Índice de contenidos
Las mariscadas son el paradigma del lujo culinario. En los últimos años se han puesto como ejemplo de las comidas opíparas y con varios ceros que se metían entre pecho y espalda corruptos de todo tipo a costa del dinero de todos. Nadie duda de que hablamos de una materia prima cara que se multiplica cuando pasa por las cocinas de un restaurante. Los que somos de interior lo sabemos muy bien, porque en estos casos se encarece aún más. Comer un buen plato de almejas, gambones, buey de mar o un pescado como una lubina salvaje o un rodaballo supone una dolorosa muy dolorosa. Los que nos estamos dispuestos a dejarnos el sueldo en el bello arte del manduque tenemos que buscar alternativas. La mejor sin duda es ir a Portugal. La costa norte es rica en productos de calidad y restaurantes de generosas raciones, cocina atinada y precios asequibles. Un buen ejemplo es comer en Figueira da Foz. En la turística ciudad donde el río Mondego vierte sus aguas en el océano y una inmensa playa nos regala una dosis Atlántico del bueno, el pescado y el marisco se democratizan. Cualquiera puede acceder a estas delicias en ocasiones vedadas.
Restaurantes para comer en Figueira da Foz barato
A pesar del turismo que llega en masa en los meses de verano, comer en Figueira da Foz no es más caro que en otras ciudades de la costa norte lusa como Aveiro o Espinho. La clave es una extensa variedad de restaurantes que se reparten principalmente en dos interesantes zonas. Una es el entorno del Casino, que registra un auténtico ambientazo por las noches. La otra, la localidad de Buarcos, adosada a Figueira. Durante un viaje de tres días a esta asignatura pendiente en Portugal descubrimos cuatro restaurantes que merecen una recomendación.
Stella Maris, generoso arroz de pulpo
Buarcos la cara pesquera y más autentica de Figueira da Foz. Lo que fue un pueblo independiente es hoy una prolongación de la ciudad. El final de su playa. Donde la arena se refina y las rocas se abren paso en la orilla para formar pequeñas piscinas de agua salada. Justo detrás de las murallas del fuerte de Buarcos se extiende un entramado de callejuelas con casas bajas decoradas con frondosas hortensias. Las iglesias de San Pedro y de la Misericordia y un aroma muy de verdad que se entremezcla con el olor a pescado a la brasa. Fuimos en busca del Mar À Vista, una pequeña tasca popular por sus sardinhas. Esa es su especialidad y su único plato. Sardinas gigantes a la brasa con ensalada y patatas y sin límite de cantidad. Llegamos antes de las 13:00 horas y estaba a rebosar. Su amable propietaria nos dijo que nos apuntáramos en una lista, pero que hasta las 14:30 horas no tendríamos mesa. «Podemos comerlas en la barra», le dijimos aprovechando que había un hueco pequeño. «No, lo siento. Aquí solo están comiendo mi tío y mi primo», nos dijo con una sonrisa. Plan abortado, aunque los que quieran darse ese atracón de sardinas ya saben que tienen que ser madrugadores.
Nos adentramos en las callejuelas de Buarcos y fuimos a parar a una coqueta plaza con un palacete blanco inmaculado. En su planta baja se encuentra el restaurante Stella Maris (Largo Torre Eiffel). Entramos por causalidad y a la postre fue el mejor restaurante para comer en Figueira da Foz de todos los que visitamos. Su decoración es un viaje en el tiempo. El comedor es un inmenso salón clásico con los techos de madera, lámparas de araña, una mesa camilla, una gran cómoda en la que guardan los impolutos manteles y una barra como las de antes detrás de la que aparece una vitrina repleta de botellas. Por error me adentré en un salón paralelo que pensaba que era el baño y la sorpresa fue aún mayor. Paredes decoradas con cuadros que no atisbe a ver con detenimiento. Mobiliario de madera tallada de gran valor. Un palacio en toda regla reconvertido en restaurante.
