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La primera capa no suele ser la más bella. Hay que escavar, ahondar y profundizar para localizar los auténticos tesoros. Eso supone esfuerzo, constancia, paciencia… En muchas ocasiones nos quedamos a medias. Nos cansamos demasiado pronto. Tiramos la pala a un lado y preferimos no concluir la tarea aunque esté inacabada. No somos conscientes de que la recompensa final hace que valga la pena el más arduo de los trabajos.
Dice la leyenda que donde se entrelazan la Sierra de Francia y la Sierra de la Quilama en la provincia en Salamanca había un tesoro. Uno de los muchos que dicen estar escondidos en unas tierras repletas de lugares misteriosos como la Cueva de la Mora y el Castillo Viejo. Este tesoro estaba en Valero, en el paraje de la fuente de La Higuera. Para salir de dudas, los vecinos de la zona pidieron ayuda a un zahorí. Al zahorí de Pinedas. Hasta allí acudió y, basándose en sus conocimientos, intuiciones y fórmulas, marcó el lugar exacto donde estaba enterrado. “Primero descubriréis un canal de agua y después, tres vasijas. Una con ocho arrobas de oro, la segunda con oro y plata y la tercera, y más valiosa, con veneno”, les dijo el zahorí.
Los lugareños se pusieron manos a la obra y efectivamente hallaron el agua. Siguieron por tanto cavando hasta que, frustrados por no encontrar nada, cesaron en su empeño. El zahorí, que esperaba a la sombra de una encina, insistió en que siguieran con la tarea y poco después partió rumbo a Pinedas guiado por un hombre de Valero. Cuando estaba a punto de entrar en su pueblo, el zahorí gritó: “Los excavadores acaban de abandonar su tarea. Así jamás hallarán el tesoro”. Su acompañante regresó en ese momento a Valero y efectivamente comprobó que la predicción del zahorí era cierta. La excavación había acabado y el tesoro nunca salió a la luz.
Pinedas es como el tesoro que marcó su famoso zahorí. Una joya escondida. Una localidad pequeña, olvidada, desconocida. No aparece en ninguna de las rutas por la Sierra de Francia salmantina. Pero sin embargo puede presumir de tener uno de los entornos naturales más espléndidos del parque natural. Una auténtica atalaya rodeada de cerezos, melocotoneros, olivos… y con la vista puesta en el frondoso valle del río Alagón, por un lado, y en las cumbres nevadas de la Sierra de Béjar, por otro.
Turismo rural en la Sierra de Francia para hallar el auténtico descanso
Podemos decir sin equivocarnos que la Sierra de Francia es una de las reservas más puras y fascinantes de España. Y lo es porque aún no ha sido “invadida” y está muy lejos de serlo. Es normal encontrar turistas cada fin de semana en localidades como La Alberca, Mogarraz y Miranda del Castañar, pero sin caer en la tan temida masificación. Lo mejor de todo, es que los que quieren subir un escalón en cuanto a tranquilidad y paz, lo pueden hacer. Pinedas es un perfecto ejemplo. Un pueblo donde el contacto con la naturaleza y con la esencia de la Sierra de Francia es pleno.
Recalamos en Pinedas para pasar un fin de semana que se tornó sorprendente. A pesar de haber pateado casi de arriba abajo el parque natural y ser salmantinos de pura cepa, nunca habíamos visitado esta población. Y lo hicimos en la única casa rural de Pinedas y una de las mejores para hacer turismo rural en la Sierra de Francia. Su nombre, El Zahorí de Pinedas.
Conchi, su propietaria, es un perfecto ejemplo del emprendimiento de la mujer en el medio rural. Apostó por Pinedas y por su potencial con una casa en la que no falta ni un detalle. Desde que cruzas el umbral de su gran puerta de madera, todo sabe a hogar. A viejos recuerdos de las casas del pueblo, pero con las comodidades de las viviendas actuales. La chimenea, el patio con su barbacoa, el imponente balcón del dormitorio, los armarios de auténtica madera… Se trata de una casa rural de dos pisos y tres habitaciones dobles y dos baños. El principal, cuenta con una inmensa bañera de hidromasaje para dos personas que convierten al Zahorí de Pinedas en un retiro ideal para familias, pero también para parejas que quiera reavivar la llama.
Pero una casa rural no sólo se diferencia de un hotel en ese ambiente hogareño. También en el trato. En que no te den una llave y se olviden de ti. En que abras la puerta y te encuentres como obsequio una botella de vino blanco de la viña familia. Un platito de embutido de matanza. Unos bollos para desayunar. Que Conchi se ofrezca a guiarte por el entorno del pueblo para mostrarte sus miradores, campos de cerezos, de melocotoneros, las huertas y una clase práctica de bordado serrano con las mujeres de la localidad. Que sus suegros, Manolo y Amalia, te cuenten anécdotas del pueblo y dejen preparada la leña de la chimenea y la barbacoa con un mimo extraordinario. Eso es parte de la esencia del turismo rural.
