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Los rincones desconocidos y con encanto son las apariciones marianas del siglo XXI. Cuando alguien difunde a los cuatro vientos una imagen con una bonita descripción de una cala, un lago o un valle idílico que pocos habían visitado, de repente cientos de turistas se ponen de acuerdo para conocerlo. Ejemplos hay muchos. Los blogs de viajes tenemos algo que ver en todo esto. Gracias a nosotros, algunos espacios que solo conocían los lugareños y pocos más se han abierto al gran público. Esto tiene su parte positiva y negativa. Es bueno difundir la belleza, pero no saturarla porque corremos el peligro de que ese atractivo se diluya como un azucarillo. Pero hay algo que juega a favor de los que buscamos ese binomio complicado de belleza y sosiego: la accesibilidad. Después de recorrer durante una semana la Costa Brava gerundense alojándonos en Rosas, hemos descubierto calas y playas con gran afluencia de turistas, pero otras más recónditas donde se podía escuchar el silencio. Aquellos que cuando piensen en este litoral solo vean grandes hoteles a pie de arena, millones de sombrillas y aguas atestadas de bañistas, se equivocan. Este rincón del Mediterráneo, donde el verde decora los paisajes verticales que se asoman al mar, guarda numerosos remansos de paz incluso en pleno verano. Aquí van varias de las mejores calas de la Costa Brava (y también playas), algunas de las cuales no conocen el significado de la palabra masificación. Es una lista abierta donde, por supuesto, no están todas las que son. Es el resultado de nuestra experiencia por tierras catalanas que, por supuesto, se puede completar con la aportación de los lectores.
Tres playas y ocho de las mejores calas de la Costa Brava
Playa del Salatar (Roses)
Roses fue nuestro centro de operaciones durante la semana que pasamos en la Costa Brava. La localidad gerundense es mucho más que un epicentro turístico. Conserva maravilloso vestigios del pasado que se pueden visitar mediante rutas guiadas como la Ciudadela y el castillo de la Trinidad.
Además, Roses tiene uno de esos ingredientes imprescindibles que buscan muchos de los que antes se denominaban “veraneantes”. Se trata de un animado paseo marítimo en el que da gusto caminar por la noche sintiendo en el rostro la brisa del mar. Esta avenida transita en paralelo a la playa del Salatar. Es un arenal urbano, accesible, familiar y con un alto grado de ocupación en verano. Se encuentra entre las playas de Santa Margarida y el Rastell, en la zona más urbanizada con hoteles, bloques de apartamentos y restaurantes. Con una longitud de 700 metros, posee todo tipo de servicios. Las aguas que ofrece son cristalinas y muy calmadas ya que nos encontramos en pleno golfo de Roses. Como curiosidad, en verano programan clases de aerobic gratuitas los martes, jueves y sábados.
Cala Murtra (Roses)
Roses es una localidad muy rica en playas y calas para todos los gustos. Los que quieran huir del bullicio del Salatar y les guste eso de caminar, puede hacer la etapa del Camino de Ronda que une Almadraba y Cala Montjoi. Se trata del antiguo sendero que utilizaba la Guardia Civil para vigilar la frontera hispano-francesa. Hoy se ha convertido en un itinerario que permite contemplar la belleza de los paisajes verticales de la Costa Brava. Y lo mejor de todo: podemos hacer paradas en varias calas para darnos un chapuzón y descansar del camino. Una de ellas es Cala Murtra. Es nudista, pero de vez en cuando no está mal despojarse de las vestiduras y disfrutar del Mediterráneo tal y como Dios nos trajo al mundo. Al menos hay que probarlo. A Cala Murtra se accede cómodamente desde el Camino de Ronda. Es un pequeño paraíso de aguas transparentes abrigada por un escenario de rocas y vegetación. Un ejemplo perfecto de cala virgen, poco frecuentada y que goza de una tranquilidad absoluta. Tiene una pequeña playa de guijarros, por lo que es recomendable usar zapatillas de agua.
El Mediterráneo en Cala Murtra es absolutamente transparente. Un lugar ideal para hacer esnórquel. Como ocurre en la mayoría de calas vírgenes, numerosos yates y pequeñas embarcaciones atracan en los alrededores.
Los que quieran acceder a Cala Murtra en su vehículo en lugar de ir andando por el Camino de Ronda pueden tomar la pista asfaltada que une Roses con Cala Montjoi. A la derecha aparecerá un cartel que señaliza la bajada a la cala. Allí habrá que dejar el vehículo y realizar una caminata de un cuarto de hora para ir descendiendo al paraíso.
