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No todos los días se pisa la mejor playa del mundo. Da vértigo este calificativo, pero no es ni mucho menos exagerado. Cuando el barco va reduciendo su velocidad para atracar en el pequeño muelle cercano a este arenal, los ojos comienzan a hacer chiribitas. Aguas en absoluta calma donde todas las tonalidades de azul se mezclan con dosis de “tinta” turquesa. Detrás, una arena blanca como el marfil. Y todo ello abrigado por un espeso bosque de pinos. Azul, blanco y verde. Ni el mejor pintor realista pudiera hacer una combinación tan brillante como la que nos brinda la playa de Rodas, cuya visita es una de las imprescindibles que hacer en las Islas Cíes. Ni el Caribe, ni las paradisiacas playas tailandesas, ni las islas diseminadas por el Índico. Galicia Calidade. Así al menos lo consideró hace unos años el periódico británico “The Guardian” y otras muchas listas y encuestas. Eso sí, tiene trampa. Esas aguas cristalinas que invitan, ya desde el barco, a zambullirse en ellas sin dudarlo, no tienen una temperatura ni mucho menos caribeña. Es una piscina gélida donde, incluso en pleno agosto, hay que tener bemoles para meterse. No queda más remedio que tirar de valentía. ¿Acaso alguien se puede resistir a bañarse en la mejor playa del mundo?
Es finales de agosto y una fresca brisa matinal nos recibe en la isla de Monteagudo. Es una de las tres que forma el archipiélago de las Islas Cíes junto a la del Faro y la de San Martiño. Es primera hora de la mañana y el trasiego de barcos que traslada a cientos de visitantes desde los puertos de Vigo, Cangas y Baiona ha dado su pistoletazo de salida. Pero tenemos la suerte de ver la playa de Rodas casi desierta. Sin que su arena marfil —compuesta por millones de milenarios granos de cuarzo— aún haya sido colonizada por toallas y bañistas. Sin que el agua sufra la más mínima perturbación. Una estampa casi irreal para comenzar de la mejor manera posible el idilio con las Cíes. Hacemos parada en la pequeña caseta del centro de interpretación e información que hay junto al muelle. En un completo folleto vemos rutas de senderismo, playas, vistas, faros, tupidos bosques… Los ingredientes para este plato pintan muy pero que muy bien. Tenemos claras las cosas que hacer en las Islas Cíes en un día. Vamos a ello.
¿Cómo ir a las Islas Cíes?
Las Islas Cíes fueron declaradas en el año 2002 Parque Nacional junto a sus vecinas de Ons, Sálvora y Cortegada. Todas ellas forman el Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia. Esta protección ha permitido salvaguardar de cualquier aberración urbanística a un auténtico paraíso del Atlántico. Pero no sólo el ladrillo perjudica este ecosistema único, también una excesiva presencia de visitantes. Por este motivo sólo se admiten un máximo de 2.200 personas al día. Ese número se controlaba con los billetes que vendían las navieras autorizadas para viajar a las Cíes. El problema es que la Xunta de Galicia comenzó a detectar que, en temporada alta, se expedían más billetes de la cuenta. O, lo que es lo mismo, había días que más de 2.200 personas a la vez pisaban y dañaban un enclave único que tenemos que preservar cuan tesoro. Para evitar este problema, la Xunta de Galicia decidió en 2018 emitir un permiso sin el cual es imposible obtener el billete para viajar a las Cíes. Se hace a través de esta página web y permite registrar hasta 25 personas en una misma solicitud.
Una vez se cuente con el número de autorización es momento de comprar el billete con cualquiera de las navieras que fletan barcos a las Islas Cíes. Estos salen de los puertos de Vigo, Cangas del Morrazo y Baiona. Nosotros partimos del primero con la compañía Cruceros Rías Baixas. El precio del billete es de 17,50 euros para adultos (8 para niños) en temporada alta, del 1 de julio al 31 de agosto. Desde Vigo las salidas son a las 9:40, 11:30 y 17:45 horas. Ni que decir tiene que lo mejor es tomar el primer barco de la mañana para que dé tiempo a todo lo que hacer en las Islas Cíes en un día.
