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Las Casas do Juízo es un cuidado y sorprendente alojamiento rural en la región Centro de Portugal que, además de regalar una paz absoluta, permite visitar la localidad fortificada de Pinhel y algunas de las más bellas Aldeias Históricas de Portugal como Marialva, Trancoso y Castelo Rodrigo. Además nos podemos asomar al Douro en Vila Nova de Foz Côa y practicar senderismo junto al río Côa.
José ha puesto empeño, ilusión, trabajo y dinero para echarse a sus espaldas el renacer de Juízo. Esa aldea en mitad de la nada a medio camino entre los viñedos del Douro y los de Pinhel, está en el mapa gracias a las Casas do Juízo. Porque llegó un momento en que el olvido la cubrió con un tupido manto. Nada quedó de su pasado romano. Tampoco de los años en los que residían más de doscientas personas dedicadas a las labores del campo y el ganado. La piedra granítica con la que se habían levantado las casas sobrevivía a duras penas entre tejados derruidos y una tupida maleza. Ruinas en las que también habían acabado las posesiones del hombre más rico de Juízo, el juez (de ahí su nombre), que en un palmo de terreno tenía su casa, una capilla privada, un horno de pan y un lagar de vino. Todo estaba hecho trizas. Pero José creyó en un proyecto prácticamente utópico. Y en 2014 puso en macha una de esas iniciativas turísticas que son mucho más que un simple negocio. En el caso de Juízo supuso su vuelta a la vida. El granito volvió a latir y levantó ocho casas para demostrar que no importa recorrer kilómetros y perderse por el mapa si lo que nos espera es algo diferente. Tranquilidad, sosiego, paz, desconexión… Pero no solo eso. También sostenibilidad, tradición, buen gusto, el sabor de una intensa conversación a la luz de la lumbre y el trato exquisito de sus trabajadores André y Daniela. Lo hemos comentado en más de una ocasión. En lugares como las Casas do Juízo, el alojamiento cobra tanta importancia como el destino en sí.
Casas do Juízo, un remanso de paz para alojarse en Pinhel y conocer su entorno
Que un antiguo lagar de vino se haya convertido en una confortable y singular habitación es cuanto menos sorprendente. La Casa Museo fue nuestra morada en Juízo. Es una de las ocho viviendas de este complejo rural y la destinada a parejas. Un auténtico hogar en miniatura donde no falta ni un detalle. Y donde la inmensa viga de la antigua prensa sirve para separar el dormitorio de la zona en la que poder leer, ver la televisión o charlar junto al calor de la chimenea. La tradición se une con la modernidad de un buen aire acondicionado, un baño y cocina totalmente equipados y una señal wifi que más quisieran muchos hoteles ubicados en el centro de algunas ciudades. “Si no tenemos wifi, aquí no viene nadie. La desconexión no puede ser absoluta”, comenta con una sonrisa Jose.
El propietario de este auténtico sueño está orgulloso de su obra y de su pueblo. Por eso nos mostró el resto de casas. Detrás de la ruda piedra granítica, se esconden delicadas estancias decoradas con el mayor de los mimos. Posee además una piscina climatizada, ha recuperado la capilla del juez en cuyo altar se encuentra un bello Cristo, que los expoliadores de antaño intentaron llevarse pero no lo consiguieron. Sus ocho casas han rejuvenecido el pueblo, donde otros propietarios se han animado a restaurar las suyas. En este papel casi de mago Merlín, José no se ha conformado con hacer un pueblo de cartón-piedra para disfrute del turista. Le ha dado vida y utilidad. Ha rehabilitado un antiguo lagar para producir vino. En el que fuera horno comunitario del pueblo se ha vuelto a hacer pan. Ese que por mucho que pasen los días no se pone duro. Ha traído representaciones teatrales para revivir los viejos oficios y costumbres de Juízo. Y ahora sigue soñando con un espacio cuanto menos original: “La casa de los sueños” será un lugar de inspiración para artistas de todo tipo que, a cambio de su estancia en este lugar casi bucólico, dejen su legado artístico en esta aldea. José, nunca dejes de soñar.
Pero antes de este renacer y de la decadencia, hubo pobreza y mucho trabajo. En nuestro paseo por Juízo comprobamos como las casas que hoy se mantiene en pie aprovechaban hasta el último palmo de terreno. La parte alta para la familia y la baja, para los animales. Debajo de la escalera se hacía hueco para el cuarto de los pollos y, justo al lado, el de los cerdos. Incluso había casas que tabicaban 25 metros cuadrados para que entrara una habitación, una sala de estar y la cocina. Había que estrujarse el cerebro para obtener espacio de donde no lo había. Paradojas del destino. Un hacinamiento llevado a la enésima potencia, que hoy contrasta con el abandono de unos pueblos donde hay metros de sobra para aquellos que viven como sardinas en lata en las grandes ciudades.