Cala Rostella (Roses)
Rostella o Rustella es incuestionablemente una de las mejores calas de la Costa Brava. Se encuentra inmediatamente después de Cala Murtra realizando el Camino de Ronda. En ese caso no es nudista y suele tener un grado de ocupación medio-bajo. También se puede llegar en coche por la carretera que une Roses con Cala Montjoi y posteriormente realizar un descenso por un pedregoso sendero que nos llevará una caminata de quince minutos. Rostella es lo que podríamos denominar como una cala idílica. Abrigada por una abundante vegetación de pinos, aparece como un regalo divino entre los escarpados acantilados de esta zona de la Costa Brava. Un oasis de aguas color turquesa que ejemplifica a la perfección la belleza de este rincón del Mediterráneo.
Es una cala de guijarros que ofrece unas sombrillas naturales en sus extremos gracias a los pinos. Nosotros elegimos el cobijo que nos brindó uno de ellos para pasar un rato extraordinario de descanso y desconexión. El agua tiene algo de posidonia, lo que es sinónimo de calidad y limpieza de las aguas, no lo olvidemos. Todos estos ingredientes hacen de Cala Rostella un escenario idílico para hacer esnorquel y contemplar la activa vida marina del Mediterráneo. Los bañistas tienen como “compañeros de clase” a los yates y barcos que se acercan cómodamente hasta donde las boyas les permiten.
Cala Calís (Roses)
Poco antes de llegar a Cala Montjoi por el Camino de Ronda aparece una cala que podría pasar desapercibida sino es porque el sendero transita directamente por ella. A Cala Calís no la verán en las listas de las mejores calas de la Costa Brava, pero a nosotros nos encandiló por su tranquilidad y belleza.
Posee una pequeña superficie de guijarros y arena y el agua es cristalina. No suele registrar un alto grado de ocupación puesto que la mayoría de bañistas se decantan por Cala Montjoi, que está a solo unos metros. Entre ambas se levanta lo que fue el restaurante El Bulli, de Ferrán Adriá y que dio fama y popularidad a esta zona de la Costa Brava y que en breve se convertirá en la sede de su fundación.
Playa de Sant Pere Pescador
El contrapunto a las pequeñas y escondidas calas de la Costa Brava lo pone la inmensa playa de Sant Pere Pescador. Es un arenal interminable de algo más de seis kilómetros aunque forma parte de un litoral de playas vírgenes de 40 kilómetros entre Roses y Sant Martí d’Empuries. Con esta superficie no hay ningún problema para colocar la sombrilla y la toalla si ningún tipo de apreturas. Tampoco para acceder con el coche hasta los aparcamientos que hay habilitados a pocos metros de la playa.
Al tratarse de un arenal abierto al mar suele registrar algo de oleaje y el viento de la tramontana sopla con fuerza. De hecho nos tuvimos que marchar antes de lo previsto ya que empezó a resultar algo incómodo. Este viento es un aliado sin embargo para la práctica de deportes como el surf, la vela y el kitesurf.
Cala Montgó (La Escala y Torroella de Montgrí.)
La tramontana también hace de las suyas entre las localidades de La Escala y Torroella de Montgrí, donde calas como Illa Mateua suelen registrar un fuerte oleaje que puede ser peligroso para los bañistas. Pero la naturaleza ha querido que esta localidad gerundense posea una cala resguardada de esos vientos gracias a la protección de dos grandes moles rocosas. Hablamos de Cala Montgó.
Posee una amplia playa de arena fina que se va haciendo un poco más gruesa cuando nos introducimos en el agua. Suele registrar un alto grado de ocupación ya que se encuentra rodeada de hoteles, restaurantes, apartamentos y un gran camping. Recuerda mucho a las calas más urbanas de Menorca al estar rodeada de pinos. Precisamente por el bosque que encontramos en su vertiente sur, los aficionados a caminar pueden tomar un sendero de gran belleza que llega hasta Torroella de Montgrí.
Cuenta con bandera azul y, por lo tanto, con todo tipo de servicios, un chiringuito plantado en la misma arena y sus aguas cristalinas son ideales para practicar esnórquel, especialmente en las rocas de los extremos.
Illa Roja (Begur)
Es uno de los emblemas de la Costa Brava y del naturismo. Está en Begur y se llega caminando unos pocos metros desde la playa del Racó cruzando la punta Espinuda por el camino de Ronda o desde Sa Riera, a través por un tramo un poco más largo. Su símbolo es una gran roca de color rojizo a caballo entre la arena y el agua. En su día se desprendió de la gran mole rocosa que divide en dos la playa y el resultado ha sido un escenario idílico.
