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Europea pero geográficamente en Oriente. Dividida en dos dando lugar en el norte a un país no existe. Enclave estratégico del Mediterráneo por el que pasaron bizantinos, griegos, romanos y otomanos, entre otros muchos pueblos. Así es la isla de Chipre, un paraíso de playas con aguas cálidas y cristalinas, ruinas de una monumentalidad asombrosa y una gastronomía donde se marida oriente y occidente. Acompáñanos en esta ruta por Chipre de 9 días que realizamos en pleno verano bajo un sol de justicia pero que os dejó un estupendo sabor de boca
Lejana y cercana. En Europa, pero en Asia. Unida, pero dividida. Aparentemente insignificante, pero con una importancia histórica capital. Griega y turca. Chipre es la isla de las dicotomías. De los contrastes. No es una ínsula más del Mediterráneo. No es un puñado de fantásticas playas, yacimientos arqueológicos e iglesias bizantinas y góticas. Es mucho más un pedazo de tierra con una forma muy singular marcada por un desconocido conflicto. Es uno de los destinos más atractivos y tapados de Europa. Quizá por carecer de vuelos directos desde Madrid está en un segundo plano para los turistas españoles que se han lanzado en masa a otros destinos como Albania. Pero la ausencia de grandes masificaciones (ha ayudado el descenso de turistas rusos por la invasión de Ucrania) la convierten en un lugar muy apetecible. Esta ruta por Chipre de nueve días que os vamos a relatar nos ha dejado un inmejorable sabor de boca como podréis comprobar en este post. Aquí tenéis toda la información que os hace falta para preparar vuestro viaje a la cuna de Afrodita.
Cosas que debes tener en cuenta para viajar a Chipre
Antes de iniciar vuestro viaje a Chipre es fundamental tener en cuenta estos consejos donde recogemos las particularidades de una isla que se encuentra divida en dos. Resulta fundamental recorrer ambas partes para hacerse una idea global de sus atractivos y conocer más profundamente un conflicto no resuelto.
Documentación necesaria
Chipre es un país de la Unión Europea por lo que para acceder a él tan solo hace falta portar el DNI. Nada más aterrizar hay que colocar el carné en una máquina, que lo lee y te hace una foto. Acto seguido, se imprime un recibo con tus datos y tu foto (que más bien parece una aparición). Posteriormente se entrega a un policía que está en una cabina y trámite culminado.
El curioso caso del norte de Chipre, el país que no existe
El norte de Chipre fue invadido por Turquía en 1974. Este hecho se produjo 14 años después de que la isla lograr la independencia de Gran Bretaña. En aquel momento la población era mayoritariamente griega (muchos favorables a ser anexionados por Grecia) y una minoría turca. Estos últimos se sintieron agraviados y dieron paso a una invasión relámpago y casi sin oposición de la zona norte. Años después se constituyó la República Turca del Norte de Chipre, un estado no reconocido en el mundo salvo por la propia Turquía. Cascos azules de la ONU se desplegaron a lo largo de la frontera en la denominada línea verde que en algunos casos es de varios kilómetros.
Hasta hace unos años los turistas no podían acceder al norte de la isla, pero actualmente se han flexibilizado mucho los controles. Los ciudadanos de la Unión Europea solo tienen que presentar el DNI o el pasaporte. Un mero trámite muy sencillo que es casi irrisorio en los pasos fronterizos peatonales de la ciudad de Nicosia, la única capital del mundo dividida en dos, la parte norte de la República Turca y la sur para la Chipre europea. También se puede acceder con el coche de alquiler, pero eso lo explicaremos un poco más adelante.
Vuelos
Una de las razones de que Chipre no sea un país demasiado popular para el viajero español es la ausencia de conexiones directas desde los aeropuertos de nuestro país. Toca por lo tanto hacer escala, lo que, en el mejor de los casos, alarga el viaje hasta las seis horas. Nosotros volamos con la compañía griega Aegean con escala en Atenas. Tuvimos suerte porque los tiempos de tránsito en la capital griega no fueron demasiado elevados. El vuelo Madrid-Atenas tarda unas tres horas y media y el Atenas-Lárnaca, una hora y 45 minutos. Nos gustó la experiencia con esta compañía en nuestro estreno con ella. Puntuales, comidas incluidas en los vuelos, no se ponen quisquillosos con el equipaje, te asignan asientos juntos y tienes wifi a bordo. Pero toda cara tiene su cruz y en este caso no nos gustó que para el embarque se hagan cuatro grupos en función, no de la ubicación en el avión, sino de si has pagado por los asientos o no. Eso ralentiza muchísimo todo. Además, en la parte trasera la distancia entre butacas es mínima y apena hay espacio para las piernas.
Elegimos para la llegada y la salida el aeropuerto de Lárnaca, pero es una buena idea buscar opciones con el de Pafos.
Seguro de viaje
En esta ruta por Chipre no nos faltó el seguro de viaje que siempre utilizamos en cualquier escapada ya sea en Europa o fuera del continente. Y en este caso con más razón al incluir en el itinerario la República Turca del Norte de Chipre. Se trata del seguro de Iati, empresa especialista en pólizas de viaje con la que siempre hemos tenido una experiencia formidable.
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Conexión a internet
A la hora de estar conectados a internet en Chipre, no existe ningún problema mientras estemos en la zona europea de la isla. Se trata de un país que se incluye en las tarifas de ‘roaming’ de cualquier compañía, aunque hay que prestar atención ya que algunas de ellas establecen un límite de datos. La cosa cambia si decidimos visitar la República Turca del Norte de Chipre. Allí el ‘roaming’ no nos vale, ya que funcionan operadoras turcas. Para no quedarnos sin conexión a internet durante los tres días que pasamos en esa zona, contratamos una eSIM de datos ilimitados a través de Holafly. Ya tuvimos buena experiencia con ellos en Montenegro y Albania y por tanto repetimos. Para ello hay que comprar una eSIM de Turquía. Se instala fácilmente mediante un código QR horas antes de cruzar la frontera.
