Ruta de la Hoz del Júcar (Cuenca). Dificultad: Fácil. Distancia: 7,10 kilómetros (ruta circular). Duración: 2 horas y 15 minutos aproximadamente
Los aficionados al senderismo tienen en Cuenca un lugar de visita forzosa. La experiencia de caminar por la Serranía conquense en lugares como el nacimiento del río Cuervo o del Júcar es algo formidable. Pero una de las particularidades de esta provincia es que, desde su propia capital, parten rutas que se adentran en un paisaje donde se puede comprobar cómo los inmensos barrancos de roca caliza abrigan y abrazan a la ciudad castellano manchega. Pocas urbes permiten la posibilidad de iniciar en su casco histórico un recorrido apasionante, repleto de miradores y con una compañía muy especial: el curso del río Júcar. Estamos hablando de la ruta de la Hoz del Júcar, un sendero por el que los conquenses se relajan y desconectan y en el que los turistas disfrutamos de un paseo emocionante y lleno de sorpresas.
En nuestro viaje de tres días a Cuenca programamos la ruta de la Hoz del Júcar el domingo por la mañana a primera hora. A un buen ritmo, el camino se solventa en apenas dos horas, por lo que es una buena forma de activarse y dejar el resto de la jornada para recorrer algunos puntos interesantes de la capital conquense. Como se trata de un sendero en perfecto estado, se puede llevar un calzado ligero de montaña o incluso unas deportivas. Además se encuentra perfectamente señalizado con los indicativos verdes y blancos del sendero SL-CU 11. No obstante, es una ruta perteneciente a la iniciativa “Cuenca, flor de senderos”, formada por tres itinerarios perfectamente marcados en torno al casco histórico de la ciudad.
La Hoz del Júcar, una ruta de senderismo desde el casco urbano de Cuenca
Para iniciar el camino nos tenemos que desplazar el coche o andando hasta la zona conocida como Recreo Peral, un chiringuito junto al Júcar en la parte baja de la ciudad al que se puede bajar caminando desde el casco histórico por el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias. Allí es posible también dejar el vehículo, ya que hay unas cuantas plazas de aparcamiento.
A la altura del Recreo Peral existe un pequeño puente que hay que cruzar para, al lado de la carretera que va a Villalba de la Sierra, comenzar el camino con una ascensión por el barranco de roca caliza. La ruta de la Hoz del Júcar empieza de manera exigente con la primera de las dos subidas que tiene el trayecto, aunque pronto tendremos una recompensa. Se trata de la mejor panorámica del popular barrio de San Martín y sus rascacielos. Tranquilos, no nos hemos trasladado de un plumazo a Nueva York. Las construcciones medievales de este distrito conquense tienen sólo cuatro o cinco plantas. Lo curioso es que si las vemos desde este punto de la ruta de la Hoz del Júcar, da la impresión de que tuvieran justo el doble. El truco es que los edificios están levantados sobre la roca excavada, lo que hace que si los vemos desde la calle Alfonso VIII del barrio de San Martín veamos sólo cinco plantas. Pero en el lado contrario, el bajo se convierte en el quinto y da la impresión de que tienen diez pisos. Una esas historias mágicas y curiosas que nos ofrece Cuenca.
La ruta de la Hoz del Júcar sigue en su primer tramo el recorrido de un vía crucis que concluye en la ermita de San Julián “El Tranquilo”, pero antes podemos contemplar más panorámicas de excepción. En la parte más alta del barranco hay que detenerse en el conocido como Mirador de Cuenca desde el que deleitarse con una vista excepcional del casco histórico de la capital. Desde la Torre de Mangana hasta el elevado barrio del Castillo, el caminante obtiene una completa postal en la que se aprecia parte del encanto que desprende la zona vieja de Cuenca en fusión con su entorno natural. Mención especial merece la iglesia de San Pedro, una de las más antiguas de la ciudad, y que en este lugar ofrece una perspectiva muy diferente e interesante.
Pero otro aspecto que llama la atención cuando contemplamos estas vistas de Cuenca es el propio río Júcar y su intenso color verde. Esta tonalidad del agua es producto de los minerales que aportan las rocas que abrigan el cauce del río y es una de sus señas de identidad. Incluso el poeta Gerardo Diego habló del “Agua verde, verde, verde, agua encantada del Júcar” en su Romance dedicado al río.
Varios miradores nos permiten contemplar las privilegiadas vistas que se obtienen desde el barranco por el que transita la ruta de la Hoz del Júcar. Otro de los más interesantes es el de Emiliano, que posee una roca prácticamente suspendida en el aire desde la que se pueden tomar espectaculares fotografías.
La primera parte del recorrido concluye en la ermita de San Julián “El Tranquilo”, un pequeño templo dedicado al patrón de Cuenca, ya que a este lugar se retiraba a orar durante su etapa como obispo de la Diócesis. Allí tenía la tranquilidad que no le daba la capital, y no es para menos. Se trata de un enclave con un encanto especial y lleno de espiritualidad.
Después de visitar la ermita, la ruta de la Hoz del Júcar comienza a descender por una escaleras no sin antes ofrecernos otro par de miradores, el de San Julián y el de San Lesmes. De nuevo en la parte baja, caminaremos junto a la carretera de Villalba de la Sierra y a la vera del Júcar durante algo más de un kilómetro. A la altura de la presa de Las Grajas cruzaremos el río por un pequeño puente desde el que también veremos las instalaciones del activo Club de Piragüismo de Cuenca.
Después de caminar unos metros en paralelo al río, a la altura del área de descanso de San Juan de la Rivera la senda vuelve a ascender por el barranco que veíamos justo enfrente en el primer tramo de la ruta. Otra subida exigente en la que hay que realizar un pequeño esfuerzo para volver a divisar unas excepcionales vistas del entorno.
En este último tramo veremos cómo el barranco está repleto de enganches taladrados a diferentes alturas para la práctica de la escalada, un deporte muy popular en la capital conquense. Haciendo esta ruta comprobamos cómo los habitantes de esta ciudad tienen la suerte de contar, junto al casco urbano, con unos espectaculares barrancos para hacer escalada, un formidable río para practicar piragüismo, una flor de senderos para realizar senderismo y unas carreteras habilitadas para circular en bicicleta. No se puede pedir más.
El sendero que transita pegado al barranco desemboca en el casco histórico de Cuenca donde, tras pasar por el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, bajaremos de nuevo al Recreo Peral para cerrar el círculo de una ruta que permite hacer un viaje breve pero intenso alrededor de la ciudad.