Colores, tango, pobreza, artesanía, turismo y, por supuesto, Maradona. El barrio de La Boca puede resumirse en estos conceptos, aunque por supuesto es mucho más. Nadie que vaya a Buenos Aires se puede quedar sin pasear por su Caminito o adentrarse en ese templo llamado La Bombonera donde ‘El Pelusa’ empezó a maravillar al mundo. En La Boca convive la Buenos Aires más humilde con las hordas de turistas que buscan fotografiar las coloridas casas de su callejón más famoso. Excursionistas que llegan en autobuses, paran junto al sucio Riachuelo, sacan unas cuantas instantáneas, compran dos o tres recuerdos y vuelven al mundo ficticio. Es una visión un tanto reduccionista. Como acudir a un decorado de Hollywood que recrea una favela de Río y creer que ya se ha estado en la parte más gris de la ciudad carioca. Cierto es que visitar La Boca no es sinónimo de patearla de arriba abajo como sucede en Palermo, Recoleta o San Telmo. De hecho la recomendación es no apartase de las calles que rodean a Caminito, ni mucho menos cruzar al otro lado del Riachuelo. Nosotros le dedicamos una mañana entera porque al menos merece eso. Llegamos temprano en autobús con el barrio casi desierto y nos despedimos cuando decenas de turistas ya habían invadido los apenas cien metros de Caminito. Bonito contraste.
A la Boca no llega el Subte (metro). El lugar donde los inmigrantes españoles e italianos arribaban a Argentina para trabajar en las fábricas de procesamiento de carne y en el puerto, sigue estando en un escalón inferior. Y contra el olvido, imaginación. La de los boquenses que, con la pintura que sobraba de remozar sus barcos, empezaron a decorar las fachadas de sus casas. Cuando se acaba la roja, se empezaba con la verde y después, con la amarilla. Casi sin quererlo, el barrio había adquirido una personalidad propia y el color esperanza ponía el contrapunto al pesimismo por la falta de oportunidades. Surgió Caminito, el nombre de un tango de Juan de Dios Filiberto cuya letra se puede ver en una de las placas de esta singular calle. Ya no hay solo casas multicolores. Hay murales, leyendas, puestos de artesanía… Arte urbano. Arte del pueblo sin patrones ni reglas. Arte espontáneo que ha logrado el reconocimiento y la admiración. Porque aunque Caminito se haya convertido en un parque temático para el turismo, es este fenómeno el que ha conseguido que aparezca en el mapa y se genere riqueza. Si todos los que vamos compramos un mate a un vendedor callejero, un tarro de dulce de leche en una confitería o una pintura a uno de los artistas que ofrecen sus obras, estamos ayudando a todo un barrio como es el de la Boca de Buenos Aires. Sin turismo, la depresión sería aún mayor.
Autobús con parada en el Riachuelo para comenzar a visitar La Boca
Un viejo autobús con el número 64 nos llevo desde la calle Hipolito Yrigoyen, junto a la avenida de Mayo, hasta La Boca. Un trayecto corto que incluso se puede hacer caminando. El bus hace parada junto al Riachuelo, ese auténtico estercolero acuático que tienen que soportar los boquenses. Años de lanzamiento de residuos de todo tipo han contaminado hasta límites insospechados el río que divide Buenos Aires ciudad de su provincia. El hedor en ocasiones es insoportable y los intentos por limpiarlo han sido en vano por culpa de la corrupción. Contra la desesperanza, más imaginación. El paseo que hay junto al Riachuelo se ha impregnado del colorido de la Boca. Resulta agradable asomarse al agua imaginándonos que es el puerto de cualquier ciudad, mientras vemos el inmenso puente de hierro que se ha convertido en uno de los símbolos del barrio.
Caminito, el color de la esperanza de La Boca
“Caminito que el tiempo ha borrado, que juntos un día nos viste pasar, he venido por última vez, he venido a contarte mi mal”. Cuando en 1926 el compositor Juan de Dios Filiberto y el letrista Gabino Coria compusieron el tango que popularizó Carlos Gardel, no podrían imaginar que el callejón al que le da título se convertiría en el más popular de todo Buenos Aires. El tango inspiró al artista Quinquela Martín a darle una clara seña de identidad a este lugar: el arte urbano. Como no podía ser de otra manera, la letra de Caminito está plasmada es un azulejo al comienzo del mismo. Nada como recordar la voz sedosa, pero rotunda de Gardel para deslizarse por los adoquines “engalanados” con algunas malas hierbas.
