Liébana y Picos de Europa, donde la montaña se convierte en paraíso

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Heidi, Pedro, Niebla, el abuelo… Personajes inolvidables para varias generaciones. Además de la ternura que irradiaban, si por algo nos gustaban tanto era por esos paisajes que parecían irreales. Montañas teñidas de blanco. Inmensos prados verdes que parecían no tener fin. Vacas, ovejas y perros amigables que solo parecían existir en la mente de la creadora de esta historia, la suiza Johanna Spyri. Pero comprobamos que no. Que eran de “carne y hueso”, y además por partida doble (de momento). Lo comprobamos en los Alpes Julianos eslovenos. En la idílica Logarska Dolina, una villa de cuento en la frontera con Austria que fue uno de los momentos álgidos de nuestro viaje a Eslovenia. En invierno de 2019 nos dimos cuenta de que no hace falta irse tan lejos. En Liébana y Picos de Europa (Cantabria), tenemos esos mismos enclaves. Ese contraste magnético del verde de las praderas de un valle que huele a hierba fresca, a queso y a devoción por una cruz; con la roca caliza agreste y desnuda de las cumbres más altas de los Picos de Europa. Esas que en invierno y primavera se tiñen de blanco y te hacen sentir un verdadero diminuto. Una cosa minúscula ante la grandeza de la montaña en toda la extensión de la palabra.

Los Picos de Europa, desde Mogrovejo
Los Picos de Europa, desde Mogrovejo
Valle de Liébana desde el sendero que comunica Lon con Brez
Valle de Liébana desde el sendero que comunica Lon con Brez

Qué ver en Liébana y Picos de Europa en un fin de semana

Liébana y Picos de Europa es lo más parecido a los Alpes que hemos visto. O los Alpes es lo más parecido a Liébana y Picos de Europa. Aunque en verano el teleférico de Fuente Dé se convierta en un trajín constante de visitantes, la comarca sigue conservando la esencia que tanto gusta a los viajeros de verdad. La de los artesanos queseros. La de los apicultores locales. La de la gente del campo que vive al margen del mundanal ruido de las ciudades en pequeñas aldeas o barrios donde parece haberse detenido el tiempo. El turismo llega, pero la auténtica vida sobrevive. Por eso para recorrer la zona es mejor optar por el absoluto recogimiento. La verdadera paz. Nosotros así lo hicimos y recalamos en un barrio de Camaleño, a solo 7 kilómetros de Potes y a 18 de Fuente Dé. En un punto estratégico para conocer la zona. El barrio se llama Lon y la posada, Peñas Arriba.

Valle de Líebana desde Lon
Valle de Líebana desde Lon

Peñas Arriba, una posada donde se descubre la verdadera paz

José y Tere comandan un negocio donde la cercanía es la seña de identidad. Donde el aroma hogareño se respira desde que abres su gran puerta de madera. Un alojamiento de montaña donde se respira hospitalidad y comodidad. Habitaciones sencillas y acogedoras que ofrecen vistas al escenario que rodea Lon: el valle de Liébana y las cumbres de los Picos de Europa. Eso y el agua del río Burón. Su sonido mece y relaja. Es como una nana que invita al descanso y el sosiego. Ni un claxon. Ni un grito. Ni la boina de contaminación. El que inventó la palabra desconexión estaba pensando en Liébana, no nos cabe duda.

Posada Peñas Arriba
Posada Peñas Arriba
Desde el balcón de nuestra habitación en la posada Peñas Arriba
Desde el balcón de nuestra habitación en la posada Peñas Arriba

Comer en Liébana y Picos de Europa, una oda a la cocina tradicional de montaña

La posada Peñas Arriba presume de tener un restaurante en el que se puede degustar la contundente pero exquisita cocina de montaña de la comarca. Quien sea un ‘disfrutón’ de la gastronomía y goce con los platos tradicionales, Liébana y Picos de Europa es su sitio. Aquí en encontramos el auténtico significado de esos conceptos que se están poniendo de moda ahora y que por estas tierras se practican desde hace siglos. “Productos kilómetro cero” y “slow food”. Lo que toda la vida se ha llamado, “de la huerta a la mesa”.

No hay medias tintas y tampoco puede haber remordimientos. Todas las calorías ingeridas se pueden quemar sin ningún problema gracias a las rutas de senderismo que salen desde la misma posada. O con las que se pueden realizar desde Fuente Dé si la nieve y el tiempo lo permiten.

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Lomo de olla, borono (morcilla), huevos fritos de corral, picadillo, patatas y pimientos de Padrón. Estos son los ingredientes del plato lebaniego. Una mezcla de desayuno irlandés y plato matancero salmantino que revive a un muerto. En el restaurante de la Posada Peñas Arriba lo hacen con esmero. 100% productos naturales. 100% productos de la zona. ‘Slow food’ y ‘kilómetro cero’ en toda su esencia.