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Alquilar coche en Chipre
Para hacer una ruta por Chipre es fundamental alquilar un coche. Es la única forma de llegar a todos los puntos de la isla con absoluta libertad y economizando al máximo el tiempo. Nosotros alquilamos un vehículo con la empresa local Cosmos, con la que contactamos a través de WhatsApp a raíz de sus buenas críticas. Su precio fue muy competitivo, aunque el coche que nos dieron fue un Suzuki Alto, una auténtica caja de cerillas muy limitada. De haberlo sabido habríamos optado por una categoría superior. Es cierto que el coche nos dio un buen servicio aunque le costaba horrores subir pendientes.
A través de WhatsApp enviamos toda la documentación e información de los vuelos y, a nuestra llegada a Lárnaca, nos estaba esperando un trabajador de la compañía para entregarnos el vehículo y realizar el pago (no tienen oficina física allí). Hay dos cosas que no nos gustaron. Como llegamos a las diez de la mañana, pero el regreso era a las 18:30 ellos pensaron que lo íbamos a devolver a las diez. Sin embargo dimos por sentado que lo haríamos un par de horas antes del despegue. Ese malentendido provocó que nos quisieran a cobrar un día más. Costó hacerles ver que en ningún momento nos habían indicado que la devolución tendría que ser a las diez, pero finalmente no nos obligaron a pagar ese extra. Además te cobran una fianza de 300 euros que no es un bloqueo al uso, sino un pago que se vuelve pasados unos días. No nos convenció esa fórmula, pero finalmente después de una semana llegó esa devolución.
Un dato importante. En Chipre se conduce por la izquierda, al igual que sucede, por ejemplo, en otra isla mediterránea como es Malta. El pasado británico pesa mucho.
💡 ¿Se puede cruzar a Chipre del norte con el coche de alquiler del sur?
Una de las preguntas clave que nos hicimos durante nuestra ruta por Chipre es si podíamos cruzar con el coche a la zona norte de la isla. La compañía (la nuestra y cualquiera) no lo recomienda ya que ellos no se hacen responsables de lo que ocurra durante esos días. Es más, te advierten de que si sufres una avería, te tienes que buscar la vida para devolver el coche al sur para que vayan a asistirte. Lo que sí tienes es un seguro a terceros que contratas en la propia frontera y que es obligatorio para acceder con el coche a la República Turca del Norte de Chipre. El de tres días cuesta 20 euros y cubre los daños que puedas hacer a otros vehículos o personas.
¿Qué hacer entonces? Nosotros decidimos asumir el riesgo. De lo contrario la otra opción es alquilar otro coche en el norte, pero no hay empresas junto a la frontera, lo que obliga a tomar un taxi o caminar con las maletas a cuestas. En el caso de sufrir una avería hay numerosos talleres donde salir del paso.
Moneda en Chipre
Chipre es un país que forma parte desde 2008 de la zona euro, por lo que no es necesario cambiar moneda. Sin embargo, en la República Turca del Norte de Chipre la moneda oficial es la lira turca. En la mayoría de tiendas y restaurantes de las grandes ciudades admiten euros. Eso sí, hay que prestar mucha atención a los cambios para evitar redondeos que te perjudiquen. Nosotros cambiamos 50 euros en liras y eso fue suficiente, ya que las dos noches que pasamos allí teníamos las cenas incluidas en el hotel.
La ruta por Chipre más completa. Itinerario de 9 días
Una vez que tenemos claros los consejos y recomendaciones para viajar a Chipre, toca entrar en harina con el itinerario que realizamos durante los nueve días que duró nuestro periplo por la isla mediterránea. Quedaron cosas en el tintero, pero en líneas generales pudimos visitar los puntos imprescindibles. Es por ello que ocho o nueve jornadas son ideales para hacer una ruta por Chipre que permita llevarse un gran sabor de boca del país.
Día 1. Llegada a Chipre y noche en Ayia Napa
La primera jornada de esta ruta por Chipre fue la más calmada de todas. Habíamos volado durante toda la noche y, como podéis comprender, llegamos al aeropuerto internacional de Larnaca totalmente rendidos. Un empleado de la empresa de alquilar de vehículos estaba esperándonos a la salida para entregarnos el coche. Como ya le habíamos mandado toda la documentación vía WhatsApp tan solo tuvimos que abonar el importe del alquiler y 300 euros de depósito que se devuelven al finalizar al viaje. El trámite fue muy rápido y en unos minutos estábamos con nuestra pequeña caja de cerillas en las carreteras de la isla conduciendo por la izquierda y con el aire acondicionado a tope.
En menos de una hora llegamos a Ayia Napa, una suerte de Ibiza chipriota. Una ciudad absolutamente impersonal repleta de hoteles, apartamentos, restaurantes, tiendas y discotecas. Aunque ese tipo de turismo no nos apasiona, la elegimos como primera parada para descansar después del viaje y recorrer al día siguiente algunas interesantes playas que hay en su entorno. Pero si vuestra ruta por Chipre es menos extensa, se podría prescindir de esta parada sin ningún tipo de problemas.
En Ayia Napa nos alojamos en Mia Hotel Apartment, típico alojamiento de costa con piscina y unas habitaciones correctas con pequeña cocina y balcón. No está cerca de la playa, pero se aparca bien y se enclava en una zona alejada del bullicio.
Después de hacer el ‘check-in’ descansamos del largo viaje y aprovechamos la tarde visitando una de las playas más populares de la zona, Nissi Beach. Tiene una superficie de arena colonizada por las hamacas y unas aguas cristalinas que más bien parecen un spa. Tarda en cubrir y, junto a las rocas, se puede hacer esnórquel. Nos dimos un chapuzón y contemplamos el atardecer con la isla de Nissi al fondo, a la que se puede llegar cómodamente caminando por el mar.
Ese día tuvimos el primer contacto con la gastronomía tradicional chipriota en el local más tradicional y popular para comer en Ayia Napa, Stamna Taverna. Se trata de la casa más antigua de la ciudad, en su día morada de granjeros y, desde 1983, un restaurante muy acogedor donde se sirven platos muy logrados elaborados con productos de calidad. Abrimos boca con un delicioso humus para continuar con una ‘afelia’ (cerdo marinado con vino tinto y especias acompañando de patatas y verduras a la parrilla). Muy tierna la carne y con un sabor muy especial. También pedimos un típico ‘gyros’ griego con carne de pollo y patatas fritas. Muy recomendable. 40 euros los dos con una inmensa cerveza local Keo y agua.