Las Casas do Juízo es sin duda un excelente centro de operaciones para conocer una de las zonas de Portugal que más nos enamoran. Porque no tiene ni rastro de masificación y sigue conservando una esencia que la hace especial. Parece detenida en el tiempo, pero al mismo tiempo te sorprende con iniciativas turísticas que echas de menos en algunas zonas de España. Ideas donde te miman desde el día hasta la noche. Sobre todo por la mañana, con unos desayunos de primer nivel que se sirven en la Taberna do Juiz, el pequeño restaurante que pertenece a las Casas do Juízo. Zumo de naranja recién exprimido, bollos caseros, pan pan, mermeladas tradicionales… Los ingredientes necesarios para comenzar la mañana de la forma más sana, natural y, además, con una sonrisa.
Pinhel, Cidadelhe, Marialva, el Douro y otras maravillas de Portugal para conocer en un fin de semana
Un fin de semana en las Casas do Juízo ayuda a revitalizar cuerpo y mente, pero su situación estratégica permite conocer algunos rincones desconocidos pero muy singulares de Portugal. La localidad fortificada de Pinhel, las Aldeias Históricas de Marialva, Trancoso y Castelo Rodrigo o el hechizante paisaje del Douro en Vila Nova Foz de Côa, son algunos de los alicientes para pasar un fin de semana en este alojamiento.
Qué ver en Pinhel, la ‘Ciudad del Halcón’
Conocida como la ‘Cidade Falcão’ (Ciudad del Halcón), Pinhel es un regalo para la vista rodeado de viñedos y abrigado por la Serra da Marofa. Aunque no está incluida dentro de la red de Aldeias Históricas de Portugal, Pinhel posee una riqueza monumental y un pasado medieval indudable. Nos cuenta Francisco, el propietario de Entre Portas, uno de los mejores restaurantes de ‘la Raya’, que Pinhel llegó tarde a la hora de presentar su candidatura a este grupo de 12 aldeas. Pero lejos de lamentarse, la ‘Cidade Falcão’ comenzó a hacer el trabajo por su cuenta y potenciar sus fortalezas. Hemos visitado Pinhel en dos ocasiones y su cercanía con las Casas do Juízo (solo 20 minutos en coche) la convierten en una parada fundamental para todos los que se alojen en este pequeño paraíso.
Pinhel puede presumir de ser una de las ciudades portuguesas más antiguas. Hay constancia de la existencia de un castro perromano hacia el 500 a.C. Por allí pasaron los árabes y fue conquistada para el recién creado Reino de Portugal por Afonso Henriques en 1179, que le otorgó la carta foral. Su imponente castillo, que llegó a tener seis torres, y las nueve iglesias con las que contó la localidad, dan una idea de su importancia histórica, debido a su situación estratégica. Incluso tuvo diócesis propia durante un siglo y fue escenario es una de las batallas de las guerras napoleónicas.
Pinhel cuida el turismo y se lo pone muy fácil a todo aquel que lo visita. Entrar en el palacio del siglo XVIII donde se ubica la oficina de turismo es imprescindible. La señalización de los monumentos es extraordinaria y todos ellos se pueden visitar de forma gratuita.
Imprescindible acudir al Castillo, que cuenta con una oficina anexa donde un guía facilita la visita y ofrece las explicaciones pertinentes. Es posible ascender hasta las dos torres que quedan en pie. Desde ellas se puede contemplar una vista magnífica del entorno de Pinhel dominado por sus campos de vides y olivos.
En el entorno del Castillo se conserva parte de la muralla gótica ovalada que protegía la ciudad. Recientemente se ha realizado una profunda rehabilitación que permite recorrerla. Una idea magnífica que se aplica en otras murallas como las de Ávila, Ciudad Rodrigo, Lugo o la mismísima Jerusalén.
Otro de los lugares fundamentales que ver en Pinhel es la Casa da Cultura, convertida en el Museo Municipal. Un cuidado edificio del siglo XVII donde se descubre la evolución histórica de la ciudad. En otra zona de este palacio barroco se ubica el Museo José Manuel Soares. Una exposición permanente de algunas de las obras de este genial pintor que muestra, de manera realista y certera, escenas de la vida cotidiana de Portugal.
