El curso de un río que se desliza entre grandes domos graníticos. Una frondosa vegetación que retoña vigorosa tras sufrir la sinrazón del fuego. El aire limpio y puro de la Sierra de la Estrella. Y unas aguas sulfurosas que son aprovechadas desde el siglo XVIII. Estamos en uno de los balnearios en Portugal más puros, auténticos, silenciosos y naturales. Hablamos de Caldas da Felgueira. A 27 kilómetros de Viseu y a orillas del río Mondego, ese que nace en la Sierra de la Estrella y muere junto a las salinas de Figueira de Foz, se levanta este complejo para el descanso y el bienestar.
Recalamos en Caldas da Felgueira en un fin de semana de San Valentín. Si por algo se caracteriza los balnearios en Portugal es por ofrecer paquetes de una o dos noches a buen precio que incluyen masajes, circuito termal, desayuno y cena. La experiencia fue formidable. Dos intensos días que nos permitieron, además de desconectar, conocer la bellísima ciudad de Viseu y realizar la ruta de senderismo por la levada que une Cabeça con Loriga en la Sierra de la Estrella.
El camino entre Viseu y Caldas da Felgueira es una excelente radiografía del centro de Portugal. Vides, olivos y huertos perfectamente cuidados que demuestran bien a las claras la calidad y variedad de los productos naturales lusos. Vinos como los que se elaboran en Santar y que conocimos durante la romántica cena que degustamos en hotel. El aceite de oliva que nace a partir de los olivos de la quinta (finca) propiedad de las termas. Aceite que no venden, pero que saboreamos sobre una tostada de pan portugués en el desayuno. Pequeños detalles que hacen más inolvidable la estancia.
El Grande Hotel das Caldas da Felgueira y su sorprendente entorno
A pesar de su aspecto clásico y palaciego, las habitaciones del Grande Hotel das Caldas da Felgueira están totalmente renovadas. Amplias y cómodas y con un detalle en forma de champán y frutas variadas gracias al paquete romántico que nos costó 67 euros por persona.
El contacto con la naturaleza es clave en este lugar. Para sumergirse en ella nada como caminar por el sendero que comunica el hotel con la ribera del río. También se puede bajar en una de las bicicletas que el hotel pone a disposición de los clientes de forma gratuita. En ese entorno de vegetación virgen, aparece la cascada da Pantanha, un pequeño salto de agua que con su sonido mece y relaja. Imprescindible acercarse hasta ella.
El desayuno del hotel, variado y de calidad. Con especial mención para ese oro líquido en forma de aceite de oliva que garantiza una buena mañana. El toque dulce lo pone la elegante bollería lusa.
La cena, correcta. Un menú cerrado con una deliciosa crema de marisco y un segundo a elegir entre merluza y ternera a la pimienta. Una de las pegas que le ponemos a los hoteles de los balnearios de Portugal en los que hemos estado es que sus menús se alejan mucho de la cocina tradicional portuguesa que tanto nos cautiva y que se ha convertido en una de las razones por las que nos guste tanto viajar al país vecino. A pesar de todo, tanto la presentación como la elaboración de los platos fue destacable y disfrutamos de una agradable velada en una restaurante muy acogedor donde no faltaron detalles románticos como las velas y siluetas de corazones y pétalos de flores repartidos por la mesa.
La localidad de Caldas da Felgueira no tiene mayores atractivos salvo una zona verde con vistas al río y una arquitectura tradicional que se mezcla con los diferentes alojamientos que han abierto al albur de las termas.
El hotel cuenta además con una piscina exterior que en la época en la que fuimos, en pleno mes de febrero, estaba cerrada como es lógico. Pero que en los meses de verano se convierte en un aliciente más para disfrutar de un baño refrescante con unas excepcionales vistas de la ribera del río Mondego y de las cumbres de la Sierra de la Estrella.
Aguas sulfurosas para uno balnearios de Portugal más antiguos
Desafortunadamente en las fechas en las que fuimos, el balneario de encontraba cerrado (abre de marzo a noviembre), algo que nos pasó también en las Termas de Monfortinho. En ese sentido nos gusta más el modelo de las Termas de Cro, donde la piscina termal está plenamente integrada en el hotel. A pesar de esa situación, los masajes sí están disponibles en el propio alojamiento. Nosotros disfrutamos de un masaje relajante con aceites esenciales.
El complejo termal, contiguo al Grande Hotel das Caldas da Felgueira, utiliza la riqueza de las aguas que se captan en este rincón del centro de Portugal. Se trata de aguas sulfurosas que se encuentran a una temperatura de casi 36 grados. Desde el siglo XVIII se aprovechan sus virtudes que están especialmente indicadas para afecciones de las vías respiratorias y problemas musculares. Además son utilizadas para tratamientos de belleza y bienestar. El balneario de Caldas da Felgueira cuenta con una gran piscina de agua termal y una cartera de servicios que van desde los masajes, pasando por los ‘peeling’ faciales hasta las mascarillas faciales.