Un fin de semana en Navarra por sus bosques más desconocidos

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El Baztan, Aralar, la Selva de Irati, Urbasa… Navarra está repleta de enclaves naturales con bosques mágicos que parecen trasladarnos al mismísimo escenario de un cuento de hadas. Pero si nos queremos alejar un poco de los circuitos más populares, es suficiente con poner rumbo a los valles de Basaburua y Ultzama, en el noroeste de esta región. Desde uno de sus alojamientos más atractivos realizados un viaje de un fin de semana en Navarra para recorrer parajes de ensueño que en otoño adquieren tonalidades dignas del paisaje más idílico creado por inteligencia artificial.


Navarra era una imperdonable asignatura pendiente que teníamos que aprobar antes o después. Sin embargo, nuestro estreno en la comunidad foral fue de lo más inesperado y, al mismo tiempo, placentero. Lejos de comenzar por el Baztan, los Pirineos, la Sierra de Aralar o la de Urbasa, decimos hacerlo por uno de los espacios naturales más desconocidos y al mismo tiempo auténticos y bellos. Se trata de los valles de Basaburua y Ultzama, una zona de hayedos, robledales y magníficos caseríos que conservan la más pura tradición y que nos regalaron dos días inolvidables.

Paisaje otoñal en el valle de Basaburua
Paisaje otoñal en el valle de Basaburua

Cómo llegar a los valles de Basaburua y Ultzama

Los valles de Basaubura y Ultzama se encuentra al norte de Pamplona bien comunicado gracias a la cercanía de la autovía A-15 (de Leitzaran). Por lo tanto es muy cómodo y sencillo llegar en coche. El viaje desde Pamplona es de solo cuarenta minutos, mientras que desde San Sebastián hay un trayecto de algo menos de una hora también casi por entero por autovía.

Peruskenea, un hotel mimetizado con la naturaleza

Para nuestro fin de semana en Navarra con el objetivo de descubrir algunos de sus bosques más desconocidos elegimos el hotel Peruskenea de la mano de Ruralka, un portal especializado en turismo rural y que tiene en su nómina alojamientos con un encanto especial que ofrecen experiencias diferentes. Peruskenea cumple con creces esos criterios. Eso es algo que se percibe desde que se deja la carretera que vertebra el valle de Basaburua a la altura de Jauntsarats y se asciende por una pista tapizada por las hojas de los robles y las hayas. Solo un alojamiento especial puede estar enclavado en un lugar así.

Exterior del hotel Peruskenea
Exterior del hotel Peruskenea

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Xanti y José María han convertido un antiguo caserío del siglo XVIII en un hotel rural de lo más acogedor. La madera está omnipresente en la construcción donde las habitaciones rezuman tradición y carácter hogareño. Por si fuera poco, la cocina de Peruskenea es de muchos quilates. Tienen un menú de 30 euros con primero, segundo, postre y bebida incluida repleto de platos de lo más evocadores donde utilizan productos de primera calidad y de cercanía. Exquisito el puerro confitado con queso de cabra, jamón de pato y vinagre de pasas. También el solomillo de pato a la brasa y la brocheta de cordero braseada con salsa de chilindrón y migas de pastor.

Nuestra habitación del hotel Peruskenea
Nuestra habitación del hotel Peruskenea

No se quedan para atrás los platos combinados, deliciosos los huevos con txistorra y también los desayunos, con embutidos, dulces, frutas frescas, queso y hasta huevos de codorniz. Se nota que Xanti y José María, además de buenos hoteleros, son unos excelentes hosteleros.

Solomillo de pato del hotel Peruskenea
Solomillo de pato del hotel Peruskenea
Desayuno en el hotel Peruskenea
Desayuno en el hotel Peruskenea

Peruskenea es un lugar para relajarse y no hacer demasiados kilómetros en coche. Desde allí parte una bonita ruta de senderismo de la que más adelante hablaremos y, en un radio de no más de quince kilómetros, encontramos atractivos naturales que demuestran que este hotel rural está en una ubicación estratégica para lograr la más absoluta desconexión de la rutina y la más fantástica conexión con la naturaleza.