La torre del Reloj, el Pelourinho y las iglesias de San Luis y de la Misericordia, esta última con su bello portal manuelino en la fachada principal, son otras visitas que hacer en Pinhel.
Cidadelhe, el tesoro del ‘talón’ de Portugal
Cuenta José Saramago en su magnífica obra “Viaje a Portugal” que, cuando pasaba unos días en Guarda, un camarero del hotel donde se alojaba le habló de Cidadelhe y de su tesoro. El autor, ávido de sorpresas, se montó en el coche del trabajador, que lo llevó hasta esta recóndita aldea. Calificada por él mismo como el ‘talón’ de Portugal. Allí, tras muchos recelos por parte de los parroquianos, consiguió que le mostraran su alhaja mejor guardada: un palio del siglo XVIII que los vecinos de Cidadelhe guardaron con celo durante casi trescientos años. Una pieza de incalculable valor que se protegió de ladrones y expoliadores. Que jamás hubo tentación de vender por mucho que la pobreza acuciara este rincón olvidado del centro de Portugal. Humildes, pero honrados. Todo un ejemplo de devoción y de valores inquebrantables. Saramago puso en el mapa a Cidadelhe y a su palio y hoy esta joya se guarda en la llamada Casa-Forte, una aberración arquitectónica de hormigón donde se puede visitar bajo petición previa.
Decimos aberración, porque esta especie de bunker rompe con la bellísima arquitectura tradicional de Cidadelhe. Muy similar a la Juízo, con el granito como protagonista. Por eso hay que perderse por callejuelas, escenario del rodaje de la película “Fátima”, una producción norteamericana que se estrenará en mayo de 2020 y que recrea la aparición de la Virgen a los pastores portugueses.
Tuvimos suerte ya que después de la misa del domingo pudimos entrar en la iglesia de Santo Amaro de Cidadelhe, otra pequeña joya de la localidad. Son magníficas las pinturas que recubren la nave y también el dorado altar mayor barroco. Cidadelhe está a solo once minutos en coche de las Casas do Juízo.
Marialva, una de las Aldeias Históricas de Portugal más misteriosas
La situación estratégica de las Casas do Juízo permite desplazarse en menos de veinte minutos a una de las joyas de la red de Aldeias Históricas de Portugal. Hablamos de Marialva. Su peculiaridad es que el interior de su recinto amurallado, la ciudadela, quedó completamente abandonado y sus vecinos de marcharon a vivir extramuros. Gracias al proyecto las Aldeias Históricas se ha podido recuperar parte de un patrimonio que quedó en el olvido cuando las batallas se dejaron de librar entre murallas, cañones y castillos.
Marialva se eleva en un macizo rocoso donde el granito es el protagonista. Una situación estratégica en la margen izquierda del río Alva. Por allí pasaron romanos, suevos y árabes. Fernando Magno, rey de León, la bautizó como Malva cuando la conquistó, aunque otra versión apunta a que recibe el nombre de María Alva, una amante del rey de Portugal Alfonso II.
Un donativo de tres euros nos permite entrar en la ciudadela. No sin antes hacernos con una bolsa de almendras que una amable productora de la zona nos ofreció. Exquisitas. Tras flanquear la puerta del Ángel de la Guarda o de San Miguel entramos en una suerte de ruinas con un encanto singular. Entre ellas se encuentra la fachada del antiguo ayuntamiento
Caminaremos por sus calzadas medievales hasta llegar a la plaza donde se levanta el pelourinho y los antiguos calabozos de la villa. También merece una parada su iglesia, decorada con un portal manuelino y dedicada a Santiago. Eso se explica si tenemos en cuenta que Marialva se encontraba en la ruta de los peregrinos portugueses que buscaban la Compostela.
Los que dispongan de más tiempo pueden acercarse desde las Casas do Juízo a otras dos interesante Aldeias Historicas de Portugal. Hablamos de la ciudad medieval y amurallada de Trancoso y la villa de Castelo Rodrigo (consulta nuestro post con todo lo que ver en Castelo Rodrigo). Cada una se encuentra a media hora en coche desde Juízo.
Asomarse al Douro y a los grabados rupestres de Vila Nova Foz de Côa
La estratégica situación de las Casas do Juízo también permite desplazarnos hasta el valle del Douro. Cuando el río abandona la frontera hispanolusa donde forma las hechizantes Arribes, las riberas se desparraman para brindar campos de cultivo dominados por las vides. Es el Douro Vinateiro. Uno de los mayores recursos turísticos de Portugal que atrae hasta sus bodegas y hoteles a personas de todo el mundo.