Es una playa de arena gruesa y dorada y para nada masificada. Es nudista, aunque a medida que avanza el día se va llenando de algunos textiles que se niegan a disfrutar del placer de gozar del Mediterráneo al natural.
No tiene ningún tipo de servicio y eso la hace más salvaje y especial. Cuando nosotros acudimos el viento soplaba ligeramente y el mar se encontraba un tanto rebelde aunque sin dificultar para nada el baño. Eso sí, nada más entrar hay un profundo escalón que hace que el agua cubra todo el cuerpo de inmediato.
Aiguablava (Begur)
Esta considerada una de las mejores calas de Cataluña y, por supuesto, de la Costa Brava. Es la joya de la corona de Begur y tiene un fácil acceso en coche. Junto a ella hay un gran aparcamiento asfaltado que sale al “módico” precio de tres euros la hora. Por lo tanto, pasar todo un día allí puede salir por un ojo de la cara. Tiene bandera azul y todo tipo de servicios: restaurantes, duchas, patines, embarcadero, etc.
Indudablemente tiene una gran belleza. Una pequeña superficie de arena que se abre paso en un entorno vegetal dominado por los pinos. Aguas cristalinas y tranquilas con zonas rocosas en los extremos para contemplar la vida marina con unas gafas y un tubo. Todos los ingredientes de una cala idílica. Pero tiene un pero muy grande: la masificación. En temporada alta no queda un milímetro de arena que no esté colonizado por toallas, hamacas, sillas, neveras portátiles, bolsas, cuerpos tostados, las palas que ahora usan ahora los niños y que parecen de obra… Nosotros llegamos a las cuatro de la tarde cuando muchos bañistas se empezaban a ir y aún así fue casi un triunfo encontrar un hueco. De nada sirve tener un aparcamiento hermoso si en él caben más coches que bañistas en la cala.
A su entrada hay un gran cartel en el que se ve la cala de Aiguablava totalmente desierta. Se podría considerar publicidad engañosa. Salvo que se acuda a las tres de la madrugada o en pleno mes de enero, Aiguablava es como una modelo explotada que desfila cada día en turnos de doce horas. Al final acaba quemada y su encanto roto. La tranquilidad que no encontramos en la cala nos la brindo el mirador que hay junto a la carretera que sube a Begur. Un remanso de paz que permite obtener unas bellas vistas de Aiguablava, pero también de las aberraciones urbanísticas que la rodean, como el propio Parador de Turismo que hay junto a ella.
Cala Tavallera (El Port de la Selva)
Un sendero de seis kilómetros desde el Port de la Selva conduce a esta cala recóndita y virgen. Con semejante esfuerzo y en un lugar tan aparatado lo normal sería llegar y estar prácticamente en solitario junto a unos cuantos aficionados a andar. Olvídense. Cala Tavallera se ha convertido en un fortín de yates y pequeñas embarcaciones. Hasta tal punto llega esta invasión que el espacio acotado por bollas para los bañistas es minúsculo. El resto es territorio dominado por los barcos que, en temporada alta, llegan sin control durante todo el día. La consecuencia de todo esto es la progresiva desaparición de la posidonia y la presencia de residuos en las pequeñas playas que forman la cala. Es una pena que donde las aberraciones urbanísticas no han llegado las haya de todo tipo. Limitar el número de barcos que entran sería una forma de proteger una de las mejores calas de la Costa Brava.
Para llegar a Cala Tavallera lo fundamental es no fiarse de Google Maps. Esta aplicación asegura que se puede llegar en coche desde Cadaqués hasta las puertas de la cala. No es del todo falso, ya que con un todoterreno sí sería posible. Pero los que poseemos un coche al que le tenemos cierto aprecio no nos queda más remedio que ir caminando. Para ello hay que acudir al Portal de la Selva. Dejar el coche al inicio del sendero en la calle Puig Gros y caminar durante 6 kilómetros sin pérdida alguna porque la señalización es constante. Una de las sorpresas que nos depara el camino son los restos de la ermita de Sant Baldiri de Taballera.
