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Han pasado más de dos siglos pero las heridas no han cicatrizado. Mejor dicho, sí lo hicieron pero se volvieron a abrir. Con toda la intención. Forman parte de la historia. Igual que no se han tapado los tiros de Tejero en el techo del Congreso de los Diputados o las muescas de la metralla de la Guerra Civil en la barcelonesa plaza de San Felipe Neri. Nada mejor que mostrar las aberraciones del pasado para no repetirlas en el futuro. Y las heridas de la catedral de Santa María de Ciudad Rodrigo son un ejemplo de resistencia ante la barbarie. De que, por muchos envites que nos dé la batalla de la vida, hay que mantenerse en pie. Y la Torre de las Campanas lo hizo. Con las fisuras que hoy muestra orgullosa a los que la contemplamos desde la bella plaza de Herrasti. Vestigio del pasado que le da más valor en el presente.
Fue en 1810 cuando la capital mirobrigense sufrió la primera de esas embestidas. Los franceses sabían que era un enclave estratégico y Napoleón ordenó su conquista. Fue tarea fácil. El sitio de Ciudad Rodrigo se convirtió en una batalla entre Goliat y David. Y en esta ocasión pasó lo que tenía que pasar. El grande pudo con el pequeño. 65.000 galos contra 5.500 españolitos. Las cifras lo dicen todo. Miróbriga cayó del lado francés y con ella algunas de las joyas que guardaba la catedral y que fueron saqueadas. Los franceses solo pudieron conservar dos años Ciudad Rodrigo. En 1812 llegó un nuevo asedio, esta vez de los españoles con la ayuda de ingleses y portugueses. Nuevas heridas y saqueos. Tocaba volverse a levantar y reconstruir la ciudad. Una vez más. Ya ocurrió cuando los musulmanes la arrasaron y el Conde Rodrigo tomo las riendas para repoblarla. Normal que la ciudad lleve su nombre. Fue un auténtico rescate del fondo del mar. Del olvido.
Un paseo por la historia y por todo lo que ver en Ciudad Rodrigo
Tras la Guerra de la Independencia las heridas en la catedral de Santa María se taparon. No ha sido hasta hace unos pocos años cuando, en una de sus rehabilitaciones, se han vuelto a mostrar. Símbolo de resistencia. Reflejo de lo que ocurrió y de lo que no puede volver a pasar. Ejemplo de la fortaleza de esta ciudad amurallada que mira fijamente al río Agueda y a la frontera con Portugal. Tierra de nobles y de toros. Los que protagonizan cada año uno de los carnavales más singulares de España, el que rinde homenaje al rey de la dehesa. Cuna del farinato, una de las delicias gastronómicas del cerdo tan contundente como exquisita. No se nos ocurre mejor acompañamiento a unos huevos fritos que este pecado venial. Por todo esto y mucho más, como salmantinos estábamos en la obligación moral de mostrar que ver en Ciudad Rodrigo.
Herrasti y El Charro, dos ilustres para abrir boca
El granadino Andres Pérez de Herrasti tuvo la difícil papeleta de defender Ciudad Rodrigo de las tropas francesas en aquella desigual batalla de 1810. Los galos nos vapulearon, pero la historia no podía haber sido otra. Hoy ese lugar por el que entraron los franceses para tomar Ciudad Rodrigo y por el que también lo hicieron los británicos para recuperarla, lleva su nombre. Una plaza tranquila y apacible que en ocasiones pasa desapercibida para muchos visitantes, pero que es uno de los imprescindibles que ver en Ciudad Rodrigo.
Nuestra visita empezó por ella. En solitario. En un silencio sepulcral que contrasta con el ruido de los cañonazos y los disparos que rompieron los tímpanos en la Guerra de la Independencia. Pero si la plaza de Herrasti queda en ocasiones en un segundo plano, mucho más un detalle que hay en su parte más cercana al lienzo norte de la muralla. Allí se encuentra el mausoleo de Julián Sánchez ‘El Charro’. Uno de los héroes históricos que ha dado la provincia salmantina. Azote de los franceses, irreverente, con una personalidad muy marcada y unas ansias constantes de batalla. De los que ahora se diría que se mete en todos los fregaos. Y siempre vestido de charro, pasándose por el arco del triunfo las normas de los uniformes que había antaño. Charro ante todo.