No tiene una carta extensa, pero lo que sirve es de una calidad asombrosa. Destacaríamos por encima de todo el arroz de pulpo. Con media ración (9,50€) es más que suficiente para dos personas. Se sirve en una coqueta cazuela de porcelana con forma de barco donde el calor se conserva durante bastantes minutos. Arroz exquisito, en su punto de cocción y con una generosísima cantidad del cefalópodo. Es algo de agradecer y aplaudir. Son muchos los restaurantes en los que se pueden contar con los dedos de una mano los tropezones en el arroz, ya sea de pulpo o rape. Aquí era imposible. El caldo, con un agradable toque de cilantro, delicioso. Un plato de diez por el que merece la pena comer en Figueira da Foz en el Stella Maris.
Con un trato muy cercano, en español (al igual que la carta) este restaurante también elabora unas riquísimas espetadas (brochetas). Pedimos la de lulas (chipirones) que se sirve alternada por unos gigantes langostinos (11,10€). Se acompaña con patata, zanahoria y brócoli. Una de las mejores que hemos probado. Los chipirones grandes y jugosos. Los langostinos, frescos, blanditos y muy sabrosos. De diez. Como postre optamos por el doce de la casa (postre de la casa) con crema de leche, galleta, nata y galleta.
El Stella Maris también sirve bacalao a brás y con natas, platos combinados que se mueven entre los 6 y los 8 euros y carnes como la costilla de novillo grelhada, lomo de cerdo al estilo de la casa y filetes de ternera con champiñones.
Caçarola 1, una lubina gigantesca de las que hacen época
En 2016 se cumplieron cuarenta años de la apertura de un clásico gastronómico de Figueira da Foz. Se trata de Caçarola 1 (R. Cândido dos Reis 65). El 2 está justo al lado, pero tiene un aire menos tradicional y cuenta también con alojamiento. Es un buen ejemplo de una materia prima de excepción a la que se mima con esmero. Es la más cara de todas las recomendamos que hacemos para comer en Figueira da Foz, pero a veces no está mal darse un capricho.
Se encuentra justo al lado del Casino. Posee una pequeña terraza cubierta y un gran comedor donde llaman la atención las grandes peceras en las que se mueven alegres los bueyes de mar que luego se sirven en el plato. La banda sonora de Caçarola 1 son los golpes de martillo que ayudan a extraer la esencia de este marisco. Pero nosotros no cumplimos con la especialidad y fuimos por libre. Íbamos con la idea de comer un buen pescado fresco. Y en la carta nos llamó la atención sobremanera la lubina a la brasa (róbalo na brasa). Son 40 euros el kilo y nuestra pieza pesó 900 gramos. Os podéis imaginar el tamaño de la lubina En este caso además no hubo ni trampa ni cartón. Era su peso cierto. No ocurrió como en algún que otro lugar donde lo que se ve en el plato se aleja mucho de los gramos que luego aparecen en la cuenta. Con esa ración es suficiente para una cena contundente. Se sirve con patata y judías verdes y estaba deliciosa. En su punto. Verdaderamente jugosa por dentro y un pelín tostadita por fuera. Se sirve abierta (escalado) en una fuente que ocupa toda la mesa.
Nosotros que somos de buen comer iniciamos el festín con unos berberechos al estilo de la casa (12€) de un buen tamaño y con una salsa en la que no puedes parar de haber barquillos.
De postre recurrimos a un clásico que nos encanta en Portugal, las natas do ceu.
En el restaurante Caçarola 1 también se puede comer en la barra los llamados “combinados do dia no prato”, platos como el pulpo a lagareiro, la caldeirada de angulas o la dorada a la brasa con precios que van desde los 8 a los 10 euros. En el capítulo de mariscos, además del buey de mar, tienen almejas del Algarve. Y en pescados, lenguado y bacalao.