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Día 2. Playas de Ayia Napa y atardecer en una iglesia bizantina
Después de reponernos por completo del cansancio del vuelo (hemos llegado a la conclusión que dormir en un avión te cansa más que ir despierto) comenzamos la segunda jornada de esta ruta por Chipre con un buen desayuno en el Mia Hotel Apartment y con ganas de conocer algunas de las playas y enclaves de la costa del entorno de Ayia Napa.
Tomamos dirección oeste para hacer la primera parada en el ‘Bridge of lovers’ (Puente de los enamorados). Se trata de una formación rocosa con apariencias de puente que recuerda a la extinta ‘Azure window’ de Malta. El contraste de la roca arenisca con los colores azules y turquesa del mar es hechizante. A pesar del calor, es imposible no permanecer allí algunos minutos tomando fotos del espectáculo natural.
Junto a al ‘Bridge of lovers’ se extiende un parque de esculturas con obras de artistas de todo el mundo. El fuerte calor y la ausencia de sombras nos impidió recorrerlo al completo, pero al menos pudimos contemplar algunas de ellas. El acceso es gratuito.
La siguiente parada fue en las ‘Sea caves’, una serie de cuevas marinas donde una vez más los colores del agua resultan magnéticos. Solo hay que desviarse unos metros de la carretera principal y dejar el vehículo en un aparcamiento para caminar desde allí un par de minutos hasta el lugar donde el mar ha ido horadando la roca arenisca formando cavidades que parecen auténticas obras de arte. Muchas personas se lanzan al agua desde arriba, aunque regresar no es apto para todos. De hecho hay carteles que desaconsejan el baño en esa zona aunque parezca irresistible.
Para darnos el chapuzón que nos iba pidiendo el cuerpo y así aplacar las altas temperaturas nos desplazamos hasta el ‘Blue lagoon’. No es el más famoso de la isla (de ese hablaremos más adelante), pero como como en Chipre son poco originales con los nombres han bautizado también así a este maravilloso paraje ubicado al norte del cabo Greco. Hay un aparcamiento con camión de bebidas y helados incluido y una zona para dejar la toalla aunque con ausencia de sombras. Las aguas son deliciosas y la tranquilidad solo se rompe cuando atraca en la zona algún barco de turistas. Eso sí, nada que ver con el bullicio del ‘Blue lagoon’ de Malta o con lo que vivimos el año anterior en Albania en la península de Karaburun. Es un lugar ideal para enfundarse las gafas y el tubo y hacer esnórquel o simplemente estar en agua dejando pasar el tiempo.
Seguimos bordeando la costa en dirección norte. La siguiente parada fue la playa de Konnos, una de las más populares de la zona. Estaba repleta como anunciaba el estado de su aparcamiento. Lo único que hicimos fue asomarnos, tomar unas fotos y comprobar que no quedaba ni una hamaca libre. Por encima de la playa nace un sendero que llega hasta la cueva de los cíclopes, pero con calor es imposible hacerlo. Tomar nota si vais en una época con temperaturas más suaves.
De playa a playa y tiro porque me toca. Avanzamos un poco más hasta Green Bay, otra maravillosa zona de baño de aguas magnéticas. Tiene alguna pequeña playa, pero nosotros nos apostamos en una zona rocosa con algo de sombra donde nos dimos un chapuzón en solitario. Esta zona cuenta con varias escuelas de submarinismo y en excelente lugar para ver tortugas.
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Era hora de comer y decimos desplazarnos para ello a la ciudad de Protaras. Allí acudimos Nameless Restaurant, muy bien ubicado junto a la travesía principal. Con un trato muy amable (la camarera incluso se esforzó en hablarnos en español) tienen una carta de platos griegos a precios muy ajustados. Además tienen un plato del día que cambia cada jornada a un precio que no supera los 8 euros. Junto a él (el domingo tocaba un filete de carne de cerdo con huevo, patatas y ensalada), pedimos la especialidad de la casa, el ‘pork soulaki’ (cuatro brochetas de carne de cerdo a la brasa acompañadas de patatas fritas, ensalada y una deliciosa salsa de yogurt). Nos encantó y para los dos la cuenta fue de 26 euros con una entrada de humus.
Después de la comida decidimos acudir a alguna de las playas que están cerca de la frontera con el norte que nos dijeron que eran más tranquilas. Recalamos en Armyropigado Beach, casi de las últimas antes de meternos en la República Turca del Norte de Chipre. De hecho desde el agua se veía a lo lejos la valla fronteriza. Una playa cien por cien frecuentada por locales (éramos el único coche de alquiler del aparcamiento). Ambiente tranquilo familiar, con zona de hamacas, pero también libre que pronto tiene sombras por la tarde. Las aguas deliciosas. Parecía una piscina.
Se acercaba el momento del atardecer y para despedir el día nada como subir en Protaras a la iglesia del Profeta Elías (Profitis Ilias) de estilo bizantino. Hay que ascender por unas escaleras y desde el templo se tienen unas magníficas vistas de la costa y se aprecia un atardecer de película. Nos llamaron la atención los árboles repletos de cintas y de promesas que hay alrededor del templo.
Era el momento de regresar a nuestro hotel de Ayia Napa para descansar y afrontar la tercera jornada en Chipre donde nos esperaba un cambio de país sin salir de la isla.
Día 3. Salto a la República Turca del Norte de Chipre. Noche en Kyrenia (Girne)
Tocaba despedirnos de Ayia Napa sin pena ni gloria. Sí nos gustaron algunas de las playas y zonas de baño que visitamos el segundo día, pero nos generó cierto sentimiento de rechazo ese carácter impersonal de la ciudad, entregada al turismo desordenado y de masas. Y eso que el número de visitantes no era excesivo y el bullicio que provocaba era bastante menos molesto que el que se pueden ver en lugares de características similares.
