Subida al pico del Castillo Viejo de Valero desde La Bastida (Salamanca). Dificultad: Moderada. Distancia: 18 kilómetros (ruta semicircular no señalizada). Duración: 4 horas y 15 minutos aproximadamente
¿Conocéis la lista de los reyes godos? A las nuevas generaciones probablemente le sonará a chino. Sin embargo, los que tienen una cierta edad sabrán perfectamente de lo que hablamos. De hecho, les vendrán a la cabeza un buen puñado de recuerdos su infancia, donde en la escuela era tan importante aprender la tabla de multiplicar como la nómina de estos monarcas que gobernaron la península ibérica durante casi tres siglos. Pero, ¿qué tienen que ver los reyes godos con una ruta de senderismo? Con esta en concreto, mucho. Porque hablamos de la subida al pico del Castillo Viejo de Valero, un lugar donde está muy presente la apasionante leyenda del último rey de los godos, don Rodrigo.
Un poco más adelante retomaremos esta historia, pero primero que hay que hacer el esfuerzo de la subida. Cada cosa a su tiempo. Se trata de una ruta no señalizada enclavada en la llamada sierra de la Quilama o las Quilamas, un bellísimo apéndice de la sierra de Francia en Salamanca. Es una zona que nos apasiona y que tiene en la localidad de Valero su epicentro (ver el post dedicado a Valero, un pueblo sepultado entre montañas). Y creo que nos atrae tanto por dos razones fundamentales. Primero porque las Quilamas son la definición perfecta de la mezcla de montañas y valles verdes, con formas que parecen diseñadas con ordenador en un película en 3D. Desde la profunda hondonada en la que se encuentra Valero se aprecia muy bien este paisaje, y también desde lo alto de la Cueva de la Mora y el pico Cervero, dos atalayas pertenecientes a Navarredonda de la Rinconada. Y la segunda razón tiene que ver con la excitante leyenda que se liga a estos enclaves. Don Rodrigo, su amada Florinda (la Cava), la invasión musulmana, un palacio subterráneo repleto de galerías y la huida desde este lugar del rey godo a Viseu podrían ser el argumento de una película que tiene lugar en tierras charras. Conocimos esta historia cuando ascendimos hasta la Cueva de la Mora y el cuerpo nos pedía seguir recorriendo los escenarios de la misma y uno de ellos es el Castillo Viejo de Valero.
Ruta del Castillo Viejo de Valero desde La Bastida
El también conocido como pico del Castillo, a 1.410 metros de altitud, es uno de los techos de la sierra de las Quilamas junto al pico Cervero (1.455 metros) y el pico de la Cueva de la Mora (1.459 metros). La ascensión se puede realizar por su vertiente noroeste (desde la localidad de La Bastida) o sureste (desde Valero). La segunda opción proporciona un itinerario con mayor belleza, ya que es un sendero repleto de vegetación que escala literalmente por el pico del Castillo de una forma vertiginosa, pero muy atractiva. Son dos los problemas de esta opción. El primero, que durante los meses de febrero a julio está restringido su paso al tratarse de una zona de nidificación de aves. Es algo similar a lo que ocurre en la propia Cueva de la Mora y en otra espectacular ruta de la provincia de Salamanca como es la subida a la Portilla Bejarana y la Torrita en Las Batuecas. Y en segundo lugar porque es un trayecto muy exigente que obliga a superar un desnivel de algo más de 800 metros. Desde los 584 metros sobre el nivel del mar donde se encuentra Valero a los 1.410 del pico del Castillo Viejo. Esto son palabras mayores.
Por lo tanto decidimos realizar la ruta desde la localidad de La Bastida, un pequeño municipio que apenas cuenta con una treintena de habitantes, pero que está rodeado de ese entorno mágico que distingue a la sierra de las Quilamas. Desde La Bastida la ruta se convierte en semicircular y acumula un total de 18 kilómetros en los que hay que superar un desnivel de algo menos de 300 metros. El trayecto no está señalizado, pero no ofrece ningún tipo de pérdida, aunque siempre es conveniente usar el track que adjuntamos de Wikiloc para ir sobre seguro.
El nombre de La Bastida
Dice Alejandro Lucas Alonso, médico fallecido La Rinconada y autor de un libro que me he devorado recientemente titulado “El rey don Rodrigo y la Cava en la sierra de Francia” (Salamanca, 2004) que el nombre de La Bastida tiene mucha relación con lo acontecido supuestamente en el Castillo Viejo de Valero. Se denomina bastida a la torre de asalto que se usaba para derribar las murallas de las fortificaciones. Contaba con ruedas y, por motivos obvios, se procuraba hacer de la misma altura que las murallas a atacar. Según Lucas Alonso, probablemente en La Bastida, pueblo que luego fue de pastores, se construyeron estas máquinas que sirvieron a los musulmanes y a su aliado, el conde don Julián (padre de la amante de donde Rodrigo), para acabar con el fortín del rey godo. Ya vamos adelantando partes de la historia, pero sigamos con la ruta.