Senderismo, miradores, playas y mucha naturaleza, todo lo que hacer en las Islas Cíes en un día
Todo lo que hacer en las Islas Cíes se puede comprimir en un día llegando a primera hora de la mañana y regresando a última de la tarde. Pero los que quieran experimentar la sensación de pernoctar en un Parque Nacional y ver amanecer en una isla casi salvaje pueden hacerlo. Eso sí, nada de dormir en una cómoda cama de hotel. En las Cíes la única manera de alojarse es en un camping al que cada uno puede llevar su propia tienda o alquilar una allí. Se encuentra justo detrás de la playa de Rodas, pegado al lago que separa las islas del Faro y de Monteagudo. Sin duda un enclave privilegiado para abrir la cremallera de la puerta a primera hora de la mañana y encontrarte de sopetón que semejante espectáculo.
Pero los que no opten por la opción del camping y prefieran concentrar en un solo día la visita a las Islas Cíes, tendrán tiempo para hacer estos seis planes que nosotros hicimos realidad.
Bañarse en las cristalinas y gélidas aguas del Atlántico
Ya hemos hablado de la playa de Rodas, considerada por muchos como la mejor mundo —lo correcto sería decir una de las mejores—. Es la joya de la corona de las Cíes. Une las islas del Faro y de Monteagudo. Un arenal casi interminable donde la arena blanca se mezcla con la frondosidad de los pinos, mientras las aguas de color turquesa en perfecta calma ejercen una atracción casi irresistible. Eso hasta que el primer centímetro de nuestra piel se pone en contacto con ellas. Están gélidas. Sinceramente es una de las aguas más frías en la que nos hemos bañado. Mucho más que las del Atlántico en la costa norte portuguesa, por ejemplo. Duele la cabeza nada más sumergirla. Pero hay que hacer un esfuerzo. No queda otra.
Más pequeña y también abrigada por pinos está la playa de Figueiras. Más íntima, es conocida como la playa de los alemanes y en ella se puede practicar nudismo.
También nos dimos otro refrescante baño en la playa de Nosa Señora, muy reducida, donde la escasa arena se mezcla con las rocas y normalmente repleta de bañistas. Su encanto reside en que es ideal para enfundarse las gafas y el tubo y practicar esnórquel en sus aguas. Quizás tienen una temperatura más elevada que las de la playa de Rodas, aunque probablemente fuera sólo una sensación imaginaria.
La isla de Monteagudo también cuenta con las pequeñas calas de Margaridas y Catareira. Por otro lado, no hay que olvidar que la isla de San Martiño (sólo visitable en barco privado) posee una excelente playa de la que sólo pueden disfrutar los más privilegiados.
Hacer senderismo gracias a cuatro apasionantes rutas
Lo mejor que hacer en las Islas Cíes es mezclar los baños o momentos de relax en la arena de sus playas con las caminatas por las cuatro rutas señalizadas que se proponen y que podéis descargar en este PDF. Nosotros las hicimos todas, dos por la mañana y otras dos por la tarde. Las cuatro parten de la caseta del centro de interpretación, junto al muelle en el que atracan los barcos.
Se trata de la ruta del Faro de Cíes (amarilla y de 3,5 kilómetros ida), la ruta del Faro da Porta (verde y de 2,6 kilómetros ida), la ruta del Alto do Príncipe (violeta y de 1,7 kilómetros ida) y la ruta del Faro do Peito (roja y de 2,5 kilómetros ida).