Antes de decir adiós a Ayia Napa nos acercamos hasta su monasterio, rodeado paradójicamente de bares de copas al más puro estilo del Arenal de Mallorca donde se limpiaban los excesos de la madrugada anterior. Se trata de un templo veneciano del siglo XVI que se encontraba cerrado y que tiene la particularidad de que su campanario está disgregado.
Hecha la única visita cultural relevante en Ayia Napa cogimos el coche ya que nos esperaban casi dos horas de viaje hasta nuestro próximo destino. Sin salir de la isla cambiamos de país. Uno muy singular que solo es reconocido por la nación que lo apadrinó. Hablamos de la República Turca del Norte de Chipre, una especie de colonia otomana fruto de la invasión turca de 1974 y que dividió la isla en dos en una anomalía que la ONU ha intentado sin éxito resolver como os apuntamos al inicio del post. Solo Turquía reconoce a un estado que se ha convertido en un paraíso de casinos y falsificaciones. Eso sí, aglutina el mayor patrimonio arqueológico de toda la isla y por eso consideramos imprescindible visitarlo.
Cruzamos la frontera por la dividida Nicosia, la última capital del mundo que se encuentra fracturada por una valla como lo estuviera en su día Berlín. Una larga fila de vehículos indica que estamos próximos al paso. Estuvimos unos veinte minutos de espera. Primero abandonas Chipre mostrando el DNI o el pasaporte, posteriormente avanzas por la zona desmilitarizada llamada línea Verde y después entras en la República Turca del Norte de Chipre como indica su bandera, siempre de la mano de la de Turquía. Mostramos los pasaportes y aparcamos el vehículo para bajarnos y hacer el seguro del vehículo. 20 euros para tres días aportando la documentación propia y la del vehículo. Rápido y fácil.
Las carreteras en el norte de Chipre son similares y también se conduce por la izquierda. Salvo por la presencia de las banderas de este estado fantasma y de Turquía y la ausencia total del idioma griego en los carteles, parecería que seguimos en el mismo sitio. Recalamos en nuestra siguiente parada para las dos próximas noches, Kyrenia (Girne en turco), una ciudad portuaria repleta de casinos y de ambiente. Nos permitimos el lujo de pernoctar en un hotel de cinco estrellas, el Savoy Hotel Casino & Spa. Su precio con media pensión y parking incluido era casi el mismo que el de hoteles mucho más modesto en otros puntos de Chipre. Había que aprovechar. Eso sí, tenía toda la parafernalia de los botones y los aparcacoches que no nos gusta para nada, pero entraba todo en el pack.
Aunque tiene sus años, las habitaciones están muy bien equipadas y son muy confortables. Eso sí, la decoración de todo el hotel es absolutamente rococó. Tiene además spa, piscina exterior y hasta peluquería. E incluso escaleras mecánicas.
Hicimos el check-in, cambiamos 50 euros en liras turcas y cogimos nuevamente el coche para hacer dos visitas cercanas a Kyrenia. Una fue la abadía de Bellapais, un lugar absolutamente idílico donde los cítricos abrigan una localidad de casas encaladas y colores vivos en la que por primera vez, en lo que llevábamos de ruta por Chipre, sentimos sensación de frescor. En Bellapais encontramos uno de los monumentos más notables del norte de Chipre, su abadía gótica del siglo XIII. Una joya parcialmente en ruinas.
Descendimos nuevamente para volver a ascender, en esta ocasión hasta el castillo de San Hilarión. Una estrecha carretera de montaña que pasa junto a una base militar turca comunica con esta fortaleza medieval que por desgracia nos quedamos sin visitar. Llegamos a las 15:30 horas y la última visita era a las 14:30 horas aunque en todos los horarios que habíamos consultado figuraba que estaba abierto hasta las 18:30 horas. De locos. Nos tomamos una limonada casera en el bar de al lado sintiendo el frescor de la montaña, aunque se trató de un auténtico timo: 240 liras (8,20 euros). Aprendimos la lección.
De regreso a Kyrenia dimos un pequeño paseo por su calle más comercial (Zita Rizki Cd) y visitamos por fuera su imponente castillo que se asienta junto a su puerto medieval. Por la noche regresamos y nos gustó su ambiente con familias y jóvenes paseando por el espigón, los barcos de las ‘party boat’ regresando sin demasiadas estridencias, un pequeño mercadillo, un cantante tradicional deleitando con su música y una tenue luz que puede dar sensación inseguridad, pero nada más lejos de la realidad. Un paseo muy reconfortante sintiendo la brisa marina antes de volver al hotel a descansar.
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Día 4. Famagusta, Salamina y playa de Alagadi Turtle
Para aprovechar al máximo nuestro segundo día en la República Turca del Norte de Chipre madrugamos de lo lindo. A las 6:30 horas estábamos arriba y a las 7 éramos los primeros para desayunar. Por cierto, el desayuno de nuestro lujoso hotel de Kyrenia, de lo más variado al igual que la cena. Compensa con creces el más que asumible precio que se paga teniendo en cuenta los servicios que ofrece.
“¿Qué marca es vuestro coche? ¿Audi, BMW, Mercedes…?” “No, es un Suzuki Alto” Nuestro modestísimo vehículo no pasó desapareciendo entre el lujo de los ‘carrazos’ de los clientes del Savoy Kyrenia Hotel Casino Spa. Sin duda una de las muchas anécdotas que nos dejó nuestro periplo por el peculiar norte de Chipre. Ya con el coche en nuestras manos pusimos rumbo a Famagusta, la que para muchos es la ciudad más bella de todo el país. Algo más de una hora de viaje, la mayor parte por una especie de autovía en bastante buen estado.