El camino tiene tramos más complicados especialmente la bajada final a la propia Cala Tavallera. Está compuesta por pequeñas playas de guijarros, tiene un refugio que está casi abandonado y la mencionada incómoda presencia de numerosos barcos que llegan hasta la misma orilla. Lo lógico sería haber acotado toda la cala con las bollas como ocurre en otros casos, pero en Cala Tavallera tienen vía libre para llegar hasta la misma orilla. No se entiende que se favorezca este tipo de turismo respetable, pero más novicio, en detrimento del que no daña el entorno y además hace el esfuerzo de llegar caminando sin contaminación alguna.
Lo mejor de la cala son sus aguas. Totalmente transparentes y en calma. Una piscina de agua salada para hacer esnorquel y nadar relajadamente.
Cala Tamariua (El Port de la Selva)
Los que no quieran andar seis kilómetros pero deseen bañarse en una cala poco frecuentada y de aguas cristalinas una estupenda opción es Cala Tamariua. Está a solo un kilómetro del puerto del Port de la Selva por una carretera asfaltada que usa el trayecto del Camino de Ronda. Eso para los que deseen ir andando desde el Port de la Selva. Si se quiere ir en coche, a lo largo de esa carretera hay varios puntos donde estacionarlo, el último y más grande a sólo unos metros de la propia cala. A partir de ahí tan solo hay que descender por una escaleras.
A pesar de su cercanía a la localidad llama la atención que su grado de ocupación sea bajo en temporada alta. Es frecuentada por naturistas, aunque también por textiles. Ambos conviven en armonía. Los naturistas usan la zona del fondo y los textiles, el resto. Es de guijarros pero haciendo un poco de esfuerzo se puede lograr clavar la sombrilla. El agua está limpia y transparente como en el resto de propuestas que hacemos en esta lista de las mejores calas de la Costa Brava.
Gola del Ter (Torroella de Montgrí)
Donde el río Ter desemboca en el Mediterráneo y después de recorrer un camino entre maizales y manzanos llegamos a un espacio natural privilegiado. Los amantes de las playas vírgenes, con kilómetros de arena y si ninguna construcción a varios kilómetros a la redonda tienen en este lugar una parada obligada. Hablamos de la Gola del Ter o la playa de la Fonollera.
Se accede desde la localidad de Torroella de Montgrí por una pista asfaltada, primero, y un camino, en el último tramo, que se puede hacer perfectamente en coche. Después de andar unos metros por un sendero reservado para bicicletas y caminantes llegamos al punto exacto donde el Ter muere en el Mediterráneo. Nos espera una playa enorme que suele registrar bastante viento al encontrarse totalmente abierta. Tiene zona nudista y también para perros. A la derecha del río tenemos el parque natural protegido y a la izquierda, más playa que enlaza con Estartit.
Un de las ventajas de este arenal, con un agua mas movida pero muy limpia, son las vistas que se tienen de las islas Medes y de la zona de Begur. Justo en la desembocadura del Ter hay un puesto de alquiler de barcas y kayak para navegar por el río. Además, la playa es un paraíso para los amantes del kitesurf.
Nota. Esta lista se limita a las playas y calas que visitamos durante nuestro viaje de una semana en la Costa Brava. Por cuestiones de tiempo y distancia no pudimos trasladarnos a lugares como Palamós, Calella de Palafrugell, Tossa de Mar, Santa Cristina d’Aro etc. donde se encuentran otras playas y calas fantásticas que por supuesto podrían formar parte de esta nómina. En este blog podéis encontrar información de todas ellas.
Buenos dias. Me ha encantado vuestro artículo pero comentaros que Cala Montgó la parte de la playa es de Torroella de Montgrí.
Saludos
Begola
Muchas gracias por tu apunte Begoña. Ya lo hemos corregido. Por lo que vemos la cala se encuentra entre La Escala y Torroella de Montgrí. Hemos puesto los dos porque al César lo que es del César. Gracias por visitar el blog y un saludo.
fantastica descripcion. este finde estaremos por alli, gracias Pablo
Muchas gracias Nora. Esperemos que disfrutes mucho de tu estancia por la Costa Brava. Seguro que te va a encantar. Un saludo.
La Costa Brava, un paraíso en nuestro país…. lástima que ahora se están haciendo muchas urbanizaciones delante del mar. Esperamos que no vaya a más. Felicidades por el artículo!
Muchas gracias Alejandro. El urbanismo desmedido siempre es la gran amenaza para los parajes naturales más fascinantes. Como bien dices esperemos que no vaya a más porque es una joya que hay que cuidar y preservar. Un saludo y gracias por la visita al blog.
Genial!
Muchas gracias Pablo. Saludos.