Comer en Rosas. Suquet de peix alejado del turismo

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El turismo es riqueza, empleo y desarrollo. Pero también es un virus que, descontrolado, puede ser nocivo. En la Costa Brava (ver el post de las mejores playas y calas de la Costa Brava) se vive algo así. Hay zonas donde la masificación ha desvirtuado por completo lugares en su día idílicos como Lloret de Mar. Afortunadamente hay otros que aún conservan ese espíritu libre y salvaje que han resistido numantinamente al boom del ladrillo. Pero es precisamente en los puntos más turísticos donde resulta casi un triunfo comer bien y barato. Los restaurantes con grandes terrazas a pie de playa y con cartas que son auténticas torres de Babel se multiplican. El producto de calidad queda a un lado para cumplir con la máxima de cuánto más mejor. No cuanta más cantidad en el plato, sino cuantos más comensales haya, el jefe contento. Y como saben que la clientela va a llegar sí o sí, les da lo mismo servir nabos o berzas. A la hora de comer en Rosas ocurre algo parecido. Pero, ojo. No es algo exclusivo de este bello rincón de la Costa Brava. Es un mal muy extendido en un sinfín de localidades, especialmente del litoral.

El suquet de peix, ya servido comer en Rosas
El suquet de peix, ya servido
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Por este motivo fue una auténtica bendición encontrar un lugar como Ca La Valeria. Obviamente no está en el paseo marítimo ni en las calles comerciales del centro de la localidad. Se encuentra donde Rosas sigue siendo Rosas. Donde vive su gente. Es un local modesto en el que ningún turista pararía si no fuera porque hablamos de él en blogs de este tipo. No solemos repetir restaurante cuando viajamos, pero en este caso rompimos esa regla no escrita. Con eso se dice todo.

Ca La Valeria, productos del mar para comer en Rosas

Ca La Valeria (calle María Benlliure, 9) es humilde. Sus sillas son de plástico y tiene una inocente decoración con cuadros hechos con tapones de botellas y ceras derretidas que forman un arcoíris desordenado. A la derecha está la barra y parte de la cocina. Concretamente los fogones donde se elaboran a fuego lento auténticas delicias. Enzo los maneja magistralmente. Allí, con mimo y un toque personal, se hace con paciencia uno de los platos estrella del restaurante, el suquet de peix (15 euros por persona). Fue un descubrimiento para nosotros. Gamones, mejillones, calamares, rape, patata, pimiento, cebolla… Todo ello con un caldo de color rojizo con un poquito de “rock and roll” para apurar hasta la última gota y mojar pan. Un escándalo. En la carta de Ca La Valeria figura que este plato hay que pedirlo por encargo, pero en nuestro caso se nos preparó en el acto sin haberlo solicitado previamente.

Terraza del restaurante Ca La Valeria comer en Rosas
Terraza del restaurante Ca La Valeria
Decoración de Ca La Valeria comer en Rosas
Decoración de Ca La Valeria

Origen del suquet de peix

Cuando los pescadores llegaban a puerto tras una dura jornada faenando en el Mediterráneo tenían que reponer fuerzas. Y nada mejor que hacerlo con los pescados que habían quedado un tanto maltrechos y no eran aptos para la venta. Esos restos los cocinaban a pie de mar con una salsa que tenía azafrán y patatas. Hoy, numerosos restaurantes de Rosas y sus alrededores sirven este plato. Incluso en verano, cuando no apetece llevarse a la boca nada caliente, pocos se resisten a degustarlo. Ca La Valeria es uno de los restaurantes donde comer en Rosas adheridos a una iniciativa para difundir este plato (en este enlace puedes consultar su receta).

El suquet de peix nos recordó a la cataplana de marisco típica de Portugal que comimos en Figueira de Castelo Rodrigo y al marmitaco, aunque en este caso no está elaborado con bonito.

Paella y fideuá de la casa a la altura del suquet de peix

Otros platos estrella de esta recomendación para comer en Rosas es la paella y la fideuá. 10 euros cada una. Un regalo si tenemos en cuenta lo que se paga en otras zonas de Rosas por estos platos o en otros lugares de España donde recurren al dañino Paellador. Esto no tiene nada que ver. Calamares, rape, pimiento, guisantes, mejillones, judías verdes y gambones. Es la paella de la casa. No hace falta más. Arroz que no supera la media uña de altura y en su punto. Durito, pero cocinado. Veinte minutos. No hay que esperar más. Mientras, para ir abriendo boca, una recomendación es la ración de gambas. Para ser más exactos, gambones. Frescos y de un tamaño gigante. Doce unidades 9,95 € (seis 5,95€). Otro día optamos por la sepia. Dos piezas también acompañadas de un par de gambones. Enzo sabe que tiene un producto de calidad y aprovecha cualquier plato para presumir de él. ¡Hurra por sus gambas! Perdón, gambones.

Paella de la casa comer en Rosas
Paella de la casa
Sepia a la plancha con verduras y gambas comer en Rosas
Sepia a la plancha con verduras y gambas
Ración de gambas comer en Rosas
Ración de gambas

Pero si la paella está buena la fideuá es otro cantar. En su punto, un poquito socarrat y también con calamares, pimiento, mejillones y, por supuesto, gambas. También veinte minutos. Esto se encarga de recordarlo con amabilidad la esposa de Enzo. Un encanto de mujer. Si los italianos, además de manejar su suculenta gastronomía, también cocinan así la paella y la fideuá, es para quitarse el sombrero.

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Fideuá de la casa comer en Rosas
Fideuá de la casa
Estefanía, ante el plato de sepia comer en Rosas
Estefanía, ante el plato de sepia

Los postres, caseros. Ahí la pareja ha puesto ese toque italiano que ha tenido la modestia de no incluir en el resto de la carta. Un tiramisú de escándalo y un flan con ralladura de naranja absolutamente delicioso. Ambos los sacan de un cuarto que tienen al fondo del restaurante. Una puerta lleva directamente al Olimpo de los postres.

Tiramisú comer en Rosas
Tiramisú
Flan con ralladura de naranja comer en Rosas
Flan con ralladura de naranja

Ca La Valeria es lo que muchos definirían como una tasca. Pero una tasca no tiene que ser un lugar del que hay que huir. Todo lo contrario. Comer en Rosas en este lugar es disfrutar de la gastronomía mediterránea hecha por mediterráneos. Es gozar de la Rosas que resiste a los envites del turismo con precios asequibles y productos de calidad. Es un regalo al viajero, que no al turista.

Pablo Montes y Estefanía Casillas
Pablo Montes y Estefanía Casillas
Periodista e Ingeniera Agrícola. Viajeros

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