Famagusta provoca una sensación agridulce. Resulta fascinante contemplar la nómina de iglesias góticas que hay en su recinto amurallado (365 se dijo que llegó a tener). Pero por otro lado la sensación de abandono es absoluta. La mayor parte de templos están en ruinas, dejando entrever la magnificencia que alcanzaron. Los restos de su palacio veneciano están convertidos en un aparcamiento. En el castillo de Otelo, bautizado así porque en este lugar se desarrolla la trama del clásico de Shakespeare, las palomas campan a sus anchas. La basura se acumula en el revellín del recinto amurallado y el mal olor es una contante junto al puerto. Aun así, Famagusta es especial e imprescindible. Su monumento más icónico es la mezquita de Lala Mustafá, que fuera catedral de San Nicolás. Es el único tempo que conserva su cubierta y al ver su fachada parece que estamos en una ciudad gala contemplando un magnífico ejemplo del gótico francés.
🚢 Reserva tu excursión a Famagusta si no quieres cruzar al norte de Chipre por libre
Al sur de Famagusta se encuentra la ciudad fantasma de Varosha. Epicentro turístico de Chipre antes de la invasión turca, tras este hecho histórico los legítimos dueños de los hoteles y edificios fueron despojados de sus propiedades. Una resolución de la ONU impide a los turcos repoblar esta ciudad ya que solo tendrían derecho a hacerlo sus legítimos propietarios, los grecochipriotas. Nos quedamos sin visitarla, aunque su interés radica en ver una ciudad fantasma con grandes edificios abandonados y con una interesante playa que ha sido abierta al turismo. Eso sí, algunos comentaríamos que leímos indicaban que las visitas a Varosha se habían restringido notablemente y solo se podían hacer en el marco de un tour y con una autorización especial salvo si se acudía a la playa. Ya que la situación puede variar es recomendable informarse antes de acudir.
Deshicimos lo andado para visitar las ruinas de Salamis (Salamina). Con un calor insoportable y muy pocas sombras para cobijarse, reducimos el recorrido a la mínima expresión. Salamina fue una de las ciudades-estado más importantes del Chipre antiguo y tuvo una gran importancia en el periodo romano. Uno de los espacios mejor conservado es el gimnasio con sus columnas, esculturas descabezadas y parte del pavimento bizantino. El restaurado teatro es otro de los atractivos de un recorrido en el que se intuye la majestuosidad de este lugar.
Junto a las ruinas de Salamina hay una playa que no visitamos, pero que no tenía mala pinta. Pusimos rumbo de regreso a Kyrenia, pero por el camino hicimos dos paradas. La primera y muy breve en el monasterio de San Bernabé (Barnabás), uno de los centros religiosos cristianos más destacados de Chipre. Y la otra en la magnífica playa Alagadi Turtle. Se deja el coche en un aparcamiento de tierra y tan solo hay que caminar unos metros. Estuvimos casi solos refugiados entre unas rocas, aunque la superficie de arena es enorme. El agua parece una piscina. Cristalina, con arena fina y rocas en los bordes de la especie de concha que forma la playa. En ellas se puede hacer esnórquel y contemplar una variada fauna marina. Lo que no vimos fueron las tortugas protegidas que habitan esta zona, aunque teniendo en cuenta la central eléctrica alimentada con diésel que se ha construido unos kilómetros más al oeste no nos extraña. Eso sí, el agua está absolutamente limpia (no tanto la arena) y merece mucho la pena nadar en sus aguas.
Después de una intensa jornada regresamos a nuestro hotel en Kyrenia para disfrutar de su piscina, cenar y dar otro paseo junto al puerto y el castillo.
Día 5. Nicosia norte, monasterio de Kikkos y noche en Pedoulas
El último día en la República Turca del Norte de Chipre lo dedicamos a visitar Nicosia. Como ocurrió en Berlín durante toda la Guerra Fría, está separada por un muro de la vergüenza que en ocasiones se convierte en una simple concertina o una valla. El norte quedó en manos de los turcos, mientras el sur se mantuvo para los grecochipriotas como su capital. Monumentalmente hablando es más interesante el norte y para no andar saliendo y entrando de un Estado a otro, decimos aparcar el coche allí, hacer un breve recorrido y volver a la Chipre fetén para continuar nuestra ruta.
Aparcamos muy cerca del muro en un aparcamiento al aire libre de pago (hay muchísimos) llamado LTB Otopark (menos de un euro algo más de tres horas). Desde allí comenzamos a caminar por la Nicosia más tradicional que representa el barrio de Arabahmet (calle Mehmet Huseyn). Entre viejas residencias otomanas, muchas de ellas restauradas, en callejuelas estrellas y con encanto nos topamos con la iglesia armenia (los armenios fueron expulsados por los turcos), la mezquita Arab Ahmet o el antiguo edificio de los juzgados británicos. Llegamos hasta la puerta de Kyrenia que comparte espacio con una gran estatua del padre de la nación turca, Atatürk. Por si quedaba alguna duda de que esta tierra del norte de Chipre es una especie de colonia o protectorado turco. La bulliciosa plaza Atatürk (cómo no con un casino), nos condujo hasta la calle Asmalti, repleta de tiendas de falsificaciones y de recuerdos. Nos gustó el Büyük Han, un caravasar del siglo XVI presidido por una capilla para la oración. Fue prisión, residencia para familias humildes y hoy está repleto de tiendas de recuerdos y artesanía, una cafetería y un restaurante en el que comimos platos turcos a precios razonables. También hay unos baños. Importante dato. Muy cerca de allí está el mercado y la mezquita Silimye, levantada en la antigua catedral de Nicosia (lo opuesto a lo ocurrido en la Mezquita de Córdoba), pero que se encontraba en obras en una restauración que se intuye puede durar varios años.
Nos despedimos de Nicosia para poner rumbo a la montaña de Chipre. Cruzamos la frontera cerca de la ciudad de Kato Zodeia, donde no encontramos cola por lo que evitamos la casi segura espera que íbamos a tener en la capital. Desde allí algo menos de una hora hasta Pedoulas, nuestra siguiente parada. El leve frescor de las cumbres de los montes Troodos, la zona más alta de Chipre, nos esperaba para aplacar levemente el calor de la costa. Carreteras sinuosas en su tramo final y un verdor desconocido en el resto del país. Inmensos pinares pueblan las laderas de las montañas donde se apostan pequeños pueblecitos. Por momentos parece que estamos recorriendo Las Hurdes o la Serra da Estrela de Portugal. En Pedoulas nos alojamos una noche en el modesto hotel Mountain Rose Garden, situado el pie de la carretera. Amabilidad justa por no decir inexistente en sus empleados. Tiene un restaurante donde cenamos bien y barato Muy recomendable la moussaka.