Un clásico que no falla, bacalao a brás en el Palacio da Formiga
Dicen que las callejuelas que se extienden alrededor del Casino de Figueira son las que esconden los mejores restaurantes de la ciudad. Allí, entre aceras construidas cuidadosamente por los ‘calceteiros’, calzadas empedradas y casas de dos o tres plantas decoradas con azulejos, encontramos nuestra próxima recomendación para comer en Figueira da Foz. Justo enfrente del hotel en el que nos alojamos, el Wellington se encuentra un pequeño restaurante de apenas siete mesas llamado Palacio da Formiga (R. Dr. Calado, 30). Con una decoración muy cuidada que mezcla los motivos marineros con imágenes en blanco y negro y coloridos girasoles, se puede comer bien y barato con un trato amable.
El motivo de su elección fue que horas antes habíamos visto en su puerta una imagen de un sabroso bacalao a brás. Ahí nos dan donde nos duele. Y a por él fuimos. Una elaboración sobresaliente. Es un plato que conocemos a la perfección y con el que somos exigentes, pero agradecidos al mismo tiempo. La dueña, natural de Coimbra, pero que habla un perfecto español por haber residido en León, nos dio la receta que utilizaba. «Parece sencillo pero no lo es», nos aseguró antes de compartir con nosotros su secreto. Bacalao de gran calidad desmigado sin cocción previa. Se pone a pochar abundante cebolla (una por persona) cortada en círculos. Se coloca ajo entero machacado, nunca cortado, y perejil. Cuando la cebolla está transparente se añade el bacalao y se remueve. Un poquito de pimienta blanca. Se pone la patata y luego el huevo batido (dos y medio por persona). Se remueve unos segundos y se sirve con más perejil y las aceitunas negras. Jugoso y sabroso. Así estaba y nos supo totalmente diferente a los que habíamos probado hasta ahora. Con sus propios matices. El plato tiene el precio irrisorio de 7,50 euros.
El Palacio da Formiga trabaja con cinco platos del día que son una garantía. También nos decidimos por una picanha grelhada (9€). Dos filetes en su punto acompañados de patata y judías verdes frescas. De nota.
De entrada nos ofrecieron una ensalada (4,50€) que, con una temperatura de más de 30 grados, venía como anillo al dedo. Cuscús, zanahoria, manzana pepino, lechuga, tomate, pimiento y pasas con una vinagreta. Realmente buena. Todo regado con vino blanco de la casa.
En los postes no estaban demasiado boyantes. Tan solo les quedaba un pedazo de tarta de queso y ‘leite creme’ (un sucedáneo de la crema catalana). Aceptables por 2,50€ cada uno.
Valoramos el trato amable, la comodidad del local y su limpieza. Y sobre todo mereció la pena entrar a ciegas para degustar un bacalao a brás con receta incorporada.
A Cantarinha, otra alternativa para comer en Buarcos
Al igual que el Stella Maris, el restaurante A Cantarinha (Tv. da Rua das Tamargueiras, 3) se encuentra en Buarcos. Un local más moderno por fuera que por dentro y con varios salones. Dos de ellos están separados por una gran pecera con peces payaso y hasta una tortuga. El dueño amable, nos dice con una palmada en la espalda que en cinco minutos tendríamos mesa, y así fue. Un buen síntoma fue que estuviera lleno de comensales portugueses. Una garantía siempre. Lo primero que hacen es traer una amplia carta con fotos de todos los platos. Hay raciones y medias raciones. Con dos medias es suficiente para cenar.
