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Ruta de Los Volcanes de La Palma (Refugio del Pilar-Los Canarios). Dificultad: Moderada. Distancia: 18,6 kilómetros (lineal). Duración: 7 horas aproximadamente.
Una de las rutas imprescindibles que hacer en La Palma es la de los Volcanes. Un recorrido apasionante por un paisaje en constante evolución forjado por las últimas erupciones registradas en la isla. Por si fuera poco, la caminata también regala algunas magníficas vistas donde incluso saludamos a la vecina Tenerife. Te contamos cómo hacer la ruta de los Volcanes de La Palma con seguridad y en la mejor compañía.
La ‘isla bonita’ es radiantemente verde gracias a los bosques de laurisilva del noreste, pero también es profundamente negra, ocre, marrón y rojiza merced a sus jóvenes volcanes de la mitad sur. Porque ese sur que acaba en el faro de Fuencaliente dejó desde 1585 una sucesión de erupciones volcánicas que cambiaron por completo la fisionomía de la isla. Si la caldera de Taburiente es su origen, los volcanes del sur su continuación. Un paisaje abrumador que sigue en constante cambio. Los pinos van colonizando poco a poco un entorno que sintió por última vez la furia de la tierra en 1971 con la erupción del Teneguía.
Cómo hacer la ruta de los Volcanes con la mejor compañía
Si Marcos y Cordero y el Cubo de la Galga son las mejores rutas de senderismo que hacer en La Palma para adentrarse en sus frondosos bosques, la ruta de Los Volcanes es la única y mejor forma de recorrer el paisaje volcánico de la isla. Se trata de un trazado lineal con dos opciones. La primera tiene 18 kilómetros y concluye en la localidad de Los Canarios en el municipio de Fuencaliente. La segunda se extiende hasta el faro de la punta sur y se alarga hasta los 24 kilómetros. Nosotros realizamos la primera y lo hicimos de la mano de Isla Bonita Tours, una empresa que desarrolla su labor en La Palma y destaca por su profundo conocimiento y pasión por la isla. Con ellos también realizamos la ruta de la Caldera de Taburiente. Además del transporte hasta el inicio de la ruta y el regreso (solo esto hace que el precio sea incluso más barato que coger un taxi), contamos con las explicaciones de Sarai, una estupenda guía con la que conocimos todos los detalles de la naturaleza de este lugar. Propició además un gran ambiente con el grupo que hizo que viviéramos una jornada inolvidable. En la web de Isla Bonita Tours tenéis la oportunidad de reservar esta ruta y el resto que organizan a lo largo y ancho de La Palma.
El refugio del Pilar, punto de inicio de la ruta
El inicio de la ruta de Los Volcanes se sitúa en el refugio de El Pilar, ubicado a media hora de Santa Cruz de La Palma y a 27 minutos de Los Llanos de Aridane. Estamos en el parque natural Cumbre Vieja, nombre curioso cuanto menos ya que esta zona de arcaica no tiene nada. En términos geológicos se formó anteayer como quien dice gracias a la actividad de los diferentes volcanes submarinos que esculpieron el cono sur de la isla. Nada más y nada menos que seis erupciones en los últimos 500 años que han dejado una sucesión de conos, lavas, cenizas y bombas volcánicas.
La primera parte de la ruta es una subida muy cómoda por un amplio sendero que antaño servía para unir los pueblos de un lado y el otro de la isla de forma más directa y rápida. Comenzamos a una altitud de 1.500 metros para alcanzar los casi 2.000 y luego bajar de forma progresiva.
Los inicios están marcados por la presencia del pino canario, una especie que se ha amoldado magistralmente al terreno y también al fuego. Aunque un incendio aparentemente lo calcine, su grueso tronco formado por infinitas capas impide que las llamas penetren en el interior. De esta forma, pasados unos meses del fuego, vuelve a brotar cuan ave fénix. También sus semillas están adaptadas a este paisaje volcánico donde la tierra sigue caliente. Es por ello que necesitan esas altas temperaturas para germinar con más facilidad.
Pero además del pino, el comienzo de la ruta de los Volcanes también está marcado por las vistas. El valle de El Paso, las cumbres de la Caldera de Taburiente con el Roque de los Muchachos a la cabeza y el mar de nubes en el que sobresale el poderoso Teide tinerfeño, marcan una panorámica inolvidable. Para el recuerdo. En estas vistas también hay espacio para la imaginación, los mitos y la leyenda. Si nos fijamos bien, las cumbres de la isla se asemejan a una silueta. Es la del rey guanche Tanausú. El pico Bejenado sería su puño, La Cubrecita, el pecho y, la punta de los roques, la nariz.
Los primeros volcanes
La ruta de los Volcanes es una excursión de extremos. En invierno, e incluso primavera y otoño, se puede pasar frío en las zonas más altas, pero sin embargo, un día cálido de verano se convierte en una tortura. En este caso es conveniente llevar hasta cinco litros de agua por persona, además de protección solar y gorra. Nosotros gozamos de una jornada muy agradable con temperaturas no demasiado altas. Eso sí, a medida que ascendemos, al viento comienza a soplar con más fuerza.
El primer volcán que tenemos ante nuestros ojos es el Hoyo Negro, un ‘bebé’ en esto del vulcanismo. En 1949 protagonizó una virulenta erupción ya que se mezcló con el agua del subsuelo. Un poco más adelante tenemos la vista del Duraznero, también de 1949. Su erupción se prolongó a lo largo de 38 días.
