Salamanca tiene olivos y un aceite de extraordinaria calidad. Las dos afirmaciones pueden sorprender a los que no conozcan esta maravillosa provincia, y la segunda incluso lo puede hacer a los propios salmantinos. Vayamos por partes. A pesar de que los charros vivimos uno de los inviernos más fríos de España, tenemos la suerte de contar con pequeños microclimas en varios puntos de la provincia como en las sierras de Francia y las Quilamas y, especialmente, en Arribes del Duero. En este último caso rige un clima mediterráneo más propio de las provincias valencianas donde aparecen naranjos, limoneros, vides y, por supuesto, olivos. Y qué mejor lugar para encontrarlos que un pueblo cuyo apellido nos recuerda al genial oro líquido que brinda la aceituna, Ahigal de los Aceiteros.
En este pequeño municipio ubicado a poco más de cien kilómetros de Salamanca, han sabido mantener la tradición que llevan muy a gala, la de elaborar aceite. Y como la cantidad que se envasa no es demasiado elevada, la clave para marcar la diferencia es aumentar su calidad. El resultado es un aceite extraordinario y ecológico que se hace realidad en la almazara de los Aceiteros del Águeda. Gracias a esta cooperativa y a la Posada de los Aceiteros pasamos un agradable día en estas tierras con Abilio y Lola de “El lío de Abi” y Lorena de “La ratona viajera”, compañeros blogueros de la asociación Castilla y León Travel Bloggers.
Arribes del Águeda, un río encajonado antes de su desembocadura
Ahigal de los Aceiteros tiene los alicientes necesarios para pasar un fin de semana de escapada rural sin que haya tiempo para el aburrimiento. En primer lugar posee una interesante vertiente de turismo natural protagoniza por el paisaje de las Arribes del Águeda. Se trata probablemente de uno de los espacios más desconocidos de la provincia de Salamanca al estar eclipsado por su “hermano mayor”, las Arribes del Duero que, por otra parte, es el Parque Natural al que pertenecen. El río Águeda, que se puede ver en toda su plenitud en Ciudad Rodrigo, transita, antes de su desembocadura en el Duero, encajonado entre profundas paredes de granito. Un buen lugar para contemplar este espectáculo es el Puente de los Franceses, al que se llega desde San Felices de los Gallegos, pero también desde los miradores naturales de Ahigal de los Aceiteros. Uno de ellos se alcanza tomando en primera instancia el Sendero de los Frutos y desviándose posteriormente para caminar siempre en dirección al río Águeda. El trayecto se realiza entre pequeñas fincas repletas de olivos, los dueños y señores de este paisaje fronterizo.
Oleoturismo en Ahigal de los Aceiteros
La segunda vertiente de una escapada a Ahigal de los Aceiteros es el oleoturismo. Cada vez es más común usar la gastronomía y los productos de la tierra como una forma de atraer visitantes a un determinado lugar. En Ahigal están siendo conscientes de este potencial y no se quieren quedar atrás. La cooperativa Aceiteros del Águeda, compuesta por casi una veintena de socios, posee en la localidad salmantina una almazara ecológica. En los meses de noviembre y diciembre, cuando se recoge la aceituna, es posible visitarla para comprobar el interesante proceso de elaboración de la joya de la corona de la dieta mediterránea. Su característica fundamental es que el aceite se produce acto seguido de que la aceituna caiga del árbol. O lo que es lo mismo, por la mañana el fruto está colgando tranquilamente del olivo y por la tarde ya está convertido en ese oro líquido tan saludable. Así de simple y grandioso al mismo tiempo. El trabajo de la cooperativa capitaneada por Loli Sánchez da lugar al aceite virgen extra Arribera y al ecológico Abade. Un lujo levantarse por la mañana, tostar un poco de pan y regarlo con un chorrito de este ‘delicatessen’.
Entre mediados de noviembre y primeros de diciembre la almazara está a pleno rendimiento coincidiendo con la recogida de la aceituna y, por tanto, es el momento idóneo para visitarla
Vareando los olivos de Ahigal
Pero el oleoturismo no se queda en contemplar cómo la aceituna se transforma en aceite. De la mano de Manolo, propietario de la Posada de los Aceiteros, descubrimos la labor de recogida de la aceituna, lo que se conoce como varear. Y qué mejor manera de hacerlo que realizarlo nosotros mismos vara en mano. Porque la forma de la recogida conserva una esencia tradicional que la hace más interesante. Simplemente se extiende una gran malla alrededor del olivo y el vareador sacude con fuerza las ramas para que las aceitunas caigan. La única diferencia con el método original es que, además de la típica vara de madera, también se utiliza una mecánica que parece una especie de peine. Una labor muy minuciosa y sacrificada que el visitante a Ahigal de los Aceiteros puede experimentar en sus propias carnes.
En la Posada de los Aceiteros también disfrutamos de una exquisita comida en uno de sus salones donde se respira un aroma a tradición muy reconfortante. Calabacín relleno de ventresca, solomillo al roquefort, carrilleras guisadas o una ensalada de ahumados aliñada, cómo no, con el excelente aceite de oliva de la zona, fueron algunos de los platos que degustamos. El menú compuesto de primer plato, segundo y postre tiene un económico precio de 20 euros.
Los que se queden con ganas de más y sean amantes del vino pueden visitar también una bodega familiar en Ahigal de los Aceiteros llamada Quinta las Velas. Una muestra más de que en la provincia de Salamanca se trabaja con amor y dedicación el mundo del vino como también se comprueba en otras localidades como San Esteban de la Sierrra, Mogarraz o Aldeadávila de la Ribera.
Fue un auténtico placer pasar un intenso día en Ahigal de los Aceiteros con nuestros compañeros de la asociación Castilla y León Travel Bloggers para descubrir una cara menos conocida de la provincia de Salamanca, incluso para los que somos charros de cuna.
¡Qué bonito y qué bien nos los pasamos recogiendo olivas! La verdad que es una zona espectacular, quizás poco conocida por su oleoturismo pero sin duda todo un acierto para pasar el fin de semana 🙂
Tengo pendiente una visita para seguir descubriendo la zona.
Saludos
Así es Lorena, sin duda una experiencia muy enriquecedora y todo un descubrimiento incluso para nosotros que somos de Salamanca. Siempre digo que las Arribes del Duero es uno de los parques naturales más espectaculares que se pueden ver en Europa. Saludos.
Cómo os lo pasasteis! Y cómo os pusisteis las botas! Qué pena no haber podido ir. Pero bueno, con las cosas que habéis escrito todos vosotros, no nos queda otra que hacer una escapada a la zona.
Un saludo.
Gracias Alberto. Así es fue una experiencia muy completa donde no faltó de nada. Es una pena que no pudierais ir, pero seguro que en otra ocasión coincidimos. Un saludo afectuoso
La verdad es que es una experiencia inolvidable. Y es que en Salamanca hacéis un aceite de oliva extraordinario que en nada tiene que tener envidia al producido en otras regiones. Si además lo unis a la gastronomía, la naturaleza y el paisaje; toda una experiencia.
Lástima que en nuestra estancia hiciera tan malo y además Rodrigo se pusiera malito. Tenemos que regresar con mejor tiempo, porque es una experiencia que merece la pena realizar.
Gracias por tu comentario David. Es una sorpresa para mucha gente que en Salamanca se haga tan buen aceite de oliva y además en una zona que es bastante desconocida incluso para mucha gente de la provincia. Fue un excelente fin de semana y espero que lo podáis disfrutar con más sosiego en otra ocasión, con Rodrigo en plena forma y con mucho mejor tiempo. Un saludo compañero.