Por unos instantes dudas. Sabes perfectamente que el Mediterráneo está a más de 600 kilómetros, pero titubeas. Te sientes desubicado. ¡Bendita desubicación! Antes de que comience la duda, todo es normal. Un pueblo con encanto donde se eleva poderosa una torre heptagonal, vestigio de su castillo medieval. Una villa luchadora y valiente, conquistada por los leoneses y después cercada sin éxito por los castellanos. Un pueblo que presume de tener el fresno más antiguo de Portugal, el que le da nombre. Freixo. Un fresno rodeado de una cinta que aprieta con fuerza una gran espada. Freixo de Espada a Cinta. Estamos en el distrito de Braganza. En el parque natural do Douro Internacional, el homólogo de nuestras Arribes del Duero. Estamos en la Portugal que no pilla de paso para nada, pero que es imprescindible pasar por ella. Entre otras cosas porque te provoca dudas. Lo vamos a demostrar.
Esa vacilación llega cuando tomas la serpenteante carretera que desciende hasta el lugar que protagoniza este post. A lo largo de cuatro kilómetros, el paisaje desconcierta y cautiva al mismo tiempo. Los campos de naranjos toman el protagonismo. Frutales frondosos que, o bien desprenden un seductor aroma a azahar, o bien nos deleitan con sus generosos frutos. Naranjos y más naranjos. Perfectamente dispuestos en las laderas. ¿Acaso no hay motivos para dudar? Mediterráneo puro, pero mar adentro. Es la grandeza de las Arribes del Duero. De su microclima suave en invierno y cálido en verano.
En esa ceremonia de la confusión, alguno pensará que la carretera desemboca en una bonita playa mediterránea donde aplacar el intenso claro veraniego. Aunque con algunos matices, estará en lo cierto. El premio que aparece ante nuestros ojos es la playa de Freixo de Espada a Cinta. Una zona de baño fluvial cuyo nombre es La Congida. Una de las mejores playas fluviales de Portugal por la calidad de sus aguas y el incuestionable mimo que han puesto para convertir la ribera del Duero en un auténtico paraíso. Hay que quitarse el sombrero ante el municipio de Freixo de Espada a Cinta. Un ejemplo de manual de cómo aprovechar un recurso turístico de primer orden y además hacerlo de una forma respetuosa, sostenible y con mucho gusto.
Los motivos que hacen de la playa de Freixo una de las mejores zonas de baño fluvial de Portugal
Portugal es rica en playas fluviales. El país vecino ha sabido sacar jugo a un recurso que en los últimos años se ha convertido en un filón para el turismo. Una alternativa a la costa en mitad de paisajes naturales de excepción. La playa de Freixo es un buen ejemplo. Por algo cuenta con la Bandera Azul, la garantía de que cuenta con unos servicios y calidad del agua excepcionales.
¿Qué nos encontramos después de serpentear por la carretera flanqueada por naranjos? Un espacio abierto donde el Duero se ensancha gracias al cercano embalse de Saucelle. Sus aguas frescas, prácticamente cristalinas y en perfecta calma son el principal ingrediente para aplacar las altas temperaturas que se registran en las Arribes del Duero. Pero hay más. El río cuenta una serie de plataformas y pasarelas para acceder el agua con comodidad. Además, existe una pequeña playa delimitada con boyas y con servicio de socorrista.
Pero al mismo tiempo, la playa de Freixo posee todos los servicios con los que cuenta una piscina municipal al uso. Una amplia zona de césped perfectamente cuidado con numerosas sombras y zonas para descansar sin apreturas. Un merendero, zona de juegos infantiles, baños, duchas, un bar y un amplio aparcamiento.
Junto a la piscina fluvial de La Congida existe otra municipal de pago y un establecimiento de turismo rural. Además, la playa fluvial de Freixo es punto de partido del barco que realiza paseos por las Arribes del Duero junto a la cercana localidad salmantina de Vilvestre. En verano tiene salidas diarias por la mañana y la tarde.
La visita a la playa de La Congida es un plan muy interesante para un fin de semana de verano en el que la costa quede demasiado lejos y la opción de ir a la piscina de nuestro pueblo o ciudad no apetezca absolutamente nada. Además se puede completar con un imprescindible recorrido por Freixo de Espada a Cinta para visitar su iglesia Matriz, el convento de San Felipe Nery o su curiosa torre do Galo. Freixo es además cuna de buenos vinos y posee una gastronomía de primer nivel. Nosotros siempre hemos comido en el restaurante Cinta D’Ouro, que hace gala de una cocina muy cuidada a precios asequibles.
Y para poner el colofón nada como desviarse de regreso a Penedo Durao, uno de los mejores miradores de las Arribes del Duero que ofrece unas vistas sensacionales del salto de Saucelle.
Alicientes hay más que suficientes para apuntar la playa de Freixo en el mapa y dejarse atrapar por la magia de las Arribes del Duero y su bendita confusión mediterránea.