Plato lebaniego
Plato lebaniego

Una buena cocina de un restaurante también se demuestra con una de las recetas estrella de la gastronomía española. Es la prueba del algodón. Hablamos de las croquetas. José, propietario de la Posada y cocinero con una larga experiencia, sabe lo que se tiene entre manos. Pequeñas, cremosas y crujientes al mismo tiempo. Bocados de gloria.

Croquetas caseras
Croquetas caseras

Otro de los platos bandera del restaurante de la posada Peñas Arriba es el chuletón a la piedra. Junto con las croquetas y una ensalada templada con langostinos configuran un atractivo menú de 20 euros ideal para reponer fuerzas tras una jornada de caminata por la zona. La carne jugosa a más no poder. Ternera de primera. José la marca en la parrilla y el cliente la cocina al punto que desee sobre la piedra. Siempre caliente. Siempre recién hecha. Se deshace en la boca. Sin duda una de las carnes más tiernas que hemos probado.

Chuletón de la posada Peñas Arriba
Chuletón de la posada Peñas Arriba
Chuletón a la piedra
Chuletón a la piedra

Y si de postre uno prueba la exquisita cuajada de higos, la experiencia pone su guinda (en este caso su higo) al pastel.

Cuajada de higos
Cuajada de higos

Los desayunos de la posada Peñas Arriba tampoco se quedan a la zaga. La grandeza de las pequeñas cosas. Tostadas de pan de hogaza, bizcocho casero, miel de la zona y los deliciosos frisuelos. Se trata de unas tortitas elaboradas con harina, huevos y leche. Un desayuno de campeones para coger fuerzas para todo el día.

Fuente Dé, un teleférico de vértigo para ascender a los cielos

Hablar de Liébana y Picos de Europa es hacerlo obligatoriamente del teleférico de Fuente Dé. Es el principal reclamo turístico de la zona. Por eso durante los meses de verano son inmensas las colas que se forman en su estación. Ríos de gente que buscan tocar el cielo de los Picos de Europa. Disfrutar de un trayecto de poco más de tres minutos en los que se asciende desde una cota de 1.070 metros a una de 1.823. No apto para lo que padecen de vértigo y tienen miedo a las alturas. Parece imposible que suba de la manera en la que lo hace. Pero es posible y además formidable.

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Teleférico de Fuente Dé Liébana y Picos de Europa
Teleférico de Fuente Dé
Vistas desde el teleférico de Fuente Dé Liébana y Picos de Europa
Vistas desde el teleférico de Fuente Dé

En un día claro las vistas son una auténtica pasada. Dejamos atrás los verdes valles de Liébana y nos adentramos en la roca caliza de las cumbres de los Picos de Europa. Da la sensación de que fuéramos a chocar con ellas. Nosotros lo hicimos a mediados del mes de marzo y, aunque la afluencia de gente era importante, no tuvimos que esperar más de un cuarto de hora en la cola. El precio del billete es de 17 euros por persona ida y vuelta. 11 euros solo ida. Hasta que no llega la época estival y el deshielo es casi completo, la cima suele estar cubierta de un grueso manto blanco. Eso impide realizar interesantes rutas de senderismo como de la de los Puertos de Áliva y los Horcados Rojos. Salvo si se acude preparado con raquetas, bastones y piolets y se conoce además bien la zona, no hay aventurarse mucho más allá de la estación donde nos deja el teleférico.

Sobre la nieve en Fuente Dé Liébana y Picos de Europa
Sobre la nieve en Fuente Dé

La empresa que gestiona las actividades en Fuente Dé ofrece rutas guiadas que hay que reservar con antelación. Nosotros optamos por alquilar unas raquetas y dar una pequeña vuelta por la zona. En ese caso hay que caminar siempre por el valle, no acercarse a cortados y precipicios y siempre hacerlo con sumo cuidado y por una zona en la que se vean pisadas previas. Así lo hicimos para estrenarnos además por primera vez con raquetas. Su manejo es mucho más cómodo que los crampones que, por ejemplo, usamos en el Perito Moreno de Argentina y en Islandia.

Ruta con raquetas en Fuente Dé Liébana y Picos de Europa
Ruta con raquetas en Fuente Dé

Es espectacular recorrer los paisajes blancos y disfrutar de la inmensidad de la roca caliza erosionada por el hielo. No olvidemos que estamos en un gran circo glaciar. Una auténtica joya natural declarada Parque Nacional en 1918 y que comparten Asturias, León y Cantabria.

Tanto si posible realizar alguna ruta en verano como si se quiere pasear por la nieve con raquetas, Fuente Dé da prácticamente para un día entero. Es la montaña en toda su esencia. Está a nuestra disposición para disfrutarla con respeto, pero también con libertad.

