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Ruta de la Cueva de la Mora desde Navarredonda de la Rinconada (Sierra de la Quilama. Salamanca). Dificultad: Muy difícil. Distancia: 12,3 kilómetros (ruta circular no señalizada). Duración: 5 horas aproximadamente
Gritos y lamentos se oyen cada noche de San Juan procedentes de lo más profundo de la cueva. Las sólidas rocas de esta cárcel de piedra resuenan por la desesperación de una mujer que sigue esperando a su amado. De nada le sirve el oro y las joyas que la envuelven en su cautiverio. La reina Quilama ya no tiene consuelo y su destino es quedar por siempre encerrada en su cueva, la Cueva de la Mora.
La Cueva de la Mora, leyendas y misterio en torno a una ‘reina’
Una de las leyendas más apasionantes que guarda la provincia de Salamanca es la de la reina Quilama, la Cava o Florinda. La hija del conde ceutí don Julián, que se enamoró perdidamente del último rey godo, don Rodrigo. Ambos huyeron de la corte de Toledo cuando comenzó la invasión musulmana de la península ibérica en torno al año 711. La fábula asegura que la pareja se refugió en la sierra de Francia salmantina, concretamente en una fortificación llamada Castillo Viejo de Valero que, a través de túneles, se comunicaba con la protagonista de este artículo, la Cueva de la Mora. Rodrigo huyó a Viseu cuando el conde don Julián y los musulmanes llegaron al Castillo, y Quilama quedó esperándole sepultada con el oro del tesoro de Alarico en las entrañas de la sierra que ahora lleva su nombre.
Una cueva con esta apasionante historia detrás es imprescindible conocerla. Y a la tarea nos pusimos. Eso sí, antes nos documentamos para saber dónde está la delgada línea entre la leyenda y la realidad. El médico Alejandro Lucas Alonso en su libro “El rey don Rodrigo y la Cava en la sierra de Francia” (Salamanca, 2004) ayuda a aportar luz sobre este enigmático lugar. Las exploraciones que se han realizado nos dicen que la Cueva de la Mora es en realidad un pozo vertical de unos 8 o 10 metros que conduce a una galería de 25 metros de largo. Al final de ésta, se divide en dos, un túnel ascendente en dirección a San Miguel de Valero que está cegado y otro descendente que también está cerrado con piedras. Hasta aquí se ha explorado. Ahí radica la esencia del misterio, que a día de hoy se desconoce hasta dónde llegan esos pasadizos y cuál fue el objetivo de construir una cueva en una dura roca de cuarzo difícil de quebrar. Probablemente fuera el respiradero de una mina o un refugio, pero mientras no se sepa a ciencia cierta, la leyenda seguirá teniendo sustento.
Al margen de esta apasionante historia, la Cueva de la Mora es una de las cumbres privilegiadas de la sierra de la Quilama que ofrece unas panorámicas muy atractivas de la zona. Una atalaya para contemplar las siluetas de unas montañas y valles que parecen dibujados con esmero por un artista. Para llegar hasta ella existen varias opciones. La más cómoda y corta es desde La Bastida, como podréis comprobar en diferentes tracks que hay en la plataforma Wikiloc. Pero nosotros optamos por una alternativa más larga, bella, pero mucho más complicada. Además, quisimos hacer justicia con la localidad de Navarredonda de la Rinconada saliendo desde ella, puesto que a este municipio pertenece la Cueva de la Mora y también el cercano pico Cervero. Esta ruta es para habituados a la montaña, que tengan buena condición física y que vayan equipados con unas fiables botas de senderismo. Tiene un tramo especialmente difícil después de visitar la cueva en el que hay que bajar por una peligrosa pedrera. Por este motivo, no la recomendamos para senderistas ocasionales. Además, hay que tener en cuenta que la Cueva de la Mora se encuentra en una zona ZEPA de especial protección de aves, por lo que no es recomendable acceder a ella entre febrero y agosto para no alterar el anidamiento de especies como el buitre leonado.