Rutas y visitas en un fin de semana en Navarra en el valle de Basaburua

Nuestra experiencia en de un fin de semana en Navarra en el valle de Basaburua fue corta, intensa. Un extraordinario aperitivo para regresar en un futuro próximo a esta región. El también llamado valle de los árboles milenarios tiene una nómina de frondosos bosques que parecen pintados al óleo por el más realista de los artistas. “Lo único que nos falta es la leyenda y la historia que, por ejemplo, tiene el Baztan”, se lamenta Xanti. Quizás por eso permanece en un discreto segundo plano. Esta circunstancia hizo que casi disfrutáramos casi en solitario de algunas de sus rutas y visitas que desgranamos a continuación.

Ruta de los Robles Monumentales de Jauntsarats

A solo un kilómetro del hotel Peruskenea se encuentra la localidad de Jauntsarats desde donde parte una de las rutas más deliciosas que hicimos en nuestro fin de semana en Navarra en los valles de Basaburua y Ultzama. La ruta de los Robles Monumentales es una sencilla caminata de un par de kilómetros que se adentra en algunas de las catedrales vivas que hay en el robledal de Beheitiko. Algunos de ellos son robles centenarios, considerados de los más antiguos que hay en Navarra. Sobra decir que el otoño y el comienzo del invierno es la mejor época para hacer esta ruta. El manto de hojas secas que cubre el sendero dibuja una estampa casi hipnótica.

Ruta de los Robles Monumentales de Jauntsarats
Ruta de los Robles Monumentales de Jauntsarats

Nada más comenzar a andar aparece el roble de Kisulabe, que tiene el honor de tener la cintura más gruesa de todos los árboles navarros. Su ‘obesidad’ es en este caso un signo de vitalidad gracias a sus 10,10 metros de tronco.

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Roble de Beheitiko
Roble de Beheitiko

En la parte sur de la ruta, una vez que se ha cruzado la carretera, se encuentra a los pies del río Basaburua, el roble de Beheitiko. Otro majestuoso ejemplar de 29 metros de altura que preside un enclave con muchísimo encanto. Su interior está hueco, lo que impide conocer su edad, pero sigue demostrando vigor y con total seguridad lleva varios siglos en este lugar.

Bosque de Orgi

Tras hacer a primera hora de la mañana la ruta de los Robles Monumentales de Jauntsarats pusimos rumbo al bosque de Orgi, a solo quince minutos en coche y junto a la localidad de Lizaso. Ubicado en el valle de Ultzama, tiene una extensión de 80 hectáreas y es uno de los pocos ejemplos de robledales húmedos en la comunidad navarra.

Bosque de Orgi
Bosque de Orgi

Para acceder con el vehículo al bosque de Orgi hay que pagar una entrada de 3 euros. Una vez estacionado el coche en el aparcamiento, tan solo hay que seguir los senderos señalizados para adentrarse en la frondosidad de un masa arbolada dominada por los robles (algunos centenarios), pero también los acebos y el espino albar. Nosotros caminamos 5,5 kilómetros sin apenas dificultad.

Paisaje del bosque de Orgi
Paisaje del bosque de Orgi

Existe además una zona de merenderos, un observatorio de aves, un recorrido interpretativo a modo lo laberinto. Sin duda un lugar muy interesante para acudir en familia y que es todo un símbolo de la zona.

Larraintzar

Los valles de Basaburua y Ultzama están salpicados de pequeños pueblos que conservan la arquitectura de la zona con numerosos caseríos. Los hay más señoriales y otros más modestos. En muchos casos llevan el sufijo ‘enea’ precedido del apellido de la familia que lo habita. La localidad de Larraintzar, al norte de Lizaso, es rica en caseríos en su casco urbano, el más imponente y conocido, la casa natal del obispo Irurita, que fue prelado de Lérida a principios del siglo XX.

Frontón de Larraintzar
Frontón de Larraintzar

Muy cerca de allí se encuentra el frontón de Larraintzar, construido en 1921 y con un aroma a tradición y donde parece resonar el golpeo de la pelota contra la pared. Subiendo unas escaleras desde el frontón llegamos a la Posada de Larraintzar, un estupendo mesón para comer y reponer fuerzas. Tienen raciones y platos tradicionales que no superan los diez euros. Nosotros degustamos unos exquisitos cogollos con anchoas, un bacalao al horno y una hamburguesa de potro. Y de postre, una cuajada casera, un postre muy típico en esta zona de Navarra.