Antes habíamos cogido el coche para visitar el cercano monasterio de Kikkos, uno de los epicentros de los ortodoxos griegos en Chipre. Entre el frescor de la montaña y el silencio de sus estancias, disfrutamos de un momento muy relajante. Un par de kilómetros más arriba se encuentra el mausoleo de Makarios III, el arzobispo ortodoxo que fue el primer presidente de la Chipre independiente. Una escultura de diez metros preside la entrada. Todo está impoluto. Los iconos que decoran la subida hasta el lugar donde está la tumba, las plantas que flanquean el paseo, el mármol usado en la decoración. Una vez arriba podemos visitar la tumba y una pequeña y fotogénica capilla con vistas al impresionante paisaje de la montaña chipriota.
No doy tiempo para más, cayó el sol y volvimos al hotel para descansar.
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Día 6. Monte Olimpo, roca de Afrodita, Coral Bay y noche en Pafos
Nuestro periplo por las montañas chipriotas fue breve pero intenso. No madrugamos demasiado teniendo claro que el calor iba a impedir realizar una de las muchas rutas de senderismo que se pueden hacer en la zona. Bien es cierto que no se trata de bosques espectaculares y las pocas cascadas que hay seguramente estarían reducidas a la mínima expresión por la estación estival. Por lo tanto no íbamos a perder demasiado el tiempo en esta zona teniendo pendiente lo mucho y bueno que nos esperaba en Pafos.
Lo mejor del hotel Mountain Rose Garden (además del colchón que no estaba nada mal) fue el desayuno. Una mujer entrada en años (seguramente la madre de la chica que nos recibió como si le debiésemos algo) derrochó toda la amabilidad de la que carece su hija. Nos sirvió unos deliciosos huevos fritos con beicon, tomate y pepino, un plato de embutidos y quesos de la zona y un montón de tostadas para untar con la mermelada de cereza casera. Un desayuno de campeones repleto de productos locales. Una delicia auténtica.
Nada más dejar el hotel pasamos por la iglesia de San Miguel Arcángel de Pedoulas, visible desde lo alto del pueblo por su blanco inmaculado. Posteriormente nos dirigimos al punto más alto de la isla, el monte Olimpo, a 1.952 metros de altura. No tan simbólico como su homólogo griego, se trata de una cumbre que decepciona un poco. Está ocupada por una base militar británica y hay que buscar un sitio en uno de los laterales de la infraestructura para buscar la mejor foto. De bajada paramos en un pinar donde hay un ejemplar de nada menos que 500 años de antigüedad llamado del ‘gigante negro’.
Con las últimas bocanadas de frescor serrano que entraban por la ventanilla del coche (fue el único lugar de toda la ruta por Chipre donde no tuvimos que poner el aire acondicionado) comenzamos a descender rumbo a Pafos. Por el camino vimos la zona de viñedos de los montes Troodos, muy popular y con numerosas bodegas que hacen catas y visitas guiadas. Los que tengáis tiempo, es una opción muy atractiva.
Ya tocando la costa hicimos parada en la roca de Afrodita (Petra tou Romiou), uno de los lugares más bellos de la costa chipriota. Dice la leyenda que aquí Afrodita surgió del mar. Hoy encontramos tres rocas de piedra caliza blanca que decoran una playa de guijarros y aguas cristalinas. Una estampa que vista desde las alturas es de lo más atrayente. Nos quedamos con ganas de darnos un chapuzón porque además no había demasiados bañistas, pero preferimos acudir a nuestro hotel de Pafos para dejar el equipaje y descansar un poco.
Para nuestras tres últimas noches en Chipre elegimos el hotel Kissos. Típico alojamiento playero, un tanto antiguo, pero con una amplia piscina. La habitación, sin lujos y con un mobiliario un poco vetusto. Tiene sus actuaciones nocturnas y un ambiente ‘jubileta’ muy curioso. No nos gustó que para usar el frigorífico de la habitación hubiera que abonar cinco euros extra por noche. Ridículo de todo punto.
Dejamos las cosas y pusimos rumbo a la cercana playa de Coral Bay. Con un gran aparcamiento gratuito, es la típica playa plagada de tumbonas y sombrillas de pago. Buscábamos eso para pasar la tarde. 7,50 las dos hamacas y el parasol. Arena fina y unas aguas cristalinas e ideales para nadar y practicar algunas actividades acuáticas como motos de agua y patines. Nos gustó la temperatura, un poco más fresca que la de las playas de Ayia Napa, y por supuesto que las del norte.
Para cenar elegimos un restaurante griego del centro de Pafos, Souvlaki Livadias. Es ‘selfservice’ y ofrece deliciosas brochetas y gyros a precios muy ajustados. Estaba lleno de locales.
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Día 7. Blue Lagoon, Limni Pier, Avakas Gorge, barco hundido Edro III. Noche en Pafos
La séptima jornada de nuestra ruta por Chipre era una de las más esperadas. Teníamos planeado explorar uno de los parajes naturales más interesantes de todo el país, sino el que más: la península de Akamas. Además de contar con frondosa vegetación (nada que envidiar a lo que vimos en los montes Troodos) posee rincones en la costa que parecen la viva imagen del paraíso. La joya de la corona de esta península es sin duda el Blue Lagoon. No tan masificado como el de la isla de Comino en Malta, pero por desgracia va camino de ello. Cada vez son más los barcos que llegan hasta allí con decenas de turistas. Esperemos que esa afluencia se regule para que esta zona no muera de éxito. Visto lo visto casi nos quedamos con el Blue Lagoon el cabo Greco que vimos el segundo día de nuestra ruta. No era tan azul, pero estaba menos masificado y además se podía acceder por tierra.