La ruta arranca junto a la coqueta casa rural Aquilamas de La Bastida. Allí hay una pequeña plazoleta pegada a la carretera donde se puede dejar el coche sin problemas. Tomaremos la calle de cemento que sale justo enfrente y que conduce al cementerio. Al fondo a la izquierda ya divisaremos la primera de las vistas de la Cueva de la Mora. Una vez llegados a la altura del camposanto, la calle cementada se convierte en un camino que habrá que seguir sin desviarse en ningún momento durante casi dos kilómetros.
Pasaremos una portera abierta con un paso canadiense y en un cruce de caminos seguiremos por la derecha. El de la izquierda será el que debamos tomar al regreso para alargar un poquito más la ruta y así hacerla semicircular. Pronto tendremos ante nuestros ojos unas estupendas vistas de la Peña de Francia y del pico Codorro, al que se puede subir desde la cercana localidad de San Miguel de Robledo y que se distingue perfectamente por poseer en su cima tres grandes antenas. Este tramo de la ruta es el menos apasionante porque transcurre en una zona con matorral bajo y con escasa vegetación y las panorámicas aún no son especialmente atractivas.
Después de atravesar otro paso canadiense veremos con más nitidez al pico Codorro a nuestra derecha, mientras que a la izquierda aparece una curiosa formación rocosa. Parecen bloques de hielo afilados y moldeados que anticipan una de las mejores imágenes de la ruta. Un inmenso prado nos invitará a asomarnos a su balcón para contemplar majestuosa la Cueva de la Mora. Como unos meses antes habíamos subido hasta este simbólico lugar de la sierra de las Quilamas, fue muy alentador volver a ver la cueva, esta vez desde otra perspectiva diferente. Aunque, como hemos apuntado al comienzo, de febrero a finales de julio no se puede acceder hasta este lugar por la nidificación de aves, había un grupo de cuatro personas en los alrededores de la cueva. Hay que insistir mucho en cumplir estas pautas. Un principio básico de cualquier senderista es el respeto al entorno, y las aves son una parte fundamental de él. Ellas nos piden seis meses de tranquilidad y nosotros debemos dárselos. La Cueva de la Mora va a seguir ahí para subirla de agosto a enero.
Desde el prado también contemplaremos el otro de los techos de las Quilamas, el pico Cervero, con su pequeña torre de vigilancia en su punto más alto y probablemente veremos algún ciclista en su cima. Su ascensión es muy popular para los aficionados a los mountain bike.
Continuaremos hasta otra bifurcación de dos caminos en el que habrá que tomar el de la izquierda. En el caso de equivocarse no pasará nada porque el de la derecha acaba desembocando en el mismo lugar. Lo mismo ocurrirá poco después donde también habrá que tomar el sendero de la izquierda. En esta zona es normal que veamos algún rebaño de ovejas de los pastores de la zona. Hay que recordar que La Bastida y su vecino Cilleros de La Bastida son pueblos históricamente de pastores y esa tradición sigue pasando de generación en generación para aprovechar los buenos pastos que posee este rincón de la provincia salmantina.
A la altura del kilómetro 4,5 habrá otra bifurcación en el que nuevamente habrá que tomar el camino de la izquierda como vemos en la imagen. A partir de este momento no hay ninguna pérdida. Nuestra referencia será la gran pista que nos conducirá de forma recta e inequívoca hasta el pico del Castillo Viejo de Valero. Su cima la podremos empezar a contemplar desde este momento. Una cima más alomada y no tanto en forma de pico. Ideal para la construcción de un castro o castillo como más adelante podremos comprobar.
Por la pista tendremos que afrontar una importante bajada hasta los 1.256 metros de altura para, posteriormente, superar un desnivel de 154 metros para coronar la cima del Castillo Viejo de Valero. En la parte más baja podremos hacer un descanso en un gran abrevadero para el ganado. Este lugar se ha convertido también en un bebedero para los buitres que merodean por esta zona. No obstante, muy cerca se encuentra la buitrera de Garcibuey, otra interesante ruta que también hemos realizado. La huella de la presencia de estas aves son sus excrementos y sus plumas. Nosotros no pillamos a ninguna reponiendo fuerzas, pero sí las disfrutamos en el cielo con su majestuoso vuelo.
Tras superar la dura ascensión llegamos al final a nuestro objetivo. Hay que caminar unos metros por su loma para llegar hasta los restos de las murallas y pararse ante las dos fuentes que existen, pero que nosotros no localizamos. Señales inequívocas de que fue un lugar habitado en tiempos remotos. La acumulación de piedras nos indica que no fue una simple cerca para el ganado como algunas voces apuntan. De hecho, en la actualidad la zona está bastante esquilmada puesto que se han llevado sillares y otras piedras del supuesto castillo para usos particulares. Eso pasa cuando no se cuida un legado tan importante, que ni tan siquiera tiene una mínima señalización o panel informativo.
