Venecia hay que recorrerla en góndola —o vaporetto que es más económico—, Lisboa en tranvía, el Pan de Azúcar de Río de Janeiro en teleférico, la Sierra de Francia de Salamanca caminando y el Douro portugués en tren. Pero si nuestro destino es una de las ciudades más libertarias, desenfadadas, juveniles y abiertas de Europa, entonces tu medio de transporte tiene que ser la bici. Recorrer Ámsterdam en bicicleta es una obligación para meterse de lleno en el ambiente de la ciudad más poblada de Holanda. Los viajeros debemos poner en práctica continuamente el refrán que dice “donde fueres haz lo que vieres”. En Ámsterdam lo que se ve y mucho son bicicletas. Cientos y cientos de bicicletas que aparecen de todas partes como auténticos enjambres furiosos de abejas. Son las auténticas dueñas y señoras de la ciudad. Una de las máximas de todo aquel que la visita es la de extremar la precaución. Los vehículos de dos ruedas tienen prioridad sobre los coches, pero también sobre los peatones en algunas calles. Cuidadito con ir tranquilamente andando mirando las musarañas y cruzarse delante de una bici. La bronca del ciclista puede ser de campeonato. En ocasiones parecen conductores enojados como los que nos encontramos en un atasco en plena hora punta. Si en España hay gente que cambia de carácter al volante, en Ámsterdam lo hacen delante del manillar. Hay que acostumbrarse.
En nuestro viaje a Ámsterdam en cuatro días la mayor parte del tiempo nuestras piernas fueron el “vehículo de locomoción”. La ciudad holandesa —que no su capital, este honor corresponde a La Haya—se recorre fácilmente caminando ya que las distancias entre sus puntos más emblemáticos no son excesivas. El hecho de alquilar una bici durante un día fue, más que nada, para vivir en primera persona esa procesión de pedales, timbres, cadenas y sillines que inundan las principales calles. La experiencia de recorrer Ámsterdam en bici es muy satisfactoria y no supone un esfuerzo excesivo. La ciudad es totalmente plana, así que olvidaros de tener que ponerse de pie en la bicicleta para ascender una dura cuesta.
Consejos para recorrer Ámsterdam en bicicleta
Existe un amplio abanico de oficinas de alquiler de bicicletas en Ámsterdam. Siguiendo los consejos de otros blogs nosotros nos desplazamos hasta Centraal Station, concretamente a la sucursal que tiene allí la empresa Mac Bike. Por 4,25€ puedes utilizarla durante un día entero. Tan sólo te hacen una copia del DNI —es imprescindible llevarlo— y dejar un depósito, que en nuestro caso fue de 25 euros. En la oficina de Mac Bike nos atendió un holandés que trabajó durante mucho tiempo en Málaga, por lo que nos habló con un perfecto español disipando cualquier duda sobre cómo manejarnos por Ámsterdam en bicicleta.
La bici que usan las casas de alquiler es la típica bicicleta de paseo holandesa que cuenta con un cambio de tres únicas posiciones. No hay que volverse loco combinando platos con piñones. Con estas tres opciones es suficiente para moverse por Ámsterdam por comodidad ya que, insistimos, las cuestas brillan por su ausencia.
Junto con la bicicleta te facilitan un par de candados. Con uno se bloquean las ruedas, y otro es una cadena que pesa una tonelada y que sirve para amarrar el cuadro al aparcamiento. Teniendo en cuenta que Ámsterdam es una ciudad segura, llama la atención tanta precaución a la hora de estacionar la bici. No es un capricho ni que los holandeses sean unos desconfiados. La realidad dice que los robos de bicicletas en Ámsterdam están a la orden del día. De hecho una de las principales premisas que dan en la oficina de alquiler es que siempre, siempre, hay que utilizar el candado aunque simplemente vayas a perder de vista la bici durante dos minutos.
Al igual que un vehículo mal aparcado acaba siendo multado o retirado con la grúa, en Ámsterdam puede suceder lo mismo. Los ciclistas deben utilizar los estacionamientos reservados para sus vehículos de dos ruedas. No vale con dejarla amarrada a una farola o a la barandilla de un puente. El problema es que muchos de esos aparcamientos están saturados y, por mucho que busques un hueco, es imposible encontrarlo. En esos casos no pasa nada por dejarla unos pocos minutos en una farola. Nosotros lo hicimos mientras comíamos una exquisita sopa en un pequeño bar de Jodenbreestraat y no sufrimos ningún disgusto.
Otro aspecto muy a tener en cuenta es que la bicicleta no puede entrar en las calles peatonales. Son el único refugio que tienen los caminantes para que estén totalmente tranquilos. Del mismo modo que durante un paseo en bici por Central Park en Nueva York hay determinados caminos vetados para estos vehículos, en la ciudad holandesa pasa exactamente lo mismo con las calles cerradas al tráfico.
En España aún tenemos la idea generalizada de que las bicicletas están destinadas para el ocio. En Ámsterdam hay que cambiar por completo el chip. Las bicis son el medio para ir al trabajo, hacer la compra o llevar a los niños al colegio. Hay que hacerse a la idea de que es la versión ecológica y sostenible del coche, no es un medio para hacer deporte ni para salir de paseo. Por lo tanto, cuando un viajero alquila una bicicleta para recorrer Ámsterdam no puede ir en plan dominguero a dos kilómetros por hora. Los carriles bici son auténticas autopista donde impera el estrés y las prisas. Me río yo de un esprint del Tour de Francia en los Campos Elíseos. Esto es importante tenerlo en cuenta para recorrer Ámsterdam en bici a un ritmo lo suficientemente rápido que no obstaculice al resto de ciclistas. Igual que no podemos ir por la Gran Vía madrileña con el coche a diez kilómetros por hora recreándonos en el paisaje urbano, en Ámsterdam tampoco se puede ir en bici en ese plan.
Un último consejo. A la hora de alquilar una bicicleta en Ámsterdam hay que intentar llevarse una que tenga los frenos en el manillar, como las de toda la vida. Hay algunas que cuentan con un sistema de freno acoplado a los pedales. Es decir, pedaleando para atrás la bicicleta frena. Esta opción es más complicada y cuesta mucho acostumbrarse a ella. Experimentos, los justos.
Nuestro recorrido por Ámsterdam en bici fue muy intenso, ya que visitamos Centraal Station, el Dam, el entorno del Rijksmuseum, el Bloemenmarkt (mercado de las flores)… Aunque todos ellos fueron lugares a los que acudimos caminando durante nuestro viaje de cuatro días a Ámsterdam, la visión que tuvimos desde la bicicleta fue totalmente diferente. Una experiencia fundamental para sentir la ciudad holandesa desde sus entrañas.