Visitar los faros de Cíes, Porta y do Peito
Las rutas del Faro de Cíes (amarilla) y del Faro da Porta (verde) se pueden hacer de manera conjunta sumando un total de 8,7 kilómetros. Su primer tramo es compartido y transita junto a la playa de Rodas, el Lago dos Nenos —el peculiar ecosistema que se ha formado en la unión de las dos islas— y el camping. A la altura de la playa de Nosa Señora, la ruta amarilla asciende hasta el Faro de Cíes. A mitad de la subida podemos desviarnos a la derecha para visitar la Pedra da Campa, una peculiar roca tallada y perforada por los fuertes vientos del Atlántico y que ofrece unas bonitas vistas del Lago dos Nenos. Nosotros seguimos hasta alcanzar uno de los símbolos de las Cíes. Atención al tramo final donde el sendero se empina a lo largo de unas vertiginosas curvas prácticamente cerradas. A 175 metros sobre el nivel del mar se eleva un faro construido a mediados del siglo XIX y que se usó hasta los años 60 de la pasada centuria. Sus vistas de la ría de Vigo, de la vecina isla de San Martiño y de la inmensidad del océano son para extasiarse y no mirar el reloj.
Deshacemos lo andado bajando de nuevo por el zigzagueante sendero y cogemos un atajo a la derecha para enlazar con la ruta verde, la que nos llevará al faro da Porta. Antes podremos contemplar de cerca el Atlántico en la punta de Carracido y sentarnos en uno de los bancos con vistas. En este caso no sabemos si será uno de los mejores del mundo, pero podría entrar en el “top 10” perfectamente. Desde él contemplamos los faros de Cíes y Porta y la silueta de la isla cincelada por la furia del Atlántico.
El faro da Porta es una pequeña construcción levantada casi a pie de océano y que otorga una mayor intimidad que su hermano mayor. Son menos los visitantes que acuden hasta él y, por lo tanto, permite gozar del carácter salvaje de las Cíes sin masificaciones ni molestias.
La ruta verde hace parada en la playa de Nosa Señora, donde nos dimos un chapuzón, y regresa a su punto de origen en el centro de interpretación.
Ya por la tarde hicimos las rutas del Alto do Príncipe (violeta) y Faro do Peito (roja). En total 5,8 kilómetros ida y vuelta. Su primer tramo es común. Después de dejar a la derecha la playa de Figueiras sale un desvío a la izquierda al Alto do Príncipe del que hablaremos en el siguiente apartado de qué hacer en las Islas Cíes. La ruta roja sigue recta entre un frondoso bosque hasta llegar al faro do Peito o de Monteagudo. Sus vistas no son tan espectaculares como las que se obtienen desde los otros dos. Podemos ver la silueta de la Costa da Vela, la playa de Melide e incluso la isla de Ons en un día claro como el que tuvimos. Junto al faro existe un observatorio de aves.
Sentirse como una reina con las vistas desde el Alto do Príncipe
En el apartado anterior hablábamos de un desvío a la izquierda cerca de la playa de Figueiras que lleva al Alto do Príncipe. Es un corto y empinado trayecto que conduce hasta las que son, sin lugar a dudas, las mejores panorámicas de toda la isla. Aunque sólo se encuentra a 111 metros sobre el nivel del mar, su situación es privilegiada ya que permite ver todo el contorno de la isla del Faro y su unión a través del Lago dos Nenos y la playa de Rodas con la de Monteagudo. Al fondo, casi como una prolongación de esta última, observamos la isla de San Martiño y todo rodeado del azul del océano. Por si fuera poco, la luz que tuvimos a media tarde fue perfecta para captar unas imágenes casi bucólicas de la vista con mayúsculas de las Cíes. Subir hasta el Alto do Príncipe es una razón en sí misma para visitar este paraíso salvaje gallego.
En lo alto de este macizo rocoso, donde la frondosa vegetación desaparece y da paso al matorral bajo, tenemos una curiosa formación llamada la Silla de la Reina. Una especie de trono cincelado en la roca donde es posible sentarse y dejar pasar el tiempo. No está decorado con joyas y oro, pero dudamos que haya poltronas más valiosas que la que nos regala esta atalaya de las Islas Cíes.
