La Gruta Azul de Malta o Blue Grotto es una inmensa escultura natural cincelada por el Mediterráneo en un acantilado. Un lugar en el que, si brilla el sol, cada mañana se pueden ver tonalidades sorprendentes que conquistan a miles de visitantes cada año
El Mediterráneo ha sido y es fuente de inspiración para muchos artistas, porque este mar y todo lo que baña es en sí una obra de arte. Gran parte de este encanto que tiene el Mare Nostrum se puede percibir en la isla de Malta. A pesar de su reducido tamaño, la costa maltesa está repleta de lugares de especial belleza. Uno de ellos es la Gruta Azul de Malta, una grandiosa escultura natural donde el Mediterráneo se ha convertido en cincelador de un imponente acantilado. El resultado son seis cuevas marinas que, en combinación con el mar, forman un escenario idílico y paradisiaco dominado por un azul intenso. De ahí su nombre. Esta obra arte se puede contemplar cada mañana desde que amanece hasta el mediodía, cuando el sol se proyecta directamente en el mar y los colores azules son más vivos. Un escenario casi mágico que todo aquel que visite Malta no se puede perder.
Cómo llegar a la Gruta Azul de Malta
La Blue Grotto o Gruta Azul de Malta se encuentra en el sur de la isla, muy cerca del aeropuerto, concretamente en el pueblo de Wied iz-Zurrieq. A este lugar acudimos en la segunda jornada de nuestro viaje de cuatro días en Malta. Comenzamos la mañana dando un paseo por la bonita localidad pesquera de Marsaxlokk y posteriormente nos desplazamos en nuestro coche de alquiler a la Gruta Azul. Ambos puntos están separados por poco más de diez kilómetros. Además, este enclave está situado a 13 kilómetros de La Valeta y los que quieran ir en autobús deben tomar las líneas 74 o 201. La primera de ellas sólo llega hasta el mirador de la Gruta Azul (la parada se llama Panorama), mientras que la segunda, avanza un poco más hasta el propio pueblo de Wied iz-Zurrieq, que es de donde parten las barcas que hacen un recorrido por las cuevas marinas. La isla de Malta está muy bien conectada con autobús, pero a pesar de la dificultad de conducir por la izquierda, recomendamos encarecidamente alquilar un coche para ahorrar tiempo y tener más libertad.
En la carretera de bajada a la pequeña localidad maltesa se encuentra el mirador de la Gruta Azul. Cuenta con un aparcamiento y allí se localiza la parada de autobús de Panorama. Las vistas son sencillamente espectaculares. Pero por mucho que cautiven estas panorámicas (el nombre de la parada del bus le viene como anillo al dedo), lo ideal es bajar por un pequeño sendero que desciende unos metros para acercarse más a la obra de arte esculpida por el mar.
Qué ver en la Gruta Azul, obra de arte de la naturaleza
Deleitarse con la paleta multicolor de la Gruta Azul de Malta es una de las sensaciones más placenteras que se pueden experimentar en la isla. Aunque es uno de los lugares más visitados de este rincón del Mediterráneo, nosotros tuvimos la suerte de contemplarla casi en soledad, algo impagable.
Después de tomar un sinfín de fotografías de esta maravilla de la naturaleza, continuamos el viaje hasta Wied iz-Zurrieq, un coqueto pueblo maltés desde el que salen las barcas que llegan hasta la Gruta Azul. El precio por una travesía de aproximadamente una hora es de 7,5 euros para los adultos y 3,5 para los niños. En nuestro caso fue imposible hacerla ya que, aunque el día era soleado y con una temperatura estupenda, la mar estaba bastante revuelta y habían suspendido el servicio. Nuestro gozo en un pozo, aunque en la Azure Window (Ventana Azul) de Gozo, valga la redundancia, nos sacamos esta espina con un recorrido muy similar.
Tampoco pudimos darnos un baño en una pequeña zona habilitada para ello en el propio pueblo. Se trata de una especie de piscina natural donde el agua se adentra entre las rocas y en la que se han colocado unas escaleras para acceder al mar. Sin duda un lugar excepcional para hacer esnórquel y refrescarse en las cristalinas aguas del Mediterráneo, pero que nos quedamos sin disfrutar por el mal estado de la mar. Nos recordó a las piscinas naturales de St. Peter’s Pool, donde tampoco pudimos darnos un chapuzón debido al fuerte oleaje.
Comprobamos de primera mano el porqué la Gruta Azul de Malta es uno de los lugares que más admiración despierta entre los visitantes a la isla. El magnetismo que desprende esta obra de arte natural es absoluto y es una imagen que queda por siempre en la retina.