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Día 1. Excursión Contrastes de Nueva York. Puente de Brooklyn. Civic Center. Chinatown. Little Italy. Tiendas curiosas de Times Square. Rockefeller Plaza. Radio City Music Hall.
A pesar de haber llegado a Nueva York a medianoche y con el cansancio propio de un vuelo de ocho horas, el primer día en la Gran Manzana tocaba madrugar. La razón es que habíamos contratado la excursión Contrastes de Nueva York y comenzaba a las 8:00 horas. Siempre nos gustar ir a nuestro aire en los viajes y huimos de visitas organizadas en grupo, pero en este caso acertamos de lleno. Seguimos la recomendación de un par de parejas de amigos (Miguel y Ana; y Javi y Cynthia) que la habían hecho y es una buena manera de tener una visión de los barrios de Nueva York en una sólo mañana y con unas magníficas explicaciones.
La excursión nos salió por 60 euros por persona gracias a Civitatis (pinchando en este enlace obtendréis más información). Tuvimos suerte porque el punto de recogida estaba a cinco minutos andando de nuestro hotel, concretamente en el Row NYC de la 8th avenida. Allí montamos en un viejo autobús junto a otros hispanohablantes (la mayoría argentinos) y con una guía colombiana llamada Fanny que derrochó simpatía y no explicó la historia e idiosincrasia de cada barrio de la mejor manera posible.
Desde el lugar de recogida nos dirigimos rumbo al norte. Antes de abandonar Manhattan nos explicó lo prohibitivos que son los alquileres de apartamentos y el porqué de la ausencia de grandes comercios de comestibles. La razón es que los habitantes del centro neurálgico de Nueva York no cocinan y siempre comen fuera de sus casas. Todas esas grandes superficies se encuentran en los barrios de la Gran Manzana que son los que abastecen al “comilón” Manhattan.
Visita al Harlem y al Bronx
La primera visita fue a Harlem, la cuna del góspel y el jazz por la elevada presencia de afroamericanos. Fue un barrio que visitamos al día siguiente por nuestra cuenta y al que se puede acudir sin ningún peligro cualquier día por la mañana. El recorrido con el autobús fue breve ya que ni tan siquiera paramos. Lo más curioso que nos explicó la guía fue lo relativo a los bloques de viviendas que el Gobierno destina a mujeres solteras o separadas con hijos y que son cedidas totalmente gratis. Eso sí, como los trabajadores sociales pillen a la mujer beneficiaria del piso con su novio dentro del mismo, se lo retiran inmediatamente. Es la única condición que ponen.
Tras del breve paso por Harlem llegamos al Bronx. El barrio rebelde por excelencia de Nueva York tiene el aspecto que muestran las películas. Grafitis, pantalones cagados con gorras de béisbol, avenidas descuidadas y sucias, ausencia de taxis por el miedo a circular por allí. Sin duda el primer gran contraste con el lujo y la ostentosidad de Manhattan. En el Bronx paramos en primer lugar para ver de cerca su principal símbolo, el estadio Yankee donde juega el equipo de béisbol de los New York Yankees. Impresionante coliseo que tuvimos que ver por fuera y que enfrente también tiene otro pequeño campo de entrenamiento.
La siguiente parada fue para fotografiarnos con uno de sus más famosos grafitis dedicados a raperos asesinados, Big Pun (Christopher Lee Rios). La pintura está impoluta y hay un grupo de personas que son las encargadas de cuidarla y evitar que los turistas y curiosos la toquen. Aunque no los vimos, la guía nos dijo que esos tipos están continuamente merodeando por allí.
Otras de las cosas que más llama la atención del Bronx y que se ha exportado a España es la costumbre de colgar zapatillas en los cables eléctricos (shoe tossing), una manera de que una pandilla marque su territorio. También sirve para anunciar dónde se vende droga o para advertir que en esa zona murió un miembro de una banda. En esta misma línea “chunga” también sorprenden al visitante las placas que la Policía pone en algunas casas en las que se indica que han hecho una redada y están “desinfectadas” de delincuencia y drogas.
El recorrido por el Bronx finalizó viendo algún grafiti más y contemplando a algún personaje con bastón, que no es ni más ni menos que un camello que lleva en su cayada la droga. Ni que decir tiene que Fanny no nos aconsejó visitar este barrio en solitario.