Catedral de Santa María
Con El Charro y Herrasti en el recuerdo, podemos adentrarnos en la catedral de Santa María (3 euros la entrada). Sin duda uno de los monumentos imprescindibles que ver en Ciudad Rodrigo. Su construcción se inició en el siglo XII de la mano de Fernando II de León y tiene un estilo que nos recuerda a las catedrales de Salamanca y Zamora y a la colegiata de Toro. Por ello forma, junto a estas otras tres, el denominado como “grupo de Salamanca”. Merece la pena detenerse ante su pórtico del Perdón o de la Gloria y también pasear por su imponente claustro. Asimismo es posible subir los 138 escalones de la Torre de las Campanas para contemplar una bella vista de Ciudad Rodrigo y su entorno. La catedral cuenta con un Museo Diocesano donde se recogen pinturas, esculturas, objetos relacionados con el culto y obras de piedra de diferentes épocas.
Lo que no podremos ver el retablo que Fernando Gallego pintó para la capilla mayor. Retirado en el siglo XVIII para cambiarlo por un retablo de plata, sus tablas acabaron en el claustro amontonadas y posteriormente vendidas. Hoy se encuentran al otro lado del Atlántico, en el Museo de Arte de la Universidad de Arizona en Tucson.
Paseo por la muralla
A “cal y canto” (o a calicanto como también acepta la RAE). Así se levantó la cerca defensiva de Ciudad Rodrigo. Una protección de origen medieval que da una idea de la importancia estratégica que tuvo este enclave. Fue ampliada en la Guerra de la Independencia y actualmente reposa tranquila sin tener que neutralizar ningún proyectil.
Hoy está a nuestra disposición para recorrerla al completo. 2,2 kilómetros de paseo que nos permiten contemplar el interior y el exterior de la ciudad. Unas vistas únicas de la catedral, la capilla de Cerralbo o el actual Parador, pero también de un entorno natural dominado por el río Águeda y su vega y donde la vista puede alcanzar a divisar la Sierra de Francia, la frontera con Portugal y también el límite con Extremadura. Cuenta con cinco puertas de entrada y tiene forma de estrella, al igual que la cercana y hermana localidad portuguesa de Almeida. Esta tipo de diseño de la cerca lo ponía mucho más difícil al atacante y más fácil al que defendía la ciudad.
Alcázar de Enrique II de Trastamara
Desde la vega del río Águeda se eleva poderosa la gran fortaleza de Ciudad Rodrigo. El alcázar de Enrique II de Trastamara data del siglo XIV. Pero no fue este monarca castellano el que lo levantó, sino el mismo que impulsó la construcción de la catedral, Fernando II de León. Enrique II lo reconstruyó y le dio mayor relumbrón. Fue escenario de los dos encuentros entre los dictadores Franco y Salazar en 1952 y 1957.
Hoy acoge uno de los Paradores Nacionales con más encanto de toda la red. Una estupenda opción para alojarse en la ciudad mirobrigense. Si no nos queremos dar ese placer, podemos entrar igualmente a tomar un café en su cafetería y pasear por su jardín pegado a la muralla desde donde divisamos una completa panorámica de del río Águeda y su ribera.
El Carnaval del Toro
CIUDAD Rodrigo no se puede entender sin su Carnaval del Toro. La relación entre este animal y la localidad se remonta a más de quinientos años atrás, pero no fue hasta 1732 cuando los toros y el carnaval comenzaron a ir de la mano. Desde el viernes al martes de carnaval, Ciudad Rodrigo se viste de fiesta en una celebración única en el mundo. Nadie celebra este periodo previo a la cuaresma de esta manera.
