Día 2. Museos de Florencia (Galería Uffizi. Galería de la Academia). Piazza della Santissima Annunziata. Gran Sinagoga de Florencia. Piazzale Michelangelo. Palacio Pitti.
La segunda jornada amaneció bastante desapacible, aunque nos importó menos porque la íbamos a dedicarla a visitar dos museos de Florencia obligados, la Galería Uffizi (entrada: 8 euros) y la Academia (6,50 euros). El primero es uno de los más importantes del mundo ya que posee algunas de las principales obras de artistas como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Botticelli, Raphael, Caravaggio, Rubens y así un largo etcétera. Todo un paraíso para los amantes del arte.
Por su parte, la Galería de la Academia alberga una de las obras más trascedentes de la historia, el David de Miguel Ángel. Merece la pena contemplar durante un buen rato la grandiosa obra del genial artista y hacerle alguna que otra foto aunque, eso sí, con disimulo, ya que está totalmente prohibido, como también lo está captar imágenes en la Galería Ufizzi. Hasta allí se trasladó el David desde la Piazza della Signoria y ese faraónico traslado se explica pormenorizadamente en una de las salas de la Academia. También se pueden contemplar más obras de Miguel Ángel y de otros autores como Botticelli.
La Academia es quizás el punto más al norte que se suele visitar en Florencia, aunque nosotros avanzamos un poquito más ya que al lado está la bella Piazza della Santissima Annunziata con la basílica del mismo nombre y el Spedale degli Innocenti, un antiguo orfanato diseñado también por Brunelleschi.
Caminamos por la Via della Colonna para desviarnos un poco y visitar la Gran Sinagoga de Florencia, otro imponente edificio que alberga también un museo hebraico.
En apenas día y medio habíamos visto casi todo lo imprescindible de Florencia. Un alivio ya que, como apunté al comienzo, el tercer día estaba destinado a conocer Siena y Pisa. Tras la comida ocupamos la tarde para conocer lo que nos esperaba al otro lado del río Arno. Merece la pena acudir hasta la Piazzale Michelangelo, aunque para ello haya que hacer un esfuerzo por la gran cantidad de escaleras que hay que subir. En ella hay otra réplica del David de Miguel Ángel, aunque en esta ocasión en bronce y menos vistosa que la de la Piazza della Signoria. Lo mejor de la plaza es contemplar la vista típica de Florencia. No es aconsejable acudir a este punto de noche, pero sí al atardecer para gozar de una panorámica inolvidable. En nuestro caso la niebla y la lluvia nos chafó el plan, aunque al día siguiente volvimos a ir, esta vez con el coche cuando nos dirigíamos a Siena, y entonces sí pudimos hacer unas hermosas fotos ya que amaneció una jornada muy clara. En la plaza hay una heladería y un restaurante.
La noche había caído sobre Florencia y la lluvia era incesante, pero no podíamos dejar de volver a cruzar el Ponte Vecchio para dirigirnos al Palacio Pitti. Una pena porque está muy poco iluminado y ni tan siquiera pudimos hacer una fotografía. Tampoco pudimos visitar su interior porque ya estaba cerrado y por ello nos perdimos los impresionantes Jardines de Boboli (entrada del palacio más los jardines: 11,50 euros). Como se suele decir, no está mal dejar algo por ver ya que así hay un motivo para volver.
La tercera jornada por la Toscana la dedicamos a Siena y Pisa, aunque por la noche aprovechamos para hacer otro recorrido por el casco histórico de Florencia (Palazzo Vecchio, Duomo y Ponte Vecchio) para volvernos a quedar anonadados con una ciudad que debería aparecer en el diccionario como una acepción más de la palabra belleza. Un viaje que no se olvida y que recomiendo encarecidamente a todos los lectores. Florencia sorprende y cautiva y, aunque se puede ver sin apreturas en un par de jornadas, te deja con muchas ganas de volver.