levantadas en piedra perfectamente rehabilitadas y con el toque de alegría que siempre da una decoración floral a la puerta o en el balcón. Merece la pena detenerse ante la iglesia de Santiago, levantada en esa piedra granítica que mencionábamos y que distingue a la arquitectura de la zona. Aunque no es el templo principal de Belmonte (ese honor corresponde a la iglesia más moderna dedicada a Nuestra Señora de la Esperanza) su sobriedad y belleza encandilan al visitante. Tiene elementos románicos, góticos y manieristas y está declarado Monumento Nacional en Portugal. En su interior descansan los restos de Alvares Cabral y de otros miembros de su familia y cuenta con una torre separada de la iglesia donde es posible ascender hasta el campanario.
Capillas de San Antonio y del Calvario
Siguiendo con el patrimonio religioso de Belmonte, hay que mencionar las pequeñas capillas de San Antonio y del Calvario, próximas a la iglesia de Santiago. La primera data del siglo XV y la del Calvario es más reciente, del XIX.
Belmonte se recorre con comodidad y gusto. A nosotros nos bastó una mañana para apreciar su encanto y ser conscientes de que estábamos en un lugar donde se siente el peso de la historia. Dos realidades aparentemente tan distantes como el descubrimiento de Brasil y la expulsión de los judíos de España convergen en esta localidad. Alvares Cabral estaría orgulloso de cómo su pueblo está igualmente orgulloso de él y los judíos que encontraron en esta localidad su refugio también se mostrarían satisfechos de cómo Belmonte conserva intacta a una comunidad que sigue luchando por defender sus tradiciones.
Interesante información y un bonito lugar que conocer, gracias por compartirla.
Un salud, feliz viernes.
Patricia.
Gracias por tus palabras Patricia. Parece mentira que en un lugar tan pequeño y desconocido hayan sucedido tantas cosas importantes. Un saludo.
Gracias por compartir sus experiencia, me ilusiona saber e ver este pueblo, saber mas sobre los judios que fueron parar ai, biblicamente fueron y son el pueblo de la promessa…. pronto ire a visitarlos.
Muchas gracias por tus palabras Lucyanna. Lo cierto es que Belmonte tiene una historia apasionante y es fantástico recorrer sus calles. Esperemos que pronto puedas visitar el pueblo y si quieres nos cuentas por aquí tu experiencia. Un saludo.
Hola Pablo, hoy hemos estado visitando Belmonte. Nos ha encantado todo, su castillo, sus casas, sus calles, sus museos y sobretodo la gentileza de sus gentes.
Desconocíamos que hubiera una comunidad tan extensa de judíos y que precisamente son descendientes de los que fueron expulsados de España por lo Reyes Católicos.
Visitar lugares es lo que toca descubrir cosas nuevas.
Un saludo.
Hola Vicky, muchas gracias por tu comentario. Nos alegra mucho que hayas visitado Belmonte y disfrutado de su encanto medieval y su legado judío. Siempre es reconfortante descubrir cosas nuevas en los lugares que menos te lo esperas. Un saludo.