Mogrovejo, el pueblo de Heidi entre el verde y el blanco

La Morra de Lechugales, un mastodonte de 2.400 metros se cuela en todas las fotografías del declarado en 2017 pueblo más bonito de Cantabria. No es para menos. Mogrovejo se sitúa entre Potes y Fuente Dé. Muy cerca de nuestro alojamiento en la posada Peñas Arriba. Nada más entrar, un prado urbano con vacas nos recibe. Y tras ellas casas de piedra que conservan una arquitectura tradicional magnética. La Morra de Lechugales compite con la otra torre del pueblo. Esta vez de piedra, que se eleva como vigía que controla todo lo que sucede en sus pocas calles. Se levantó en el siglo XIV por la casa de Mogrovejo, de la cual salió incluso un caballero que lucho contra los musulmanes con Don Pelayo. Portó el estandarte en la batalla de Covadonga y el asta de la misma se conservó en la iglesia del pueblo hasta que fue devorada por un incendio.

Mogrovejo Liébana y Picos de Europa
Mogrovejo
Una de las calles de Mogrovejo
Una de las calles de Mogrovejo

Paseamos por Mogrovejo en absoluta paz. El gran aparcamiento que hay al final del pueblo estaba casi vacío. A pocos turistas que haya superan a los vecinos que no llegan al medio centenar. Mogrovejo podría ser el pueblo de Heidi, de hecho acogió el rodaje de la película “Heidi: Queen of the Mountains” en el año 2016. Está abrigado por un lado por los Picos de Europa y por otro, por el valle de Liébana. Su iglesia, antiguos pajares, prados urbanos y casas de piedra son una sinfonía armónica que convierten a Mogrovejo en una visita imprescindible.

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Una de las vistas más reconocibles de Mogrovejo
Una de las vistas más reconocibles de Mogrovejo

Potes, el latido más bello de Liébana

Los hechizantes paisajes de Liébana tienen su perfecto complemento en pueblos con encanto como Mogrovejo, pero sobre todo la capital de la comarca. En su corazón que late con fuerza. Potes es una parada obligatoria en una ruta por las tierras lebaniegas. Es uno de los pueblos más bonitos de España que invita a recorrerlo sin ruta fija. Simplemente dejándose llevar por esas calles empedradas, pequeños palacetes y casas que respetan la arquitectura tradicional de la zona.

Puente Nuevo de Potes
Puente Nuevo de Potes

Potes destila un pasado glorioso. Eso se percibe en su arquitectura, como la iglesia de San Vicente y la cercana Torre del Infantado, convertida hoy en una sala de exposiciones. La fortaleza de Potes se asoma a las cristalinas aguas de dos ríos. Perfectamente integrados en tramado urbano y con un paseo en el que disfrutar de cerca de la unión de ambos. Hablamos de los ríos Deva y Quiviesa que se enlazan sus caudales para siempre junto al precioso puente de San Cayetano.

Iglesia de San Vicente de Potes
Iglesia de San Vicente de Potes
Una de las calles empedradas de Potes
Una de las calles empedradas de Potes

Potes en verano es un hervidero de visitantes que buscan las temperaturas suaves de la comarca lebaniega. Por ese motivo cuenta con un gran aparcamiento en la entrada del pueblo muy cerca de la oficina de turismo, ubicada junto a la iglesia.

Santo Toribio de Liébana, la cruz de Cristo convertida en lugar de peregrinaje

Llueve sobre Liébana. Después de un sábado con un sol de justicia que nos permitió disfrutar de Fuente Dé al natural, y sin niebla que afeara el paisaje, el líquido elemento apareció el domingo. Llegamos a Santo Toribio de Liébana tras visitar Potes. Son las diez, hora en la que se abre el monasterio. Silencio y sosiego en un lugar que cada 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la cruz, recibe a miles de visitantes.

Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Puerta del Perdón
Puerta del Perdón

El próximo año santo lebaniego será en 2022, pero su simbolismo hace que también sea una de las paradas obligatorias en la comarca. Detrás de un monasterio sencillo y donde su único elemento exterior que llama la atención es la Puerta del Perdón, que sólo se abre cuando comienzo el Año Jubilar Lebaniego, se esconde una de las mayores reliquias de la cristiandad. Por eso Santo Toribio es, junto a Santiago, Roma, Jerusalén y Caravaca, uno de los lugares santos del cristianismo.

El monasterio en su interior también presenta la misma sencillez que en su exterior. Una talla de santo Toribio del siglo XIV en madera policromada llama la atención antes de acceder a la capilla inspirada en la catedral de Santa Fe de Bogotá. De hecho fue un lebaniego, el arzobispo Francisco Otero, el que encargó construir el templo colombiano.