Tener cuidado con las gaviotas mientras se come en un merendero
Comer en las Islas Cíes es caro, no os vamos a engañar. Es lógico. Hay sólo tres restaurantes y la demanda suele superar a la oferta. Además ya disfrutamos de la exquisita gastronomía gallega comiendo en Cangas y Baiona. Por eso es una buena opción llevarse la merienda desde casa. Existe una buena red de merenderos en los que cobijarse debajo de un árbol y disfrutar de una comida campestre en toda regla. Eso sí, hay que tener cuidado con unos incómodos vecinos. Se trata de las gaviotas, que se han convertido en todas unas expertas en birlar la comida a los visitantes. Al igual que sucede con los monos y los mapaches en el Parque Nacional de Manuel Antonio en Costa Rica, en las Cíes las gaviotas saben perfectamente dónde encontrar su sustento. No es extrañar que, mientras se deja encima de la mesa un pedazo de pan o de embutido, venga volando una de estas aves y se lo lleve para no devolverlo jamás.
Regresar a puerto con todos, absolutamente todos los residuos
Aunque la coloquemos como la última de las cosas que hacer en las Islas Cíes, debería ser la primera en importancia. Este paraíso es patrimonio de todos. Un auténtico tesoro de la naturaleza que debemos cuidar y preservar. Que cada día en temporada alta acudan 2.000 personas no quiere decir que, al caer la noche, las Cíes acaben como un vertedero. El civismo y un mínimo de responsabilidad son fundamentales. Por eso cada uno de los residuos que se generen en las Islas Cíes debe llevarse de vuelta. Allí no hay papeleras ni contenedores que estropearían sus estampas de postal. Es un pequeño gesto que ayudará a mimar un poco este lugar del que nos debemos sentir muy orgullosos.
Estuve hace unos días…qué bonito, pero que mala suerte con el tiempo, porque había alerta por altas temperaturas. La subida a los faros me dejó sin fuerzas para lo demás, y el sol acribillaba a base de bien.
Qué pena que las altas temperaturas te impidieran disfrutar del todo, porque además es una zona donde no suele hacer tanto calor. La verdad es que la visita a las Islas Cíes impresiona y sobre todo si el día es tan claro y puedes disfrutar de sus vistas. Un saludo.
Tendría una pregunta.
Las dos horas de trayecto en el camino rojo y verde es en solo ir o también en ir y volver
Gracias
Hola Sara, muchas gracias por tu comentario y por visitar el blog. Nosotros en total tardamos unas seis horas en hacer todo el recorrido. Pero ten en cuenta que fuimos parando en las playas, en los faros y también cuenta el tiempo que estuvimos comiendo. Si te dedicas solo a andar vas a tardar muy poco en hacer todo el recorrido pero ese no es el objetivo. Por lo tanto es muy relativo el tema del tiempo. Nosotros como veras en el artículo no hablamos de tiempo para recorrer las rutas. El rojo y el verde suman 5 kilómetros solo ida. Un saludo.
HOLA ESTEFANIA Y PABLO , QUE BIEN QUE NOS CONTEIS. UNA PREGUNTA. QUÉ CREES QUE MERECE LA PENA, VISITAR UN SOLO DÍA LA ISLA O DORMIR UNA NOCHE?. IMAGINO QUE DOS NOCHES EN LAS ISLAS CIES NO MERECE LA PENA, VERDD?
Muchas gracias por tus palabras Josefa. Las islas Cíes se pueden visitar perfectamente en un día, llegando temprano y regresando por la tarde. El encanto de quedarse a dormir radica en poder ver el amanecer y atardecer allí, contemplar el cielo estrellado… Debe ser una buena experiencia. Dos noches pueden ser excesivas a no ser que os lo queráis tomar todo con mucha calma, disfrutando de la playa, recorriendo tranquilamente los senderos. Pero si la idea es vivir la experiencia de pernoctar allí, con una noche está más que bien. Un saludo.