“El maestro. El coro. El trabajo”, obra de Humberto Eduardo Cerantonio, resume muy bien el barrio de La Boca. Un relieve lleno de fuerza que da paso a una sucesión de creaciones que nos atrapan. Una de ellas, una réplica de una de las pinturas del propio Quinquela Martín. “Día de trabajo” es su nombre. En ella, las humeantes fábricas del barrio sirven de horizonte mientras unos trabajadores descargan los barcos en el puerto. Una embarcación luce con orgullo los colores insignia de La Boca, el amarillo y el azul. Los que adornan la camiseta del Boca Juniors y que tienen un porqué que más adelante revelaremos.
Caminito no solo es pasear, porque es un café intenso en una taza minúscula. Caminito es sentarse en uno de sus desvencijados bancos de color verde a ver la vida pasar. Da igual que sea la tranquilidad que disfrutamos a primera hora de la mañana, o el bullicio del mediodía. Un ambiente animado por parejas caracterizadas como bailarines de tango que ofrecen hacerse una foto con ellos. También nos podemos retratar con un clon de Diego Armando Maradona, con más años que ‘El Pelusa’, aunque con menos barriga. Por un momento nos trasladamos al paseo de la fama de Hollywood donde los imitadores de Elvis y Marilyn posan a cambio de unas monedas. ¡Qué contraste! Hollywood y Caminito.
Sin casi darnos cuenta el callejón multicolor llega a su fin. Desemboca en una plaza con más resquicios de arte y en la que una pizzería centra todos los flashes. ¿El motivo? Su nombre. Estación Caminito. El lugar que eligen muchos turistas para inmortalizar el momento de visitar La Boca. En su puerta, como si fuera una prolongación del escenario de su interior, se extiende una pequeña tarima. Un caballero con voz profunda y micrófono en mano llama a entrar en su local a ritmo de tango.
La Bombonera, el templo de La Boca
En La Boca, el templo que más devoción genera no tiene cruces, imágenes de santos, velas, ni un retablo de incalculable valor. El santuario de peregrinación del barrio porteño tiene gradas, césped, videomarcadores y palcos VIP. Eso sí, la religión que se profesa también es monoteísta. Su Dios, Diego Armando Maradona.
Enfilamos la calle Garibaldi. No confundir con la vía del mismo nombre del suburbio bonaerense de San Fernando. Esa en la que encontró refugio el criminal nazi Adolf Eichmann, el autor de la solución final. La misma en la que los agentes del Mosad le dieron caza para juzgarlo en Israel. Esta también recibe el nombre del militar italiano, aunque en este caso nos lleva al templo que mencionábamos. Y lo hace pegada a unos raíles. Las vías del tren que parten a la mitad del barrio de La Boca. La calle Garibaldi no es menos impactante que Caminito. Las casas pintadas y, en este caso, los grafitis del “santo” argentino Gauchito Gil, de Riquelme y del propio Maradona nos guían hasta el templo boquense.
Si llama la atención que unas vías del tren se incrusten en una estrecha callejuela del barrio, mucho más aún que lo haga un estadio con capacidad para más de 57.000 espectadores. Sólo unos días después de nuestra visita se jugaba allí un Argentina-Perú fundamental para la clasificación de la albiceleste para el Mundial de Rusia 2018. Resulta difícil imaginar cómo en este modesto barrio con edificios de no más de tres plantas, estrechas calles y donde ni tan siquiera llega el Subte, se puede acumular tal cantidad de gente. Es la grandeza de La Boca y de La Bombonera.
Históricamente las construcciones más altas de cualquier ciudad o pueblo eran las iglesias, catedrales o basílicas. En La Boca, su particular templo también se eleva por encima del resto. Lo vemos al fondo cuando caminamos por la calle Garibaldi. Con sus característicos colores azul y amarillo. Por cierto, habíamos dejado pendiente de dónde venían. Resulta que en sus inicios, Boca Juniors jugó con diferentes colores hasta que su presidente por entonces, Juan Rafael Brichetto, decidió elegir unos definitivos. Propuso que los colores de la bandera del primer barco que llegara al puerto del barrio al día siguiente serían adoptados por el club. La primera embarcación que llegó fue sueca y, desde entonces, el azul y el amarillo tiñen la elástica del equipo.
