No todo es safari en un viaje por Kenia. Se puede —y se debe— adentrarse en la sabana para pasar una mañana con una auténtica tribu del Masái Mara. Una excursión inolvidable
Tanto los que son fanáticos de los safaris como los que quieren iniciarse y realizar un primer viaje de este estilo suelen decantarse por África y más concretamente, por el parque del Serengueti que une Kenia y Tanzania.
Todo circuito por Kenia suele recorrer una serie de puntos obligatorios como las casas árbol de Aberdare, el Lago Nakuru y, por supuesto, Masái Mara, donde al margen del safari habitual os recomendamos vivir una experiencia como la de pasar una mañana con la tribu Masái.
¿En qué consiste la excursión en una tribu Masái en Kenia?
Por lo general se suelen pasar un par de noches en el Masái Mara. Para los más aventureros existen una especie de tiendas de campaña de lujo para dormir en mitad de la sabana y sentir esa —supongo— emoción de oír a los animales salvajes merodear cerca de tu cama mientras unos cuantos guías hacen guardia escopeta en mano. Para los que somos un rollo y tenemos un exagerado apego a nuestras vidas existen unos lujosos resorts con sus poco peligrosas piscinas, sus nada aventureros restaurantes, sus inofensivos cubatas… Un castigo.
Durante las dos noches que se suelen pasar en Masái Mara hay una actividad absolutamente obligatoria que es un safari de madrugada, justo cuando está saliendo el sol, que es impresionante. Es el momento del día en el que los animales están más activos, por lo que no hacen falta horas de exploración para avistar un león echando la siesta. Aquí es meterse en harina y empezar a ver leones acorralando cebras, las hienas haciendo cola para ver si dejan sobras, los elefantes marcando territorio… Al tratarse de un safari de madrugada estarás de regreso al hotel para vivir uno de los desayunos más alterados que recuerdes. Gente, como tú, excitada por lo que acaba de vivir y compartiendo trofeos en forma de foto con un león en plena pitanza o un selfie rodeado por cientos de ñus.
¿Y después de desayunar qué hacemos? Pues aquí llega nuestra sugerencia. Muy probablemente os van a ofrecer una excursión opcional que consiste en visitar la aldea de la tribu Masái. Contratadla. No niego que tiene ya un gran enfoque turístico, pero en el fondo es auténtica.
Se os indicará que caminéis en grupo por un sendero durante unos minutos hasta el punto en el que os estarán esperando los Masái. Ellos no pueden —o eso dicen— invadir el territorio del hotel así que aguardan. Os reciben, os saludan —todo en inglés, ojo, y un inglés a su manera— y os dan las instrucciones del paseo hasta su aldea. Son cerca de 30 minutos de caminata en los que, «aunque puede haber leones alrededor», tragas saliva, «vais a estar seguros si no os salís del camino» porque ellos rodean el grupo con sus poderosas… ¡lanzas y dagas! Durante el trayecto van haciendo paradas, cortan ciertas hojas y explican que unas sirven para curar heridas, otras como cosméticos, otras se comen y te las dan a oler y a probar. A veces señalan las huellas recientes de animales para que tengas constancia de que, en efecto, no estamos solos…
El espectáculo en la aldea
La llegada a la aldea es un espectáculo. De entrada suelen hacer un show de bienvenida en el que las mujeres Masái hacen un bailecito con extraños ruidos guturales y luego invitan a bailar a las turistas. El show de los hombres es una danza que consiste en una especie de concurso de saltos en parado y con los pies juntos que pondría en aprietos al mismísimo Cristiano Ronaldo. Y hablando del jugador de Madeira: ¡es un ídolo! Nunca sabes cómo, pero de repente sale el tema del fútbol. ¿Os gusta el fútbol?, les preguntas, y empiezan a recitarte la alineación del Real Madrid y del Manchester United de memoria. Una cosa lleva a la otra, te desafían y te ves en un descampado —no olvidemos lo de los leones— jugando un improvisado partido de fútbol ‘turistas españoles-tribu Masái’. Tú con tus Adidas y tu supuesta cultura táctica, ellos descalzos y corriendo como locos, pero entran más fuerte, corren más rápido y te ganan.
Como te ven fatigado te ofrecen beber de un extraño recipiente muy alargado y en el que no aciertas a ver qué hay dentro. Si bebes, hazlo y no preguntes. Si preguntas, escupes. Es un batido de leche con sangre de vaca que a ellos les resulta una delicatessen, pero que… Pues eso, que es sangre.