Algunos creen que estos restos pertenecen a un castro celta o de la Edad de Hierro, sin embargo un estudio realizado por la Universidad de Salamanca asegura que el Castillo Viejo de Valero no tiene ni las características de esos antiguos castros ni posee materiales que daten de ese periodo. El análisis que firman M. Santonja, J. Cerrillo, J.F. Fabián, A.F. Moyano y M. Gª. Morales también cree “poco verosímil” que se tratara de una cerca para acoger ganado. Entonces, ¿Para qué se construyó una fortificación tan amplia (25 hectáreas) a 1.410 metros de altitud en un lugar donde los rigores del invierno no son los mejores amigos para vivir? El informe de la Universidad lo ubica probablemente entre los siglos VIII y XII. Aquí entre la leyenda de don Rodrigo, que se sitúa precisamente en el siglo VIII.
La leyenda del Castillo Viejo de Valero
Don Rodrigo fue el último rey godo antes de la conquista de la península ibérica por los musulmanes. Se trata de una época (en torno al año 710) donde los datos históricos son confusos y difícilmente contrastables, lo que permite que por esos recovecos se cuele la leyenda. El rey se enamoró perdidamente de Florinda, una joven hija del conde de Ceuta, llamado don Julián. La chica había acudido a Toledo, entonces capital del reinado godo, para ser educada. Cuando el conde se enteró del romance entró en cólera y se alió con los musulmanes para facilitarles su entrada a la península y así derrocar a don Rodrigo y recuperar a su hija. La historia, no la leyenda, dice que el rey godo cayó derrotado por los moros en Guadalete y algunos historiadores creen que murió en esa batalla. No hay evidencias de ese fallecimiento, por lo que otra vez la leyenda sitúa a don Rodrigo huyendo con Florinda y el oro de los godos (el conocido como tesoro de Alarico) hacia la Sierra de Francia donde encuentra cobijo en el Castillo Viejo de Valero. Esta fortificación contaría con galerías subterráneas y se comunicaría con la cercana Cueva de la Mora, otro lugar también cubierto con el halo de la leyenda y la magia. En esa huida Florinda murió de tristeza al ver el enfrentamiento de su padre con su amado. Rodrigo consiguió escapar y finalmente murió en la ciudad portuguesa de Viseu, donde hay una gran lápida con su nombre. Cuando don Julián y los musulmanes asaltaron el Castillo Viejo de Valero, no encontraron nada. Rodrigo se había marchado y Florinda y el tesoro de Alarico quedaron sepultados en los pasadizos de las entrañas de la sierra de las Quilamas. Ese asalto lo compara Fred Creusot, propietario de una casa rural en Villanueva del Conde y estudioso de la zona, con el que llevaron a cabo los romanos en la fortaleza de Masada, en el actual Israel. Tiene sus paralelismos, aunque en el caso de Masada el hecho distintivo fue que los judíos que allí residían se suicidaron de forma colectiva para no tener que someterse a los romanos.
Muy condensada, esta es la leyenda que acompaña este lugar mágico. Al margen de ella, la cumbre del pico del Castillo Viejo de Valero es una atalaya privilegiada desde la que se observa por un lado la sierra de las Quilamas y, por otro, la de Francia. El pico Cervero, San Miguel de Valero, la Peña de Francia y hasta la Sierra de Béjar se divisan con total nitidez desde un lugar en el que curiosamente encontramos a un joven inglés que se encontraba haciendo también la ruta.
El regreso se realiza por el mismo camino hasta llegar al primer cruce de caminos que nos habíamos encontrado a la ida. En ese punto, en lugar de seguir directos hacia La Bastida, una opción muy recomendable es girar a la derecha para convertir la ruta en semicircular y descubrir un paisaje más frondoso que implica un pequeño, pero placentero rodeo. Este sendero desemboca en un cruce donde habrá que girar a la izquierda (el camino de la derecha nos llevaría a la Cueva de la Mora) para adentrarnos en un pinar. Todo un respiro dado que el resto de la ruta transcurre a cielo abierto y sin apenas vegetación. Caminaremos entre los pinos por la vertiente norte del arroyo de la Media Fanega hasta llegar a la carretera que nos conducirá de nuevo a La Bastida. En este lugar veremos un gran merendero llamado el Huerto de la Piedra, un área recreativa muy conocida en la provincia de Salamanca. Habrá que caminar algo menos de un kilómetro por esta carretera por la que apenas circulan vehículos para llegar a La Bastida y concluir la ruta.
Leyenda, naturaleza, vistas y senderismo del bueno en este rincón no tan conocido de la provincia de Salamanca pero, que ofrece un recorrido muy gratificante.
Debes tener en cuenta… | |
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