El paisaje es abrumador. El espectáculo del mar de nubes se mezcla con un terreno de colores casi irreales. Podemos comprobar cómo el negro de la lava se va transformando en algunos puntos en verde por la presencia de vegetación. Un proceso que arranca con la presencia de los líquenes, que preparan el terreno para que puedan crecer las plantas. El milagro de la naturaleza ante nuestros ojos. La transición de la tierra yerma a la vida.
Las Deseadas, el punto más alto de la ruta
Una exigente subida (la más dura de toda la ruta) en línea recta nos conduce directamente a Las Deseadas, el punto más alto del itinerario con casi 2.000 metros. Estamos ante dos grandes conos volcánicos de colores rojizos que contrastan con el negro del Duraznero. El viento azota con brío, pero es obligado detenerse unos minutos para descansar, beber agua y deleitarse con las mejores vistas de toda la ruta. A nuestras espaldas, las cumbres de la Caldera de Taburiente. Enfrente, Tenerife, La Gomera y El Hierro. Indescriptible. Lo curioso es que estamos a 2.000 metros de altura, pero la isla de La Palma tiene otros 4.000 metros que se sumergen bajo el mar.
Un paisaje lunar para comenzar el descenso
Comenzamos a bajar. A pesar de que muchos senderistas tememos más las bajadas que las subidas, en este caso la peligrosidad es nula. Las botas se hunden en la arena volcánica y, aunque tenemos que descalzarnos cada cierto tiempo para limpiar su interior, las rodillas sufren muchísimo menos. El paisaje que nos rodea es lunar y recuerda al que se contempla, por ejemplo, en el parque nacional de Timanfaya de Lanzarote. Solo los incipientes pinos canarios y pequeñas plantas como la rosalita, la crespa y el codeso ponen la nota verde.
El volcán Martín, uno de los más imponentes de Cumbre Vieja
El paisaje comienza a cambiar. Cada vez el verde se adueña más de un escenario cambiante donde al fondo intuimos el inmenso Atlántico. Hacemos una parada en uno de los volcanes más imponentes del parque natural Cumbre Vieja. Martín está situado a 1.600 metros de altitud y cuenta con dos bocas. Entró en erupción en 1646 y en su interior brota un manantial al que acuden las aves en verano para aplacar las altas temperaturas.
Por el camino aprendemos que la lava da lugar a diversidad de formas. Las coladas más planas son las Aa; las más rugosas se conocen como pahoehoe (termino hawaiano como muchos en el área de la vulcanología) o malpaís; y finalmente se encuentran las almohadillas, que forman una especie de esferas apiladas por haberse solidificado debajo del agua.
Llegada a Los Canarios y objetivo cumplido
Los pinos canarios no vuelven a abrigar en una recta final muy cómoda. El campo de fútbol de Los Canarios nos indica que estamos muy cerca de la localidad. Nos cruzamos con una cuadrilla de trabajadores que se dedican a realizar labores de desbroce y limpieza del bosque y los senderos. Una labor fundamental para prevenir incendios. En el casco urbano de Los Canarios nos recibe el monumento al senderista, un homenaje a todos aquellos que realizamos la ruta de Los Volcanes y disfrutamos con ella. Una meta exigente que parece una minucia cuando miramos al suelo y comenzamos a ver las placas dedicadas a los ganadores de la Transvulcania, una de las carreras más duras del mundo ya que sus participantes tienen que realizar un recorrido de 74,6 kilómetros y un desnivel acumulado de 8.500 metros en La Palma. Casi nada.
Reponemos fuerzas con un almendrado del bar Parada de Los Canarios, aunque lo podíamos haber hecho también con uno de sus excelentes vinos de la variedad malvasía forjada a base del nitrógeno, el fósforo y el potasio de la roca volcánica. Un excelente colofón para una ruta que deja huella. De las que no se olvidan fácilmente y que ayuda a enamorarse todavía más de la ‘isla bonita’.
He hecho varias veces esta ruta en mis diferentes vistas a la isla. La primera vez fue con un guía de senderismo y las siguientes por mi cuenta.
En realidad, en la ruta encontramos siete volcanes que hicieron erupción en los últimos 500 años. Tacande, Tajuya, Martín, San Antonio, El Charco, San Juan/Hoyo Negro/Duraznero (en el mismo evento volcánico) y Teneguía.
En cuanto al transporte, para nosotros la opción más cómoda ha sido dejar nuestro coche de alquiler aparcado al final de la caminata (ya sea en Los Canarios o en el Faro de Fuencaliente), y reservar un taxi de Fuencaliente para que nos lleve hasta el punto de inicio, en el Refugio del Pilar. El precio no llega a los 40 euros, que dividido entre cuatro personas está muy bien. De ese modo no corremos el riesgo de que, al terminar la caminata, no haya taxis disponibles.
Por último, recomendar empezar la ruta muy temprano para disfrutar del amanecer y de las horas con temperaturas más frescas, cosa que se agradece sobre todo en verano.
Muchas gracias por tus recomendaciones sobre cómo hacer la Ruta de los Volcanes. La opción del taxi como bien dices también está muy bien, pero al hacerlo de forma guiada descubres muchos aspectos de la geología y la flora del lugar que de otra forma pasarían por alto. En estos casos no solo se trata de hacer la caminata sin más y disfrutar del paisaje, sino también conocer cómo se formó todo aquello y darle sentido a lo que estás viendo. Gracias por visitar el blog y saludos.