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Cruz del monasterio de Santo Toribio de Liébana
Cruz del monasterio de Santo Toribio de Liébana

Un sacerdote nos cuenta la historia de la cruz que convirtió a este rincón de Liébana en un centro de peregrinaje. Llego a Roma procedente de Tierra Santa y posteriormente se trasladó a Astorga. Con la invasión musulmana los cristianos la llevaron a Santo Toribio para que estuviera a buen recaudo. Desde entonces permanece allí. Primero como un pedazo de madera que pertenecía a una de las alas de la cruz. Un trozo que fue menguando porque cada peregrino que acudía hasta allí se llevaba un pedazo. De ahí surgieron las cofradías de la Vera Cruz de diferentes ciudades que presumían de tener una reliquia de la verdadera madera en la que fue crucificado Cristo.

Afortunadamente se puso fin a ese expolio y se decidió serrar la madera, hacerle forma de cruz y guardarla dentro de otra de oro. Por un lado es acristalada y con un pedazo abierto que es posible besar y tocar cuando el sacerdote la muestra. No sabemos si es la cruz de Cristo, pero la ciencia ha dicho que se trata de madera de un ciprés que no se encuentra en Europa y que estaba presente en Palestina. Y por otro, que la madera tiene una antigüedad de más de dos mil años.

Los ‘quesucos’ y los queseros, el sabor de Liébana

Con unos pastos tan generosos y unas temperaturas tan suaves, sería un pecado que en Liébana no se produjeran quesos. Claro que se hacen, y muchos. De vaca, cabra, oveja… y el singular picón. Se trata del “hermano cántabro” del Cabrales que se deja curar en una cueva durante tres meses a una temperatura que no supera los nueve grados y con una humedad del 90 por ciento. En el proceso, los queseros van haciendo incisiones con una aguja de cobre para que entre el oxígeno y desarrolle el moho. Una auténtica obra maestra que tiene mucho trabajo y dedicación detrás.

Quesucos de Liébana
Quesucos de Liébana
Quesería Las Brañas
Quesería Las Brañas

Visitamos dos queserías tradicionales. Una experiencia muy aconsejable en Liébana por tres razones. La primera, para conocer el proceso de elaboración del queso y de paso, probarlo. La segunda para llevarse a casa algunos de esos ‘quesucos’ elaborados con tanto mimo. Y la tercera y más importante, para apoyar al productor local. Sin intermediarios, ni grandes suficiente que se queden tres cuartas partes del pastel. De tú a tú. Esa es una práctica que siempre defendemos y que hay que hacer, no sólo con el queso, sino con la miel, la artesanía, las legumbres, los vinos, los orujos, etc. «Dejamos de trabajar con Carrefour porque vendían el queso al triple de lo que nos pagaban a nosotros. Si tenía un pequeño defecto, no lo querían. Y con Mercadona, ni lo hicimos porque querían controlar absolutamente todo el proceso de producción. Preferimos venderlo por nuestra cuenta», nos aseguró la propietaria de la quesería Andara situada en Lon, justo al lado de la posada Peñas Arriba. Allí recalamos después de conversar con José Luis, su marido que horas antes se encontraba con las cabras en los alrededores del barrio.

Castaños centenarios junto a la quesería Las Brañas
Castaños centenarios junto a la quesería Las Brañas

Muy cerca de Potes y en mitad de otro paisaje idílico que también conquistó a los creadores de la película de Heidi, visitamos la Quesería Las Brañas de Pendes, un barrio de Cillorigo de Liébana. Es una de las más conocidas de la zona y también elaboran queso de vaca normal y ahumado; de oveja curado y semicurado y el queso picón. El ahumado tiene la particularidad de que se hace con el método antiguo, al lado de la lumbre. Como toda la vida. El problema es que ahora los ahumados no lo son en realidad ya que para ello se usan productos químicos. En Las Brañas aprendimos el proceso de elaboración del queso y también disfrutamos de una degustación de sus sabrosos quesos.  

Pablo Montes y Estefanía Casillas
Pablo Montes y Estefanía Casillas
Periodista e Ingeniera Agrícola. Viajeros

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Comentarios

2 COMENTARIOS

  1. Me ha encantado chicos! justo hemos estado este finde pasado por allí y he de reconocer que el teleférico de Fuente Dé no es apto para los que tenemos miedo a las alturas. Aún así, yo subí con los niños y me encantó la experiencia. Precioso lo que enseñáis de la zona y ya me guardo algunos apuntes como el pueblo más bonito de Cantabria en 2017 que no conozco.

    • Muchas gracias por tus palabras Olga. El teleférico como bien dices impone mucho, pero hay que vencer los miedos y subirse a él porque la experiencia es formidable. Vosotros tenéis esta zona un poco más cerca que nosotros así que siempre hay una buena excusa para volver. Nos quedaron algunas cosas en el tintero y, sobre todo, hacer más rutas de senderismo. Pero será en otra ocasión. Saludos.

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