Durante cinco días se suceden las capeas, los encierros a pie y a caballo, los desencierros, los festivales taurinos, pero también los concursos de disfraces y, sobre todo, el buen ambiente. Es un momento ideal para visitar Ciudad Rodrigo y empaparse del carácter abierto y hospitalario de sus gentes.
Palacio de los Águila
El pasado glorioso de Ciudad Rodrigo se refleja en los palacios y casas señoriales que se suceden en su casco histórico. El más grande de todos ellos es el palacio de Los Águila, también conocido como Casa del Príncipe o del Marqués de los Altares.
Se puede visitar de forma gratuita y en su interior acoge exposiciones temporales y una permanente sobre el asedio de los franceses a Ciudad Rodrigo. Además es subsede del Museo Nacional de Escultura. De estilo renacentista, cuenta con dos patios interiores, uno de ellos plateresco de un atractivo singular.
Plaza Mayor
El corazón de Ciudad Rodrigo es su Plaza Mayor. Lugar de reunión de los mirobrigenses y de paso obligado para los visitantes. Desgraciadamente sigue abierta al tráfico rodado, lo que le resta belleza aunque al mismo tiempo demuestra que es una plaza viva y no de cartón piedra. Tiene una planta rectangular y en ella se encuentra, escondido en una esquina, el edificio del Ayuntamiento. La Plaza Mayor se convierte cada carnaval en una plaza de toros asimétrica donde además de celebrar los festivales de esta cita taurina, también desfilan las peñas con sus sus originales disfraces.
Sobre la fachada del Ayuntamiento se encuentra la Campana Gorda que suena con más fuerza que nunca cuando los toros salen a las calles durante los encierros del Carnaval del Toro. En la Plaza también se ubica el edificio de la antigua Audiencia Real que ejercicio también las veces de cárcel y donde además se crió uno de los mirobrigenses más ilustres, el dramaturgo Fernando Arrabal. No podemos olvidar la casa del Marqués de Cerralbo y sus adornos platerescos. La Plaza Mayor es también el mejor lugar para comer en Ciudad Rodrigo. Pero de eso hablaremos un poco más adelante.
Capilla de Cerralbo, iglesia de San Pedro y hospital de La Pasión
Además de poder seguir esta lista de los monumentos que ver en Ciudad Rodrigo, lo ideal, como ocurre en muchas ciudades, es perderse por sus callejuelas. Te puedes encontrar desde una pequeña iglesia, un palacio o una tienda tradicional que sobrevive al tsunami de las franquicias. En ese recorrido será imposible no pasar por delante de tres buenos ejemplos de la arquitectura religiosa de la ciudad. La capilla de Cerralbo intenta hacer sombra a la Catedral con su majestuosidad. Ese era el objetivo de los marqueses de Cerralbo que, ante la negativa del Cabildo a ser enterrados en la seo, mandaron levantar esta iglesia donde reposaron para siempre.
No menos interesante es la iglesia de San Pedro, que combina el románico y el mudéjar. Cuando vemos su fachada no nos podemos imaginar que en la trasera nos vamos a encontrar una muestra del estilo que se forjó gracias a las influencias musulmanas. Cristianos, musulmanes… y judíos. La terna de edificios religiosos la completa el hospital de La Pasión. Actualmente acoge una residencia y su patio interior, que se puede visitar de forma gratuita, cuenta con una higuera de origen judío. Esa influencia también se percibe en el suelo.
Más palacios de un crisol de estilos
Durante nuestra visita a Ciudad Rodrigo en un sábado del mes de febrero nos resultó sorprendente ver cerrados algunos de sus monumentos más simbólicos como la capilla de Cerralbo, el hospital de La Pasión, la iglesia de San Pedro y también el magnífico palacio de Montarco. Hoy se encuentra en manos privadas y gracias a eso se pudo rehabilitar para convertirse en un escenario idílico para realizar banquetes de bodas. La Casa de los Vázquez es otro lugar que en fin de semana lo encontraremos cerrado ya que acoge la oficina de Correos de Ciudad Rodrigo. Destaca el escudo inclinado de su portada.
