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Ruta del faro del Caballo y los acantilados de Santoña (Santoña. Cantabria). Dificultad: Moderada. Distancia: 15,8 kilómetros (circular incluyendo los faros y la subida a las cumbres). 8 kilómetros (ida y vuelta hasta el faro del Caballo). Duración: 5 horas y 15 minutos aproximadamente
Es una de las caminatas más atractivas y populares de Cantabria. La ruta del faro del Caballo y los acantilados de Santoña nos propone un intenso recorrido por el Monte Buciero entre bosques de laureles, paisajes escarpados e históricos faros. Uno de ellos, el del Caballo proporciona una vista idílica donde el verde y el azul se fusionan reflejando la inmensa belleza de la costa cántabra. Te contamos cómo hacer esta ruta y los consejos que debes tener muy en cuenta
Como si de una isla colosalmente verde se tratase, el Monte Buciero emerge poderoso en la bahía de Santoña abrigando y protegiendo a esta localidad. Esta especie de península que tiene su punto más alto a 376 metros sobre el nivel del mar, nos cautivó cuando la divisamos hace algunos años desde el pico Candiano. Nos picó el gusanillo de regresar a tierras cántabras para recorrer los senderos que se adentran en ella y así lo hicimos. Su ruta de los Faros y los acantilados es una gozada para los que disfrutamos caminando por paisajes frondosos que además se asoman al mar. Se trata de un itinerario de unos 16 kilómetros que tiene su punto álgido en la bajada al faro del Caballo. 763 escalones prácticamente verticales que descienden a uno de los rincones más idílicos de la costa del Cantábrico. Por eso popularmente se la conoce como la ruta del faro del Caballo. Nosotros optamos por hacer el trazado al completo bordeando todo el Monte Buciero, pero los que quieran acortarla para quedarse únicamente con la bajada al faro, tienen también esa opción. Os lo contamos todo en este post.
Cómo hacer la ruta del faro del Caballo y los acantilados de Santoña
Aunque el faro del Caballo es el principal objeto de deseo en el Monte Buciero, si os gusta caminar y estáis acostumbrados a ello, os aconsejamos realizar la ruta al completo que bordea esta península. Se denomina como ruta de los Faros y los Acantilados de Santoña y permite adentrarse en la belleza paisajística de este histórico emplazamiento. De esta manera se hacen 16 kilómetros circulares. Si se prefiere acortarla, solo hay que darse la vuelta tras visitar el faro del Caballo y de esta forma se hacen poco más de 8 kilómetros lineales.
Santoña, punto de partida
Para comenzar la ruta del faro del Caballo y los acantilados del Monte Buciero hay que desplazarse hasta la localidad de Santoña. Famosa por sus anchoas, lo ideal es dejar el coche lo más cerca posible del fuerte de San Martín. Nosotros lo hicimos en una de las calles paralelas al CEIP Juan de la Cosa. Tras hacer la foto de rigor con las letras de Santoña que se han colocado en el ajardinado Campo de Gladis, comenzamos la ascensión por el fuerte de San Martín. Esta construcción del siglo XVII controlaba el acceso a la bahía de Santoña o recibe su nombre porque ocupa el lugar donde se levantó la antigua ermita de San Martín.
Dejamos atrás el fuerte para seguir subiendo por una pista asfaltada donde hay algunas viviendas. Pronto gozamos de una panorámica completa de la zona de El Puntal y la playa de La Salvé de Laredo. Después de ver un panel informativo con las rutas del Monte Buciero, la pista asfaltada se transforma en un sendero con gran presencia de rocas kársticas. La vegetación es cada vez más abundante y en ella destacan los laureles que con su aroma, nos deleitan la caminata. Resulta muy apetecible hacerse con algunas de sus hojas para enriquecer los guisos.
Desvío a las cumbres del Monte Buciero
Cuando llevamos algo menos de 2,5 kilómetros de ruta, entre la espesura del bosque se vislumbran los escarpados acantilados del Monte Buciero. Un anticipo de lo que veremos posteriormente en el faro del Caballo. Poco después toca dejar el sendero principal y girar a la izquierda en dirección al fuerte del Mazo. Comienza el tramo más duro de esta ruta del faro del Caballo y de los acantilados, ya que nos encaminamos al punto más alto del Monte Buciero. Se trata de una parte que los que deseen acudir solo al faro se pueden ahorrar.
