Zanzíbar es sinónimo de playas paradisiacas de aguas transparentes y arena blanca rodeadas de palmeras. Vamos, la postal de manual que abre nuestra sesión de Windows y que a todos nos gustaría visitar (el que diga lo contrario, miente). Pero cuando nos zambullimos en sus aguas, el espectáculo no es menos bello. Zanzíbar es uno de los paraísos del buceo mundial. Y eso ya es decir mucho. Quizás sólo sea superado por el vitalista mar Rojo, donde el espectáculo multicolor está servido con tan sólo enfundarse un tubo y unas gafas de enórquel. Aunque no somos experimentados buceadores, sí hemos realizado en varias ocasiones el ‘discover scuba diving’ (también llamado bautismo), la fórmula que te permite realizar una inmersión acompañado de un instructor sin necesidad de tener la certificación. Por este motivo no podíamos perder la oportunidad de hacer buceo en Zanzíbar durante un viaje que también nos llevó a hacer un safari por cuatro de los parques nacionales de Tanzania.
Spanish Dancer Divers, nuestra elección para hacer buceo en Zanzíbar
Spanish Dancer Divers es una de las muchas escuelas de buceo de Zanzíbar. La ventaja es que algunos de sus instructores hablan español y eso facilita mucho las cosas. En la oficina que tienen en la playa de Nungwi, casi integrada en la arena, nos recibió Lalo, un barcelonés con alma gaditana que llevaba un par de años en la isla africana. Había encontrado su sitio huyendo de la presión de una gran ciudad como Barcelona. Lo entendemos. Nosotros que amamos el mundo rural, nos repele el estrés y el hacinamiento de las grandes urbes.
De todos los bautismos que hemos hecho en lugares tan diversos como Menorca, Madeira y el Algarve, los ha habido más profesionales y otros menos. El de Spanish Dancer Divers está en la lista de los primeros. No olvidemos que para los novatos, el buceo puede imponer o generar estrés y tensión. El agua no es nuestro medio natural y ahí aparecen los miedos e inseguridades.
Lalo nos hizo el primer día una pequeña clase práctica sobre nuestro material y las peculiaridades de la inmersión. Cómo compensar en el descenso, cómo eliminar el agua de las gafas, cómo actuar si perdemos el regulador, cómo comunicarnos debajo del agua… Y para poder aplicarlo nos sumergimos junto a la orilla e hicimos una serie de ejercicios que ayudaron a afrontar la inmersión del día siguiente con mucha más calma y seguridad.
Spanish Dancer Divers apuesta por la sostenibilidad y el respeto al medio ambiente y eso se ve desde el principio. En los detalles pequeños, como facilitarte unas cantimploras de aluminio para llevar agua la inmersión y no depender de botellas de plástico. Y también en la insistencia en respetar el medio marino. No tocar los corales, no molestar a los peces, incluso recoger algún plástico que pueda estar en el lecho marino. Lalo nos contó que la pesca en Zanzíbar está haciendo un grave daño a su rico fondo. Las redes arrasan con todo lo que encuentran a su paso. Incluso pescan en la reserva de la isla de Mnemba. «En Kenia ven a un barco de pesca merodear por una reserva marina y el pescador acaba en la cárcel», indica demostrando la diferencia con Tanzania. El problema es claro. Los pescadores han esquilmado la población de tiburones. Sin tiburones, el animal ocupa el primer lugar de la cadena trófica en el ecosistema marino, los peces que eran sus presas se multiplican. La consecuencia es que estas especies tienen que comer más peces herbívoros. Y estos últimos también desaparecen y con ellos la posibilidad de limpiar de algas el fondo coralino. Todo se desmorona. A pesar de todos estos problemas y amenazas, Zanzíbar sigue siendo uno de los mejores destinos del mundo para bucear. Con una variedad extraordinaria de especies y un fondo marino que se convierte en una auténtica explosión de color. Actividades de este tipo ayudan a preservarlo, ya que mandan un mensaje claro a los gobernantes: el océano también es un motor turístico que hay que cuidar y mimar más que nunca.
Navegamos en una de las embarcaciones tradicionales de Zanzíbar llamada ‘dhow’ realizada en madera rumbo a la isla de Mnemba. Poco a poco vamos visualizando este islote repleto de vegetación y rodeado de aguas turquesas casi irreales. La definición perfecta del paraíso. Aunque el edén está en el fondo y no en la superficie. Se trata de una isla privada (no de Bill Gates como cuentan algunos ‘beach boys’ en Nungwi). Se desconoce su dueño, pero en el interior hay montado un resort donde la estancia cuesta 1.500 euros por noche. Casi el mismo importe que tiene la sanción te hacen pagar si se te ocurre poner un pie en ella. Afortunadamente su atolón es libre e incomparable. Hicimos una primera inmersión para tomar contacto con el lecho marino a unos diez metros de profundidad. La corriente era muy fuerte y no pudimos disfrutar todo lo que esperábamos. Pero en la segunda inmersión comenzó el espectáculo. Peces ballesta, peces globo, estrellas de mar, morenas, pulpos, sargos… Un colorista escenario más propio de la película “Buscando a Nemo”. Y todo ello con Lalo pendiente en todo momento y facilitando la sesión para que estuviéramos lo más cómodos posible.
Y entre inmersión e inmersión, una buena ración de mango y donuts de Zanzíbar y después rollos de vegetales y sandía. Delicioso tentempié para reponer fuerzas y afrontar mejor el regreso a puerto. Desde las 8:30 horas hasta casi las tres de la tarde. Una mañana intensa y fructífera. Sin duda la sesión de buceo más larga de la que hemos disfrutado y que nos anima a dar el paso para obtener el ‘open water’ y así disfrutar de este deporte en el futuro con mucha más libertad.