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Para llegar al Blue Lagoon de la península de Akamas se puede contratar una excursión organizada desde el hotel de Pafos que incluye comida, equipo para hacer esnórquel, barra libre de bebidas y canapés. Nosotros optamos por desplazarnos en coche hasta la localidad costera de Latsi. Desde su puerto parten la mayoría de los barcos que llegan hasta este pequeño paraíso. Nosotros oteamos un poco el ambiente en el puerto y comprobamos que todos tenían el mismo precio: 20 euros por persona. También existe la opción de alquilar un bote para viajar en solitario, pero ahí la tarifa se dispara. Nos decantamos por el barco Latchi Queen. La primera salida era a las 10:30 y regresaba poco antes de las 13:00 después de algo más de media hora de trayecto y una hora de baño en las aguas cristalinas del Blue Lagoon. La experiencia no es que nos apasionara, pero la verdad es que este lugar tiene algo especial. Parece una piscina, con un intenso color azul y unas aguas totalmente calmadas. Eso sí, nada tienen que envidiar algunos paraísos que visitamos en Formentera, por ejemplo.
De regreso a Latsi nos quedamos con ganas de haber comido en uno de sus restaurantes de pescado fresco. Pero nos pareció todo demasiado enfocado al turista inglés. Nos alejamos unos kilómetros hasta Argaka para comer en un restaurante que nos recomendó Diego del blog ‘Donde te metes’. Se llama Half Way House. Se encuentra al pie de la carretera y con vistas al mar y está regentado por un matrimonio muy muy amable. Nos comimos una pita con carne de cerdo y otra con champiñones y el queso típico chipriota llamado ‘halloumi’. Buenísimos ambos. Y de postre unas copas de helado deliciosas. La experiencia no pudo ser más satisfactoria.
De regreso paramos en el cercano Limni Pier, un muelle casi abandonado que regala unas bonitas vistas de la costa y donde es posible zambullirse en las cristalinas aguas. Nosotros preferimos limitarnos a hacer unas fotos y poner rumbo al siguiente destino, la garganta Avakas Gorge. Se trata de un barranco que forma el río Avgas y que se va estrechando alcanzando en algunos puntos los diez metros de altura. Nos equivocamos y fuimos desde la localidad de Pano Arodes donde empieza una pista de tierra que en algunos puntos resulta un poco complicada para un turismo normal y mucho más nuestra caja de cerillas Suzuki Alto. Al regresar comprobamos que hay un camino más corto, desde la zona del bosque Meleti (poner en el GPS Azurro Luxury Holiday Villas y seguir hasta que acabe el asfalto y empieza una pista).
La ruta por el desfiladero es de unos tres kilómetros (ida y vuelta) aunque si el calor no aprieta se puede hacer un recorrido más amplio de 10 kilómetros empezando a pie de costa. Cuando las paredes rocosas se van cerrando el escenario es monumental. Nos recordó al desfiladero de los Calderones de León o incluso a la garganta de Masca de Tenerife. Corto pero muy intenso, aunque hay que ir sorteando el agua del río que en verano es muy escasa.
De regreso paramos en una bonita iglesia ortodoxa (también es buen lugar para poner en el GPS a la hora de visitar el desfiladero). Blanca y azul y rodeada de vegetación y con vistas al mar. Todo un remanso de paz.
En la vuelta a Pafos hicimos parada en un lugar de lo más curioso. Se trata del barco Edros III, un carguero con bandera de Sierra Leona que el 8 de octubre de 2011 encalló en las costas de Pafos. Sus tripulantes fueron rescatados, pero el barco quedó ahí dada la dificultad que supone su retirada. Hoy es un lugar muy fotografiado e incluso hay osados que se suben a él. Otros más prudentes se limitan a hacer esnórquel en las aguas que lo rodean. Pero todavía más curioso es que, junto a él, nos encontramos con la celebración de una boda.
Ya en Pafos cenamos en el restaurante griego Dias Zeus. Un auténtico acierto. Delicioso el ‘kleftiko’, jarrete de cordero asado al horno acompañado de patata, zanahorias, cebolla y champiñones. Muy tierna y jugosa la carne. También nos gustaron los raviolis de salmón que es otra de las especialidades de la casa. Sin duda un buen colofón para una jornada que iba poniendo el epílogo a esta fantástica ruta por Chipre.
Día 8. Tumbas de los Reyes, ruinas de Pafos, Limasol y playa de Pissouri. Noche en Pafos
Si el día anterior lo habíamos dedicado a visitar lo más importante que nos depara el oeste de Pafos, en nuestra última jornada completa en Chipre nos dedicamos a explorar el este. Eso sí, a primera hora de la mañana y antes de que apretara demasiado el calor (aunque las temperaturas apenas varían por el día y la noche) visitamos los dos lugares históricos más importantes de Pafos. En primer lugar acudimos a las Tumbas de los Reyes, que además estaban al lado de nuestro hotel. Es como un Valle de los Reyes de Luxor pero, a la chipriota. Obviamente las comparaciones son odiosas, pero hay tres tumbas (3, 4 y 8) de gran belleza. En esta zona se enterró no a reyes (entre los siglos III a.C. Y III d.C. ya no había reyes en Pafos) pero sí a personajes relevantes de la sociedad del momento como militares, funcionarios, aristócratas… Las tumbas más sobresalientes están rodeadas de pórticos con pilares dóricos. Se encuentran junto al mar y muy cerca del punto donde otro barco, el hondureño Demetrios II, encalló en 1998.
Tras las Tumbas de los Reyes acudimos al parque arqueológico de Pafos. Está situado en una especie de península junto al puerto y el paseo marítimo, en la zona de Kato Pafos. Fue sin duda una de las visitas más destacadas que anotamos en nuestra ruta por Chipre. Se trata de un área de la época romana donde destacan los mosaicos que pertenecieron a algunas casas de notables que habitaron en la zona. Magnífica la conservación de algunos de ellos y la calidad de sus dibujos y representaciones. También destaca el reconstruido odeón y el castillo, de origen bizantino.