Historias como ésta pudimos escucharlas durante la visita guiada a La Bombonera o, mejor dicho, al estadio Alberto José Armando, que es su nombre oficial. Un tour al estilo de los que se hacen en otras canchas del mundo como el Santiago Bernabéu de Madrid. Primero disfrutas de un elegante y moderno museo que te hace olvidar por unos momentos la decadencia colorista del barrio de La Boca. Y después, te adentras en el estadio para conocer las gradas, los vestuarios, la sala de prensa y un gran vestíbulo con las esculturas, a tamaño real, de los grandes mitos que han pasado por el club. Incluso puedes saltar en la grada donde la hinchada local se sitúa de pie y que está justo encima del vestuario visitante. Una forma de intimidar al rival con el sonido ensordecedor de cientos de personas dando botes a la vez.
La entrada al Museo de la Pasión Boquense con el recorrido guiado por La Bombonera tiene un precio de 240 pesos argentinos por persona (10 euros aproximadamente) y nadie que vaya a visitar La Boca se puede quedar sin entrar aunque no sea futbolero.
Justo delante del estadio hay unas cuentas tiendas de recuerdos con precios más económicos que en otras zonas de Buenos Aires. Un buen lugar sin duda para llevarse algún regalo del barrio más auténtico de la capital argentina.
Regresamos sobre nuestros pasos esta vez con un Caminito totalmente diferente. Los artistas callejeros habían desplegados sus puestos y los turistas comenzaban a poblar el callejón. Varios puestos de comida con parrillas asando carne y salchichas a fuego lento ayudaban a abrir el apetito. Antes de tomar de nuevo el autobús rumbo al centro de Buenos Aires, un mercado de artesanía nos llamó la atención en la calle Magallanes. Otro buen lugar para apoyar a los vendedores locales. Además, los amantes del arte pueden hacer una parada en la Fundación Proa, un moderno museo en el que exponen los artistas nacionales e internacionales más vanguardistas.
Y nos despedimos junto al sucio Riachuelo. En la llamada plazoleta de los Suspiros —allí acudían los inmigrantes, sobre todo genoveses, a recibir noticias de sus familiares y compatriotas—. Pues eso, con un suspiro de nostalgia y tarareando Caminito dijimos adiós a La Boca. Una de las razones de peso por las que conocer Buenos Aires y teñir de color un viaje a Argentina por libre como el que nosotros hicimos.
Hola!! he estado leyendo un poco vuestro blog y me parece muy interesante. Mi idea es ir a Argentina ahora a mitades de noviembre pero no me decido pq lo veo un país inseguro…la verdad, me da un poco de miedo. Iríamos 2 chicas… cuál es vuestra opinión sobre la seguridad en este país?
Hola Sonia, gracias por visitar el blog. Te aconsejamos sin lugar a dudas el viaje a Argentina y no tengas ningún miedo con la seguridad. Es un país seguro. Nosotros notamos pocas diferencias con España en ese sentido. Obviamente Buenos Aires, como cualquier gran ciudad, tiene zonas a las que no es recomendable ir por la noche, como el propio barrio de La Boca. Pero por el centro nosotros paseamos sin problema a cualquier hora. Hay que tener las precauciones básicas con las pertenencias y, por ejemplo, no ir con grandes cámaras de fotos fuera. Se producen robos de cámaras réflex al descuido. Nosotros en Buenos Aires la dejamos en el hotel, pero en el resto del país ni tan siquiera había problema con eso. Ushuaia, El Calafate, Bariloche, Iguazú son lugares muy seguros así que podéis realizar el viaje con total tranquilidad. Un saludo.
Hola. Leerlos a ustedes me anima a hacer mi viaje a Argentina. Tengo planeado hacerlo en octubre e iré sola. Viajo desde Colombia. El tiempo estimado es de 12 dias máximo. Tengo una duda: Los paquetes de tours para El Calafate y Ushuaia es recomendable hacerlo al llegara estos destinos o debo con anticipación antes de viajar?
Hola Marly Stella. Muchas gracias por tu mensaje y por tus palabras. Nosotros contratamos los tours de El Calafate y Ushuaia allí mismo. Ten en cuenta que fuimos a finales de septiembre y era temporada baja, por lo que no había problema de reservas. Si quieres hacer, por ejemplo, la caminata por el Perito Moreno (Big Ice), te aconsejamos que la reserves con antelación porque las plazas son más reducidas. Pero la navegación por los glaciares y las que se ofrecen en Ushuaia no están tan limitadas, aunque también por tranquilidad puedes hacerlo antes. Un saludo y disfruta mucho del viaje a Argentina.