Qué hacer en Pinedas, atalaya sobre el valle del río Alagón
En Pinedas, además de descansar, es posible adentrarse en el paisaje más auténtico de la Sierra de Francia. Ese que combina la vegetación autóctona de robles, castaños, alisos y hayas con la que ha ido incorporando el hombre para sacar provecho de estas fértiles tierras: cerezos, vides, olivos, melocotoneros. “La Toscana salmantina” en su esencia. Esa que se puede disfrutar en rutas de senderismo como la de los Tres Ríos en Sotoserrano o la del Bosque de los Espejos entre San Martín del Castañar, Sequeros y Las Casas del Conde.
En cuanto sales del casco urbano de Pinedas, el espectáculo está servido. Aunque no hay ninguna ruta señalizada, sí se puede hacer alguna caminata por el entorno sin miedo a perderse. En estos paseos podemos comprobar el entramado de pequeños huertos y parcelas que fueron la fuente de riqueza de la localidad. Sólo unos pocos continúan vivos. O bien para que sirvan de pasto para las vacas, o para que crezcan vigorosos cerezos que en la época de la floración convierten a Pinedas en una especie de Jerte en miniatura. El abandono de algunas parcelas y también de muchas casas de la localidad es un reflejo de esa España rural que agoniza. Ese país vaciado que se merece un impulso para reflotar. Porque potencial tiene. Tan sólo hay que apostar decididamente por él. Conchi con su casa rural lo ha hecho, pero hacen falta muchos más impulsos.
El espectáculo de los cerezos en flor en la Sierra de Francia
Este primer paseo que os proponemos tiene sólo 3 kilómetros. Hay que tomar el camino que sale junto a la casa rural El Zahorí de Pinedas y la coqueta iglesia de la localidad.
En nuestro itinerario podremos disfrutar de unos cuantos campos de cerezos hasta llegar a una atalaya privilegiada. Un mirador sobre el valle del río Sangusín en el que veremos justo enfrente la vecina localidad de Molinillo.
Ruta de la Hoya de las Majaetas
Los aficionados al senderismo que quieran subir un poco el nivel, cuentan con otra apasionante ruta circular de 12 kilómetros que nos sorprendió por su belleza. Transita en primer lugar por los huertos y parcelas del pueblo, hasta abandonar el camino cruzando un par de porteras de alambre que deberemos dejar cerradas. Transitaremos por una vereda apenas visible invadida por las jaras, pero de una anchura considerable. En constante bajada desembocamos en una pista que desciende hasta el punto donde el río Sangusín vierte sus aguas en el Alagón. Una vez allí, y siguiendo el ‘track’ de Wikiloc que adjuntamos en este post, podéis acercaros a dos puntos donde se aprecian las formas que el agua ha ido modelando en la roca granítica. El primero está en el punto exacto de la desembocadura y el segundo, en el propio curso del río Alagón.
Es la llamada Hoya de las Majaetas. Pozas y formaciones sorprendentes dignas del mejor cañón para practicar el barranquismo. En época de lluvias, el río va formando una serie de cascadas donde su sonido es prácticamente atronador. El espectáculo de la roca horadada por el mejor escultor posible: el tiempo.
Deshacemos lo andado para tomar la pista que sale a nuestra derecha. Aunque la subida es constante, es el tramo de la ruta más sencillo ya que no ofrece confusión alguna. Primero caminamos en paralelo al río Alagón disfrutando de un auténtico vergel donde el verde el es el dominador. Podemos desviarnos a la derecha para contemplar el puente que comunicaba con Miranda del Castañar, pero que acabó derruido por culpa de una riada. En su entorno es posible darse un chapuzón en la época estival en algunas pozas que va formando el Alagón con sus frías aguas.
Subimos entre pinos, robles y castaños hasta desembocar en la carretera que une Pinedas con Sotoserrano y que apenas tiene tráfico. Por ella haremos los últimos dos kilómetros de la ruta para disfrutar de nuevo de algunos campos de cerezos y uno imponente de melocotoneros. En la época de la floración, las flores rosadas de estos últimos son un verdadero espectáculo natural.
Son solo dos propuestas de caminatas en el entorno de Pinedas, pero se pueden hacer muchos más planes. Por ejemplo visitar localidades con encanto en la Sierra de Francia como San Martín del Castañar, Miranda del Castañar, Las Casas del Conde, Sequeros, La Alberca o Mogarraz. O hacer una parada en Béjar para disfrutar de su interesante gastronomía y desde allí practicar el deporte del esquí en la estación de La Covatilla y perderse por otro de los pueblos más bonitos de España como es Candelario.
Un fin de semana de turismo rural en la Sierra de Francia que deja huella y que permite eso que tanto se busca en una escapada de este tipo, la absoluta desconexión.