Cogimos nuevamente el coche para desplazarnos tras casi una hora de viaje hasta la ciudad de Limassol (Lemesós en griego). Es el mayor puerto comercial de Chipre y uno de los más destacados del Mediterráneo. El calor apretaba de lo lindo y redujimos las visitas en esta ciudad a lo imprescindible. Recorrimos su castillo medieval. Esta fortaleza, donde se cree que Ricardo Corazón de León contrajo matrimonio con Berenguela de Navarra, alberga una colección de piezas procedentes de basílicas bizantinas. Es sin duda lo más destacado.
Muy cerca de allí está la gran mezquita (en obras) y la moderna catedral ortodoxa. Un tanto decadente y abandonada en algunas zonas del centro histórico, pero con otros rincones muy interesantes, coloridos y bohemios, decidimos ir a comer para poner el colofón a este corto recorrido por Limassol. Lo hicimos en un restaurante llamado Afxentis Fish, que como su propio nombre indica tiene como especialidad el pescado. Ya que no lo habíamos probado en esta ruta por Chipre decidimos que era buen momento. Pedimos un pescado del día (varias pequeñas piezas que no estaban nada mal) y un kebab de pescado muy sabroso. Lo mejor es que nos puso una entrada de humus, remolacha, olivas y salsas gratis (al igual que el pan) y un postre también gratuito (una especie de pannacota con cerezas borrachas). Todo delicioso.
Pusimos rumbo de vuelta a Pafos, pero con ganas de acabar la jornada en una playa para aplacar el intenso calor que habíamos sufrido durante la mañana. Antes, una última visita arqueológica. Al santuario de Apolo Hylates. Fue uno de los principales centros religiosos de Chipre, pero los terremotos lo redujeron a la mínima expresión. Hoy se pueden ver varias columnas reconstruidas de lo que debió ser un majestuoso templo y también la zona de las termas.
Y llegó el momento de relax en la playa. Elegimos la de Pissouri, muy tranquila y nada masificada. Las dos tumbonas y la sombrilla, al igual que en Coral Beach, 7,50 euros. Es una playa de guijarros, donde soplaba el viento y con el agua más fría de todas las que habíamos visitado. Estaba un poco movida por el oleaje, pero perfecta para el baño y absolutamente cristalina. Allí disfrutamos del último atardecer en Chipre.
Día 9. Lárnaca y regreso a España
Esta ruta por Chipre llegaba a su fin, pero antes de tomar el vuelo de regreso a España nos dio tiempo a realizar unas cuantas visitas en la ciudad que acoge el aeropuerto internacional desde el que partíamos, Lárnaca. Aprovechamos que hasta las 18:35 horas no despegaba para ocupar la mañana en una ciudad un tanto impersonal, pero con un puñado de monumentos dignos de mención.
Recogimos nuestras cosas en el hotel Kissos de Pafos para poner rumbo a Lárnaca en un viaje de aproximadamente 1 hora y 45 minutos complemente por vía rápida (lo más parecido que tienen en Chipre a las autovías).
En primer lugar nos desplazamos hasta el acueducto Kamares, construido durante el periodo otomano y que realizó su función de llevar agua potable a la ciudad hasta bien entrado el siglo XX. El entorno se encuentra algo descuidado, con una pasarela de madera en mal estado y bastante basura.
En el centro histórico de Lárnaca aparcamos en uno de los muchos parkings que hay junto a la iglesia de San Lázaro. Cuestan dos euros independientemente si lo dejas una hora o diez. Es algo muy positivo que vimos en Chipre. Todas las grandes ciudades cuentan con aparcamientos en solares a precios muy ajustados que posibilitan llegar hasta el centro con el coche sin el más mínimo de los problemas.
La iglesia de San Lázaro es sin duda el monumento más notable que ver en Lárnaca. Se dice que en este lugar se hallaron los restos de nada más y nada menos que Lázaro. Sí el mismo que Jesucristo resucitó ante la mirada incrédula de su hermana. Pues bien, la leyenda cuenta que tras volver de entre los muertos viajó a Chipre y acabó siendo arzobispo. Sus restos aparecieron en un sepulcro de mármol que se puede ver en la cripta de la iglesia. Eso sí, está vacío porque el cráneo y los huesos que se conservan se pueden venerar junto a altar de una de las más bellas iglesias ortodoxas que vimos durante nuestra ruta por Chipre.
Otras visitas de interés en el casco histórico de Lárnaca que hicimos fueron la mezquita Djami Kebir y el fuerte medieval. Este último, cuenta con una exposición de armaduras y un buen puñado de fotos de iglesias bizantinas de Chipre y también de sus castillos. Junto a él se inicia el paseo marítimo, muy animado. Caminando llegamos hasta la plaza de Europa donde se conservan algunos ejemplos de casas coloniales británicas convertidas en edificios administrativos.
Comimos un kebab muy cerca de la iglesia de San Lázaro, aunque nos hubiera gustado probar el ‘meze’ de la taberna Zenon. Nos fuimos de Chipre sin haber degustado uno de los buques insignia de su gastronomía que está compuesto por una veintena de platos tradicionales. Por lo que vimos en varios restaurantes su precio rondaba los 22 euros por persona. Pero comer esas cantidades ingentes antes de volar no era una buena idea.
🚢 Reserva tu paseo en barco por Lárnaca al atardecer
De camino al aeropuerto hicimos parada en la mezquita Hala Sultan Tekke, junto a la laguna de agua salada. Este humedal tiene la particularidad de que en verano el agua se evapora y deja paso a una capa de sal que deja colores entre blancos y rosados. En otra época está habitada por los siempre atractivos flamencos. Lo de la mezquita es de juzgado de guardia. Vale que haya que entrar con una vestimenta recatada, pero que te obliguen a llevar pantalones largos y no te dejen tapar las piernas con una toalla o con un chal es incongruente. Ningún turista en pleno agosto lleva pantalones largos en la maleta de un viaje a Chipre, por lo que al final es una manera de que no entre nadie a la mezquita. Todos los que estábamos allí nos quedamos fuera. Nos conformamos con verla desde fuera y fotografiarla junto al blanco lago salado. Colorín colorado este cuento de ha acabado. Antes de tomar el vuelo nos tomamos un helado en la playa Mackenzie constatando que la calidad de las playas dé Lárnaca es muy inferior a las del resto del país.