La subida se realiza por un sendero que se pierde en algunos puntos y en el que hay que estar muy atentos para guiarnos por la señalización y los hitos de piedra. Nosotros además la hicimos en un día lluvioso, lo que obligaba a caminar con mayor precaución para evitar resbalones. La ascensión nos descubre la apabullante exhuberancia del Monte Buciero. Parece que nos hemos trasladado por un momento a una selva tropical donde apenas entra la luz solar.
Llegamos a una bifurcación donde nacen los dos senderos que llegan a las denominadas culminaciones del Buciero. Es decir, sus cotas más altas. Nosotros tomamos el de la izquierda (dirección fuerte del Mazo), ya que el otro (que llega hasta el pico Ganzo) implica 25 minutos más de caminata. Dado que la lluvia había generado una densa niebla e iba a ser complicado disfrutar de las panorámicas, no tenía sentido alargar la ruta. Llegamos hasta el denominado pico del Monte Buciero donde está situada una cruz y que en días despejados debería ofrecer una postal formidable de la bahía de Santoña y la playa de Berria.
Rumbo al faro del Caballo y sus 763 escalones
Toca deshacer lo andado y descender desde el punto más alto del Monte Buciero hasta el sendero principal que lo rodea. Lo hacemos con más precaución si cabe por la humedad del terreno. Una vez en la vereda perimetral seguimos avanzando hasta que, a la altura del kilómetro 7 de la ruta, vemos a la derecha el desvío hacia el faro del Caballo. En solo unos metros aparecerán ente nosotros los famosos 763 escalones que llevan hasta este simbólico lugar.
¿Es complicado descender hasta el faro del Caballo? Es la pregunta que se hacen muchas de las personas que desean conocerlo. No estamos ante una escalera sin más. Son peldaños de gran tamaño que exigen un esfuerzo extra. No es una bajada complicada, pero sí requiere encontrarse en buen estado de forma. Eso sí, en días lluviosos como el que nos tocó a nosotros hay que ser muchísimo más cautos. Es fundamental ayudarse del cable de acero que está presente en la mayor parte de la escalera para evitar una caída que puede ser fatal. Cada verano hay numerosos rescates en el faro del Caballo por caídas. Operaciones complejas que obligan a movilizar a un helicóptero. Nuestro consejo es tomárselo con mucha calma y poner mucha atención en cada escalón aunque las formidables vistas nos inviten a mirar al frente.
Hay un punto especialmente bello en la bajada. Se localiza muy poco antes de visualizar el faro. Un pequeño saliente a nuestra izquierda cubierto de vegetación y de pequeñas encinas parece que quiere tocar las calmadas aguas turquesas del Cantábrico. Un rincón de lo más fotogénico que sirve de aperitivo para lo que veremos una vez en el faro.
El faro en sí no tiene ningún atractivo, y más después de ver cómo se ha vandalizado con pintadas horrendas. También se ha cegado la puerta de acceso para que nadie pueda subir a la parte alta de la construcción como se hacía hace algunos años. Este faro entró en funcionamiento en 1863. Llegó a tener la correspondiente casa del farero que hoy ya no existe. Sin embargo, en 1990 pasó a mejor vida en parte porque sufría constantes actos vandálicos. Algo que por lo que vemos ha continuado hasta nuestros días, emborronando la imagen de un lugar que tendría que ser idílico. Como curiosidad señalar que los 763 escalones fueron construidos por presos del penal del Dueso del que hablaremos más adelante.
Desde el faro parte una escalera que baja al agua. Aunque vimos un cartel que prohibía la bajada, lo cierto es que son muchas las personas que bajan para darse un chapuzón en las aguas turquesa que rodean el faro del Caballo. Eso sí, hay que tener muy en cuenta la marea ya que cuando sube se hace más complicado regresar. A nosotros nos tocó un día fresco y lluvioso por lo que ni nos molestamos en intentarlo.