Visita a las casas y ‘señales’ de amistad
Cada miembro de la tribu escoge a una pareja de turistas y los mete en su casa. Allí les enseña que todas sus paredes están construidas a partir de excremento de vaca. En la choza suelen tener encendido un fuego que ilumina un poco el interior y que calienta lo que vayan a comer ese día. Y aquí viene el lado turístico. El Masái se quita el colgante que lleva al cuello —es un colmilllo auténtico— y te lo da como señal de amistad, de respeto, de orgullo por tu visita… y son 20 euros. No importa. El collar es bonito y la experiencia ha merecido la pena, de sobra. Pero las mujeres no se van a ir de vacío, y para ellas han montado también un mini mercadillo de pulseras, colgantes y pendientes que les encanta. Y aquí hay un problema. ¿Quién sale a dar un paseo en pleno Serengeti con 50 euros en el bolsillo? Salvo que te pienses que puedes llamar a un taxi para volver al hotel la mayoría vamos pelados, así que le pides prestado al típico que compra recuerdos en todas las paradas o no hay souvenir.
Es hora de regresar. La tribu te acompaña al punto en el que te habían recogido. El viaje de vuelta se hace duro porque ya son cerca de las 14:00, el sol pega muy fuerte y el hambre aprieta, pero lo haces aprovechando tus últimos minutos con los Masái para freírles a preguntas antes de despedirte para siempre. En el camino me contaron que siguen manteniendo la tradición de que el paso de la infancia a la edad adulta de un Masái consiste en abandonar la aldea y no volver hasta haber matado a un león. Tarde lo que tarde en conseguirlo.
Nos explicaron que llevan a sus hijos a escuelas y que es allí donde aprenden inglés, que también se desplazan para comprar alimentos y que, muy de vez en cuando, les dejaban entrar en el hotel para ver algún partido de fútbol. Viendo como me hablaban de Benzema, Cristiano y Sergio Ramos, algo me dice que estar en una cafetería y tener al lado a un Masái es más frecuente de lo que dicen.
Fotografías: Cynthia Alonso.
Hola, buenas… Me llamo Maximilian. Aprovecho la campaña de Bitácoras para pasar por aquí y decirte que te acabo de votar para tu categoría, y si de paso tienes un hueco libre para “hazmepoeta.com” en Arte y Cultura sería genial. Muchísimas gracias por adelantado y suerte!!
Sí, yo también he oído que los masai de Tanzania son una mierda. Prueba otro año en Kenia a ver si están a la altura de tus expectativas aventureras
Nosotros estamos en Tanzania y sin ánimo de molestar ni ofender, eso no es un pueblo masai de verdad, eso es un teatro para turistas. Estoy de acuerdo contigo en que los masai normalmente visten de masai. Por casualidades de la vida hemos terminado visitando muchos pueblos masai y no tiene nada que ver. Las mujeres en su mayoría no se dedican a fabricar pulseras para venderlas a los guiris, y mucho menos los niños van a la escuela. Eso es de la escuela es un royo que sueltan a los turistas que sueltan 25 dolares por entrar en ese teatro. Los niños al igual que las mujeres deben trabajar. Estudiar ni se lo plantean.
Los hombres hacen de guerreros y ven la vida pasar.
Es un sistema patriarcal con ciertos toques curiosos como la dote que debe entregar el pretendiente a los padres de la niña (entre unos 5 o 6 años) con la que se casará cuando esta cumpla los 15.
Son gente muy hospitalaria y te ofrecen comida y que te deja dormir, casi que se ponen tristes cuando marchas y en ningún caso te intentan vender nada. A menos claro esta, que vayas al teatro. Como viajeros a veces nos estafan, a todos nos ha pasado, en este caso te pasó a ti. Ellos solo suelen bailar cuando hay una boda, una circuncisión y una ceremonia de ablación femenina prohibida por el gobierno tanzano pero que aún practican algunas tribus.
Eso sí, la actividad debió ser divertida y eso es lo que cuenta, cuatro fotos y todos los contentos.
Por cierto, no es tan alocado hacer noche en tienda de campaña en mitad de la sabana, deberías dejar el resort de lujo y divertirte con el resto de mortales. 😉