Tengo desde hace tiempo un debate con mi amigo Marino Hernández sobre cuál es la ciudad más bonita de Italia. Yo me decanto por Venecia (de la que hablaré pronto en otro post), pero él destaca por encima de todas a Florencia. Es cierto que para disfrutar al máximo de esta ciudad hay que tener cierta atracción por el arte y la cultura y, especialmente, por la obras de Miguel Ángel. Pero Venecia tiene un encanto especial que te envuelve en cada rincón. Es cuestión de gustos, pero tengo que reconocer que Florencia nos dejó prendados después de pasar dos días enteros recorriendo sus calles, ya que el tercero lo destinamos a conocer Siena y Pisa. Eso sí, antes de viajar a Florencia recomiendo encarecidamente la lectura del libro “Miguel Ángel, una vida inquieta” de Antonio Forcellino. Se trata de una estupenda biografía del genial artista que me invitó a leer mi amigo Marino y que ayuda a vivir de una forma diferente el recorrido por todo lo mucho y bueno que nos ofrece la capital florentina. Aquí va el relato de ese viaje realizado en el puente de la Constitución y la Inmaculada de 2012 y que, aunque con mucho frío, dejó un recuerdo imborrable.
Para llegar a Florencia las opciones más utilizadas son los aeropuertos de la propia ciudad y el de Pisa, aunque nosotros nos decantamos por volar a Bolonia por razones de horarios y precio. Además, alquilamos un coche para poder visitar Pisa y Siena y no teníamos problemas por llegar a un aeropuerto un poco más lejano. Llegamos a primera hora de la mañana a Bolonia en un avión de Ryanair (120 euros ida y vuelta por persona) y tomamos el vehículo que habíamos alquilado con Herz dentro de la reserva del vuelo. De Bolonia a Florencia hay 107 kilómetros que se tardan en recorrer casi una hora y media porque había obras (aún continúan en algunos tramos dos años después) y al ser pleno mes de diciembre había nevado en algunas zonas.
En Florencia elegimos para alojarnos el estupendo hotel Plaza Lucchesi **** (Lungarno Della Zecca Vecchia, 38) (89 euros por noche la habitación doble con desayuno). Está estupendamente situado (a cinco minutos andando de la Santa Croce y del Ponte Vecchio) y además tiene parking, algo que era fundamental ya que en el centro de Florencia es imposible aparcar en la calle. Nos dieron una fantástica habitación con una amplia terraza con vistas al río Arno. Hotel casi de lujo por un precio asequible para ser una ciudad cara como es Florencia.
Itinerario sobre qué ver en Florencia
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