La subida por las escaleras es menos peligrosa, pero requiere más esfuerzo. Hay que tirar de cuádriceps y puede que los no demasiado acostumbrados a hacer trabajo de piernas tengan que sufrir agujetas en los días siguientes.
Siguiente faro, el del Pescador
Volvemos al sendero perimetral para seguir avanzando en esta vuelta por el Monte Buciero. Los que quieran hacer solo la ruta del faro del Caballo deben deshacer lo andado hasta Santoña. Nos seguimos moviendo por un entorno muy frondoso. El sendero se va estrechando hasta que comienza a descender por una zona más compleja en la que nos tenemos que ayudar con una cuerda de acero. Poco después aparece el siguiente faro de la ruta, el del Pescador. En este caso sí se encuentra en funcionamiento, pero no es posible acceder a su interior. Lleva iluminando la costa de Santoña desde 1864, aunque su imagen actual es fruto de diferentes reformas tras los daños sufridos por el faro a consecuencia de los temporales. En su interior hay un pequeño museo cerrado al público donde se recoge parte de la obra del artista Eduardo Sanz.
Pista asfaltada hasta el penal del Dueso
Dejamos atrás el faro del Pescador para afrontar el tramo más cómodo de esta ruta del faro del Caballo y de los acantilados del Monte Buciero. Comienza una pista asfaltada abrigada por helechos, laureles, madroños, avellanos y encinas, entre otras especies. Sintiendo la brisa del Cantábrico y vislumbrando los acantilados entre la vegetación, llegamos a la conocida como punta del Águila. Allí tenemos una panorámica espléndida de la majestuosa playa de Berria, una de las favoritas por los surferos en Cantabria.
Un poco más adelante se contempla a la perfección en centro penitenciario de El Dueso, una de las cárceles con un emplazamiento más curioso en toda España. Inaugurada a principios del siglo XX, durante la dictadura franquista acogió a numerosos presos políticos como Buero Vallejo y Ramón Rubial. También pasó por sus celdas el célebre Eleuterio Sánchez ‘El Lute’.
Seguimos avanzando entre las casas del pequeño poblado de El Dueso. A la altura de la cancha de fútbol sala giramos a la izquierda para afrontar el último ascenso de la ruta. Otra vez nos envuelve la vegetación, y en este caso encontramos algunas fincas donde pastan las vacas. La niebla se ha marchado y eso hace que visualicemos a la perfección las cumbres del Monte Buciero en las que estuvimos anteriormente. El sendero desemboca de nuevo en una pista asfaltada donde giraremos a la izquierda para enfilar el descenso hacia Santoña. Poco a poco aparecerá su silueta urbana con las marismas al fondo.
Como colofón, nos acercamos hasta la taberna El Antiguo para degustar unas sabrosas anchoas de Santoña con queso picón, además de atún y mejillones en conserva. La mejor forma de reponer fuerzas tras la ruta del faro del Caballo que nos dejó un inmejorable sabor de boca.
Ruta en barco al faro del Caballo
Los que no sean muy amigos de caminar y, sobre todo, bajar y subir 763 escalones, tienen otra opción para llegar al faro del Caballo. Existe un paseo en barco de una hora y media de duración que parte desde Santoña y llega hasta las inmediaciones del faro. Una atractiva travesía en la que además se contempla la playa del Puntal, la desembocadura del río Asón y los escarpados acantilados del Monte Buciero. Una excursión muy atractiva que podéis contratar en este enlace.
¿Dónde alojarse en Santoña o alrededores?
Hicimos la ruta del faro del Caballo durante un fin de semana en Cantabria en el que visitamos Noja, Santoña e Isla. Para ello nos alojamos en la Posada de Cicero, ubicada en la localidad del mismo nombre. Se encuentra a solo siete minutos en coche de Santoña y también próxima a Noja e Isla. Sergio, su propietario, es un perfecto anfitrión y ofrece información muy útil de todo lo que ver en el entorno. Las habitaciones están perfectamente equipadas y son muy confortables.
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