Nos decantamos por un pulpo a lagareiro (12,50€) y una raya también a lagareiro (10,50€). Y cuando nos vienen a tomar nota nos plantean un plato de barro dividido en tres compartimentos con gambones al vapor, un paté de atún y unas aceitunas maceradas con ajo. Cuesta 13,50€ y, aunque obviamente puedes decir que te lo retiren, en cuanto el camarero te comentaba que los platos van a tardar un rato piensas que lo mejor es que se quede para matar ese tiempo comiendo. Fue un acierto. Las gambas frescas aunque más insípidas. El paté exquisito y las aceitunas con mucho sabor. Es un precio elevado para lo que suelen ser los entrantes en Portugal, pero las gambas por sí solas ya lo valen.
Sospechamos cuando nos dijeron que iban a tardar. Por norma general en muchos restaurantes lusos tardan en servir, pero si encima te lo avisan es que se van a demorar el doble. Así fue. Las críticas que habíamos leído se confirmaron. Tres cuartos de hora de espera hasta que llegaron los platos.
El pulpo, a la brasa, con aceite de oliva, patata murro y cebolla. Bien asadito y jugoso. Sin ser de los mejores que hemos probado estaba bueno. La raya igual, con patata y cebolla pochada. Teníamos el recuerdo de aquella excelente que comimos en Furadouro. Esta estaba a la brasa y aquella guisada, lo que le daba mayor sequedad. Los postres (se muestran en una carta con iluminación incorporada) a 2,50€. Leite creme y el de la casa. Muy buenos.
De acuerdo con la crítica de Mar a Vista. Sardinas exquisitas e inmejorables. No estoy de acuerdo con la crítica de Stella Maris. Un arroz de pulpo que solo sabe a cilantro hecho con un arroz largo puede que basmati. Incomprensible. El bacalao a bras muy sec. El palacio da fórmica ha cerrado. Veremos qué ocurre con Cantarnha.
Hola Jorge. Gracias por dejar este comentario con tus impresiones sobre los restaurantes de los que hablamos para comer en Figueira da Foz. Nos alegra que te gustara el Mar a Vista y sentimos que no fuera así con el arroz de pulpo del Stella Maris. Normalmente muchos restaurantes portugueses apuestan por el arroz largo para hacer este tipo de arroces caldosos. No es algo único de este lugar. En cuanto al cilantro, a nosotros particularmente nos gusta y está omnipresente en la gastronomía portuguesa. Hay muchas personas que prefieren comentar previamente que no le pongan cilantro ya que es cierto que su sabor es intenso. Ya nos contarás qué tal en Cantarinha aunque, como indicamos en el artículo, fue el más flojo de todos. Gracias por indicarnos que el Palacio da Formiga ha cerrado porque así lo indicaremos en el artículo. Saludos y esperamos que hayas disfruta del viaje a Figueira da Foz.
Querido Pablo!
Acertadisima la recomendación del Stella Maris. Todo muy rico, muy amables y buen precio.
El sitio súper agradable y bonito.
Nos costó la comida con todo lo que recomendabas y algo más, lo mismo que un desayunó healthy en Lisboa. Una pasada.
Muchas gracias por la recomendación!! Un abrazo enorme. Gema
Muchísimas gracias por tu comentario Gema. Nos alegra mucho que te haya gustado esta recomendación para comer en Figueira da Foz. Como bien dices el lugar es muy agradable y la relación calidad-precio, excelente. Vamos a ampliar próximamente la nómina de restaurantes de Figueira porque estaremos por allí en una semana para descubrir lugares nuevos. Un saludo y gracias por visitarnos.
Querido Pablo!
Coincido con Jorge con el comentario de que el arroz con pulpo de Stella Maris sabía mucho a cilantro. En mi caso, como me encanta, me ha gustado mucho, pero a mi marido le mataba los sabores.
La brocheta de lulas muy rica y lo demás también bien.
El servicio magnífico, muy amables y el precio muy razonable.
Pedimos el arroz con pulpo, la brocheta de lulas, ensalada y entrantes más dos postres y no llegó a cincuenta euros. Lo mismo que un desayuno healthy en Lisboa.
Muchas gracias por la recomendación!! Un abrazo enorme. Gema