Día 5. Museo de Orsay. Plaza de la Vendome. Iglesia de la Madeleine. Puente del Alma. Torre Eiffel.
Del último día en París sólo podíamos aprovechar la mañana ya que a primera hora de la tarde venían a recogernos al hotel en dirección al aeropuerto. Desde nuestro hotel cruzamos los Jardines de las Tullerías y el Sena para visitar el Museo de Orsay. Está ubicado en una antigua estación de ferrocarril construida con motivo de la Exposición Universal de Paris de 1900. Por los 9 euros que cuesta la entrada se pueden contemplar obras de Van Gogh, Renoir y Monet entre muchos otros. Otro lugar imprescindible para los amantes del arte.
Plaza de la Vendome e iglesia de la Madeleine
Volvimos sobre nuestros pasos para acudir a algunos puntos no muy lejanos al hotel que nos habían quedado fuera el resto de días. Paseamos por la plaza de la Vendome, otra ágora célebre de París con su columna del mismo nombre. Un poco más al norte nos quedaba disfrutar de uno de los templos más populares de París, la iglesia de la Madeleine.
De camino pasamos por delante del mítico Olympia, teatro por el que han pasado los grandes de la música, entre ellos muchísimos españoles, especialmente en los años 60 y 70. Ya en la iglesia de la Madeleine, contemplamos su imponente fachada, que en nada se parece a los templos católicos comunes ya que tiene más similitudes con los de la antigua Grecia. Accedimos a su interior, pero nos quedamos sin comer en sus sótanos. Y digo esto porque debajo del templo hay un comedor que ofrece un menú muy barato y rico, según nos informamos antes del viaje. El problema es que cierra muy pronto (creo recordar que a las 13:00 horas) y nosotros llegamos más tarde. Nos tuvimos que conformar con un panini antes de hacer nuestra última visita.
Fue la primera y quisimos volver a repetir antes de abandonar esta inolvidable ciudad: la Torre Eiffel. Dimos un paseo por su base (no volvimos a subir, por supuesto) y la dejamos en la retina para siempre. De regreso al hotel pasamos por el Puente del Alma, en el que se pueden ver un sinfín de mensajes en recuerdo a Lady Di, y volvimos a contemplar la imponente plaza de la Concordia.
Así acabaron cinco maravillosos días en una ciudad que hay que conocer sí o sí. Nos quedaron por ver algunos rincones, además del barrio de la Defensa y el Palacio de Versalles, pero eso para otra ocasión. Aconsejo hacerlo en una época no tan fría como en la que acudimos nosotros, pero aún así el encanto que desprende la Ciudad de la Luz es difícilmente igualable. Destino para regresar y exprimir en él hasta el último instante ya que cada segundo en París es único.