El primer tramo del Douro después de despedirse de España es el más desconocido y oculto. Sin embargo, posee un enclave declarado nada más y nada menos como Patrimonio de la Humanidad. Hablamos de los grabados rupestres del Valle del Côa. Junto a las de Siega Verde en la provincia de Salamanca recibieron esta importante distinción en el año 2010.
La grandeza de este lugar radica en que se trata de una de las mayores concentraciones de arte paleolítico al aire libre de todo el mundo. Lo lógico era que estos hombres dibujaran en el interior de las cuevas todo aquello que veían, pero en el Valle del Côa y Siega Verde sucede algo más extraordinario. Además se descubrió anteayer como quien dice. En 1990 durante los trabajos previos a la construcción de una presa que afortunadamente se paralizó. Para comprender su valor es fundamental visitar el Museu do Côa, un gran espacio didáctico que sea asoma a la desembocadura de este río en el Duero (6 euros por persona con audiguía).
La visita resulta incompleta si no vemos in situ las galerías de arte rupestre. Se pueden visitar las ubicadas en Canada do Inferno, Ribeira de Piscos y Penascosa. Desde Vila Nova de Foz Côa parten rutas guiadas hasta Canada do Inferno (15 euros por persona). La actividad tiene una duración de una hora y media a dos horas. Es necesario caminar 800 metros por un sendero accesible y la ruta se realiza todas las mañanas.
Si queremos acudir hasta la Ribeira de Piscos hay que partir del centro de visitantes de Muxagata (15 euros por persona, 2,2 kilómetros andando, 2 horas y media de duración y también por la mañana). Para acudir al yacimiento de Penascosa, la ruta sale del centro de visitantes de Castelo Melhor (15 euros por persona, 600 metros andando, 1 hora y media de duración y también por la mañana).
Senderismo junto al río Côa
Los aficionados al senderismo también podemos matar ese gusanillo desde las Casas do Juízo. Junto a la aldea pasa la Grande Rota do Vale do Côa, un itinerario de 200 kilómetros que acompaña a este río desde su nacimiento en Foios hasta su desembocadura en el Duero en Vila Nova de Foz Côa. Concretamente cerca de Juízo pasa la etapa 8 entre Quinta Nova y Cidadelhe, que se puede realizar tanto caminando como en bicicleta.
Del mismo modo, también Juízo asiste al paso de otra gran ruta, la de las Aldeias Históricas, también ideal para hacer andando o en mountain bike. En concreto se puede realizar un tramo de la etapa que une Castelo Rodrigo con Marialva.
A solo diez minutos en coche de las Casas do Juízo se encuentra la reserva Faia Brava. Un espacio protegido de 800 hectáreas junto al río Côa que cuenta con un sendero señalizado y que es ideal para el avistamiento de aves.
¿Dónde comer durante nuestra visita a Pinhel?
El completo equipamiento de las Casas do Juízo permiten que nos llevemos nuestra propia comida y la elaboremos en la cocina con la que cuenta cada una de las casas. Nosotros particularmente aprovechamos cada visita a Portugal para caer rendidos ante su gastronomía. Si se avisa con antelación, en la Taberna do Juiz, donde se sirven los desayunos de las Casas do Juízo, se pueden comer algunos petiscos (tapas) elaborados con productos locales y de primera calidad.
Los que lo deseen, pueden desplazarse hasta el mismo centro de Pinhel donde se encuentra el que, a nuestro juicio, es uno de los mejores restaurantes de ‘la Raya’. Se trata de Entre Portas. Sin perder la esencia de la cocina tradicional lusa, Francisco y su equipo le han dado una vuelta de tuerca con recetas más personales y elaboradas y muy bien presentadas. Y todo ello en un local cuidado hasta el más mínimo detalle. La relación calidad-precio es excelente y el trato, atento y cercano. Nosotros hemos acudido en un par de ocasiones y seguro que repetiremos porque Entre Portas es una razón de peso para visitar Pinhel más de una vez.
Entre sus platos destacamos la deliciosa sopa de calabaza, naranja, morcilla de Pinhel y almendras que se puede degustar como entrante. Entre los principales, destacamos los bacalaos a brás y a lagareiro y la posta de vitela (entrecot de ternera) sobre salteado de grelos y patatas al horno. Y para acompañar, uno de los excelentes vinos que se elaboran en la cooperativa de Pinhel. El precio medio son unos 25 euros por persona con vino y postre.