Las Fuentes y la magia del otoño
Navarredonda de la Rinconada es un pequeño pueblo salmantino ubicado a 64 kilómetros de la capital y que conserva algunos ejemplos de arquitectura serrana. La ruta de la Cueva de la Mora parte de la calle El Pocito por un camino en el que dejamos a nuestra derecha una pequeña granja de cerdos. Se trata de una pista en muy buen estado recientemente arreglada que, a medida que avancemos, se convertirá en sendero para llevarnos a unos antiguos molinos y posteriormente al paraje conocido como Las Fuentes. En este lugar la vegetación está dominada por fuertes robles que en otoño dejan un paisaje casi bucólico por el manto de colores amarillos, anaranjados, marrones y ocres que sirven de alfombra.
Hasta aquí no hay ninguna pérdida aunque no se trata de un camino señalizado. Simplemente hay que procurar no desviarse del sendero y disfrutar del paisaje. Tras dejar Las Fuentes llegamos, a la altura del kilómetro 3, al conocido como camino de La Bastida por el que caminaremos unos metros antes de girar a la derecha. Este giro se hace, como se puede comprobar en la fotografía inferior, junto a una señal que indica la distancia que hay hasta Linares de Riofrío. Este punto es clave para comenzar el ascenso hasta la Cueva de la Mora.
Este sendero sigue dominado por los robles, que en el último tramo desaparecerán casi por completo. Se trata de una subida constante hasta llegar a un punto donde deberemos girar a la izquierda. En la imagen inferior podéis comprobar este lugar exacto que está marcado por un pequeño hito de piedras. También lo identificaremos porque a pocos metros veremos una señal de prohibido el paso a vehículos a motor. En este punto llevaremos 4 kilómetros recorridos y habremos superado un desnivel de casi 300 metros. Nos quedarán otros 100 metros de desnivel hasta llegar a la Cueva de la Mora.
Subida a la Cueva de la Mora por la cresta
Después de hacer un alto en el camino para observar las vistas de Navarredonda de la Rinconada e incluso de la peña de Francia, simplemente habrá que empezar a caminar por la cresta de la montaña en dirección a la Cueva de la Mora. No hay pérdida alguna porque además tenemos la ayuda de las marcas con piedras que han puesto otros senderistas. Avanzaremos por un paisaje rocoso y de matorral bajo mientras poco a poco comenzaremos a divisar a nuestra derecha la postal característica de la sierra de la Quilama con su imponente pico del Castillo Viejo de Valero. Una vez que alcancemos una gran masa rocosa, habrá que descender ligeramente, como se puede comprobar en el track que acompaña a este post, para llegar hasta la Cueva de la Mora. El descenso habrá que hacerlo con muchísima precaución.
El Castillo Viejo de Valero, la otra “pata” de la leyenda de la reina Quilama
Justo enfrente de la Cueva de la Mora se alza el pico del Castillo Viejo de Valero, el lugar en el que, según la leyenda, se refugió el rey don Rodrigo con su amada Florinda hasta la llegada de los musulmanes y el conde don Julián. A este lugar, donde se pueden contemplar aún los restos de las murallas de la fortificación, se llega en una sencilla ruta de senderismo desde La Bastida que explicamos en este post sobre el Castillo Viejo de Valero.
Y de repente, casi como de la nada, la cueva. Un especie de chimenea gigante. Un inmenso ojo de Dios que supervisa día y noche a belleza de la sierra de la Quilama. El supuesto refugio de la Cava, corroída de dolor por su amado Rodrigo. Hay determinados lugares a los que no se puede ir “sin más”. Una documentación previa les da un significado totalmente diferente. Un ejemplo es la Cueva de la Mora. Allí, en el silencio más sepulcral solo roto por el elegante vuelo de algunos buitres, recordamos a Florinda, a Rodrigo y a todos los que intentaron adentrarse en este supuesto entramado de galerías que no se sabe a dónde conducen. Tan solo hay que trepar cinco metros para asomarse con precaución al abismo de la cueva. Una vetusta plataforma de madera recuerda las expediciones que se hicieron en su día. Incluso en la zona cuentan que un día metieron un perro en sus túneles y a la semana siguiente apareció en la cercana localidad de Valero.