Precisamente la Casa de los Vázquez fue propiedad de Manuel Sánchez Arjona, el conocido como Buen Alcalde. A él está dedicada una de las plazas con más encanto de la ciudad, Pero hay más palacios, como el del Conde, que destacan por sus diferencias este estéticas y artísticas. También por su intrahistoria y curiosidades. Por ejemplo los blasones torcidos que aparecen en sus fachadas hacen referencia a los hijos no reconocidos de los nobles.
Esa maravillosa mezcolanza de estilos se refleja del mismo modo en la casa renacentista de Miranda Ocampo, el palacio del Conde de Alba de Yeltes y su gran portada barroca, el neogótica casa de la Marquesa de Cartago y el Palacio Episcopal con su fachada neoclásica. Casi nada.
Huevos farinato, el plato que hay que comer en Ciudad Rodrigo
El farinato forma parte de la personalidad de Ciudad Rodrigo. Hasta tal punto que a los mirobrigenses también se les conoce como farinatos. Nadie (salvo los vegetarianos y veganos) pueden resistirse a la tentación de probar esta delicia del cerdo ibérico. Manteca de cerdo, pan, harina, pan, pimentón, cebolla, ajo y sal. Una bomba calórica que, como es lógico, no se puede tomar a diario, pero que sí hay que saborear de vez en cuando. A la hora de cocinarlo hay dos corrientes. Frito con un poco de aceite o a la plancha. En el primer caso las calorías se multiplican ya que el pan del farinato absorbe toda la grasa. Sin embargo, a la plancha pierde parte de ella y resulta mucho más ligero aunque un poco menos sabroso.
El mejor acompañamiento para el farinato son unos huevos fritos. Hacer un revuelto con la yema, la clara, el pan y este embutido es casi un placer divino. Una aparición mariana. Un sabor que a los salmantinos nos lleva acompañando desde la infancia y que nos resistimos a dejar de lado. Comer en Ciudad Rodrigo y no reponer fuerzas con unos huevos con farinato es casi un pecado. Nosotros lo hicimos en el mesón son más solera de la ciudad, ubicado en la misma Plaza Mayor. Se trata del bar El Sanatorio. Su curioso nombre viene porque fue el antiguo sanatorio de los toreros que actuaban en el Carnaval del Toro. Además es un auténtico museo de esta fiesta con decenas de fotos de los encierros, los lances de los toreros… La más antigua data de 1890, precisamente de cuando en lugar de bar, ejercía la función de sanar.
Pero no solo de huevos con farinato se vive en Ciudad Rodrigo en El Sanatorio. Deliciosos son también sus calamares rebozados, plato que también degustamos. Los morros rebozados y los huevos con chorizo son otras de sus especialidades. Todo a ello a precios populares y con un trato formidable.
Otra opción para comer en Ciudad Rodrigo es La Artesa, a pocos metros de la Plaza Mayor, y donde también elaboran unos huevos con farinato de diez. En la propia Plaza, muy recomendable es también picotear en el bar Ángel, donde su jeta es de las mejores de la provincia de Salamanca.
Para comer bien no olvidéis de ir a la paloma antigua casa de postas donde el servicio y la calidad de sus cocina son famosa en toda la comarca.
Sus aperitivos sus carnes de cerdo ibérico y su ternera Morucha son impresionantes
Muchas gracias Guillermo. Tomamos buena nota para la próxima vez que vayamos porque nos encanta la carne de cerdo ibérico y la de morucha. Gracias por la recomendación. Un saludo.
No os olvidéis de comer en» Restaurante Estoril» en Ciudad Rodrigo. Una cocina y un servicio hechos con cariño, regado con una amplia carta de vinos.
Gracias por la recomendación Maribel. Tenemos muy buenas referencias de este restaurante pero todavía no lo conocemos. La próxima visita a Ciudad Rodrigo, acudiremos. Gracias y saludos.