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Roble milenario de Orkin

Después de la comida pusimos rumbo al barrio de Orkin, para visitar su roble milenario. Se puede llegar con el coche hasta sus inmediaciones por una pista en buen estado y desde ahí caminar unos cien metros. Como curiosidad cabe destacar que se enclava solitario en una pradera donde pastan las vacas y las ovejas. Forma parte de los robles monumentales que existen en Navarra y posee un tronco de unos diez metros.

Roble milenario de Orkin
Roble milenario de Orkin

Nacedero del Larráun

Con la visita al roble milenario de Orkin casi pusimos punto y final a la jornada. Era el mes de diciembre y los días muy muy cortos. Sin embargo, si realizáis esta ruta de un fin de semana en Navarra en los valles de Basaburua y Ultzama en otra época, podéis incluir en el itinerario una caminata hasta el nacedero del Larráun.

Río Larráun
Río Larráun

Nosotros incluso nos acercamos hasta el inicio de la ruta, muy cerca de la localidad de Lekunberri y en las estribaciones de la sierra de Aralar. Se trata de una caminata de solo cinco kilómetros de dificultad baja que parte de Iribas y se adentra en un bosque de robles y hayas hasta alcanzar el mantial de Aitzarrateta, donde surge el río Ertzilla que metros después desaparece y da lugar cerca de Iribas al río Larráun.

Ruta alrededor del hotel Peruskenea

Sin duda la ruta que más nos gustó en este fin de semana en Navarra fue la que realizamos alrededor del hotel Peruskenea. Ya os dijimos que el alojamiento estaba rodeado de un frondoso bosque de robles y hayas. Por lo tanto resultaría casi un pecado no penetrar en él.

Acebo y paisaje otoñal
Acebo y paisaje otoñal

Se trata de un itinerario de nueve kilómetros fácil de seguir aunque solo está señalizado en parte. Nada más salir del hotel, seguimos el cartel que indica las sidrerías para adentrarnos en la magia del bosque. La presencia de la niebla le daba un toque más bucólico y misterioso regalando colores casi irreales. Algunos rayos de luz que se habrían paso entre la neblina se filtraban a través de las copas de los árboles que, a pesar de ser diciembre, mantenían estoicas algunas de sus amarillentas hojas.

Mar de nubes en la zona de las sidrerías
Mar de nubes en la zona de las sidrerías

El sendero va tomando altura hasta alcanzar el punto más elevado en las sidrerías. Sobre un mar de nubes se elevan estas construcciones rodeadas de campos de manzanos. Estamos en una zona donde era muy típica la elaboración de sidra, pero la falta de mano de obra ha obligado a cerrar algunas de las sidrerías que además funcionaban también como restaurante al más puro estilo de Astigarraga.

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Pinar en la ruta alrededor del hotel Peruskenea
Pinar en la ruta alrededor del hotel Peruskenea

El sendero pasa junto al alto de Iturrondo para comenzar a bajar tras pasar por una pequeña finca con ganado vacuno. En este punto el sendero se desdibuja y hay que prestar mucha atención al track de la ruta. Los robles, las hayas y los acebos van dando paso a pinos que parecen rascacielos, con troncos delgados que buscan desesperadamente la luz. Esto ocurre muy cerca de la localidad de Aizarotz. Se caminan unos metros por la carretera para tomar un sendero a la derecha que va en paralelo a ella. Finalmente tomamos el desvío del hotel Peruskenea junto a Jauntsarats para regresar al punto inicial.

Robles y hayas en el entorno del hotel Peruskenea
Robles y hayas en el entorno del hotel Peruskenea

Mirador de los Buitres

De regreso a Salamanca, y a solo 13 kilómetros del hotel Peruskenea, hicimos una última parada para ascender al mirador de los Buitres. Se encuentra junto a la localidad de Izurtzun, al pie de la autovía A-15. La ruta es de solo cinco kilómetros sin apenas dificultad y se puede comenzar en el propio casco urbano de Izurtzun.

Las Dos Hermanas
Las Dos Hermanas

El mirador de los Buitres es una atalaya en la que, además de ver sobrevolar a estas aves carroñeras, también se contemplan las Dos Hermanas, dos grandes peñas separadas por la erosión que provoca el río Larráun.

Pablo Montes y Estefanía Casillas
Pablo Montes y Estefanía Casillas
Periodista e Ingeniera Agrícola. Viajeros

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