Eso si miramos al pozo que aparece bajo nuestros pies, pero si enfocamos nuestros ojos a la inmensidad del paisaje nos deleitamos con las formas curvas del verde pico del Castillo y el valle de la sierra de la Quilama. Un espectáculo natural. Una recompensa no tan preciada como el tesoro de Alarico, pero muy agradable en todo caso.
Peligroso descenso
Una vez que hayamos detenido el tiempo en la Cueva de la Mora toca regresar. Lo más sencillo es utilizar el mismo camino de la ida para volver a Navarredonda de la Rinconada. Pero si se quiere hacer un itinerario circular, hay que superar el tramo más complicado y peligroso de toda la ruta. Primero habrá que descender con precaución por debajo de la cueva siguiendo las marcas de piedra que aún podemos ver. Desembocaremos en un pequeño sendero por el que habrá que avanzar unos metros hasta ver a nuestra derecha una inmensa pedrera. Por ella habrá que descender con sumo cuidado para no caer rodando como casi me ocurre a mí. Los senderistas siempre decimos que es más fácil subir que bajar, y en este lugar se comprueba perfectamente. Un consejo en casos de bajadas pronunciadas es echar el cuerpo para atrás para que, en caso de caída, siempre sea de espaldas y nunca de frente.
La pedrera, que tiene un serio desnivel de 100 metros, enlaza con otro sendero de gran belleza flanqueado por robles, en un primer momento, y encinas un poco más adelante. Sin ninguna pérdida posible y después de pasar por las ruinas de una casa y un abrevadero, avanzaremos hasta un punto donde vemos a nuestra derecha un panel informativo sobre los antiguos hornos de cal. Solo tendremos que desviarnos 150 metros para contemplar los vestigios de una de estos asaderos repartidos a lo largo y ancho de la Sierra de Francia que servían para fabricar la cal que se empleaba en la construcción de las casas. Para ello se usaban piedras calizas que se ponían a calentar en el horno durante 5 o 6 días completos hasta que se tostaban por completo.
Después de visitar el horno de cal regresamos al sendero que desemboca pocos metros más adelante en el camino entre Linares y Las Bastida. En él giraremos a la derecha y, sin ninguna pérdida, regresaremos a Navarredonda de la Rinconada en una constante bajada de cuatro kilómetros.
Atrás quedaron los lamentos de la reina Quilama que seguirá luchando por salir de su eterno cautiverio en un lugar mágico de la provincia de Salamanca. Una cueva en la que se siente la energía que le otorgan las leyendas que hay en torno a ella.
La cueva de la Mora es una antigua mina de origen romano para extracción de oro
El Castillo de Valero fue una fortificación , quizás visigoda, donde supuestamente se refugia el Conde Don Rodrigo con la «Cava», ….que algunos asimilan a la reina Quilama …fue saqueada por los sarracenos , huyendo el Conde a Viseu , donde supuestamente esta enterrado , en su catedral ….yo he ido a comprobarlo y no lo he encontrado . Besos viajeros
Hola José. Muchas gracias por tu comentario. Son muy acertatos los apuntes que haces. Es la teoría que plasmamos tanto en este artículo como en el del Castillo Viejo de Valero. Cierto es que hay parte de leyenda, pero no se sabe cuánto hay que de ella y cuánto de historia real. Una puntualización. La supuesta tumba de Don Rodrigo está en Viseu, pero no en su Catedral. Hace poco estuvimos en la ciudad y aprovechamos para buscarla y resulta que está en una iglesia situada en las afuertas, la de San Miguel. Por desgracia es la única de toda la ciudad que estaba cerrada, por lo que no pudimos acceder a su interior. Fuera hay un panel informativo donde explica que allí está esa tumba. Parece ser que sólo la abren una vez al año, el día de San Miguel. Por lo que no quedará más remedio que ir ese día para verla. Un saludo.