Queens: Flushing Meadows y el barrio latino
Abandonamos el Bronx para cruzar el East River por el Bronx-Whitestone Bridge en dirección a Queens. Otro impactante contraste para seguir haciendo gala del nombre de la excursión. El paso por el puente es una auténtica pasada, ya que se tiene una espectacular vista de la isla de Manhattan con el skyline de todos sus rascacielos. Después dimos una pequeña vuelta por una zona residencial de Queens en donde vimos coquetas casas unifamiliares. Otra típica estampa americana de la vivienda con un amplio garaje, el coche en la puerta y la bandera estadounidense en el jardín. Un escenario completamente diferente al del Bronx, pero a sólo unos pocos kilómetros de distancia.
La siguiente parada fue en el parque de Flushing Meadows, famoso por albergar el USTA Billie Jean King National Tennis Center, sede del US Open y el estadio Citi Field, donde juegan sus partidos de casa los New York Mets de béisbol. Por si fuera poco, también podemos ver la torre de observación del New York State Pavilion y la Unisfera, dos escenarios muy conocidos porque fueron testigo de una de las escenas más famosas de la película “Men in Black”.
Flushing Meadows es un fantástico parque donde se puede ver a decenas de personas practicando running, a niños jugando y gente paseando. Un pulmón que bien merece una visita aunque a nosotros apenas nos dejaron quince minutos para fotografiarnos con la Unisfera y poco más.
Otro contraste más. De la calma y sosiego de Flushing Meadows a otra zona de Queens donde reina el bullicio, los comercios y el atronador ruido del Metro pasando por encima de nuestras cabezas. Se trata del barrio latino, cuyo epicentro es la avenida Roosevelt. Allí podemos ver un sinfín de tiendas con nombres en español, una de las mayores concentraciones de hispanos de todo Nueva York y un ambiente muy divertido y desenfadado. Nuestra guía nos comentó que es una zona que se puede visitar en solitario sin ningún tipo de peligro. Hicimos parada en un restaurante colombiano llamado “Cositas ricas”, aunque viendo la cola que había para comer, preferimos darnos una vuelta por el barrio y dejar la comida para más tarde. Además de encontrarnos establecimientos de todo tipo, esa zona es famosa por sus tiendas de ropa y complementos falsificados.
Barrio judío de Nueva York y puente de Brooklyn
Tras abandonar el bullicio latino y tener una imponente vista del cementerio First Calvary, llegamos al último contraste: Williamsburg o el barrio judío. En este caso hemos dado el salto al barrio de Brooklyn y por sus calles podemos ver pasear a los judíos ultraortodoxos que residen en la zona ataviados con sus particulares indumentarias. Muchos niños (no obstante las mujeres sólo están para procrear) y recelos a la hora de ver a los turistas cámara en mano. La guía nos aconsejó que en ningún caso les hiciéramos fotos directamente a sus rostros ya que se sienten intimidados. Al ser shabat, estaban todas las tiendas cerradas.
Y de esta forma se acabó el tour. La guía nos dio la opción de dejarnos al inicio del puente de Brooklyn o en Little Italy, y nosotros optamos por la primera ya que una de las cosas obligadas que hay que hacer en la visita a Nueva York es cruzar este puente. Además, el día era estupendo y no estábamos para nada cansados al habernos pasado la mayor parte del tiempo sentados en el autobús.
El puente de Brooklyn sobre el East River es una de las construcciones más reconocibles de Nueva York. Tiene casi dos kilómetros de longitud y se atraviesa perfectamente a pie en veinte minutos. Hay que tener cuidado porque la zona en la que transitan los peatones es compartida con el carril bici y son muchas las bicicletas que circulan por allí. Esos veinte minutos de los que hablo al final se convierten en algo más por las numerosas paradas que se hacen para sacar fotos. Todas ellas con el impresionante skyline de Manhattan. Esta fue una de las muchas recomendaciones que me hizo mi compañero periodista Jon Tristán, que nos elaboró un completo dossier de lugares imprescindibles y curiosos de la Gran Manzana. No obstante es un enamorado de esta ciudad y le agradezco mucho tan valiosa información.
Después del paso por el puente dimos un pequeño paseo por el Civic Center (no demasiado extenso ya volveríamos con calma otro día) en el que nos deleitamos con rascacielos como el Manhattan Municipal Building, la Torre Beekman y el solemne edificio que acoge la New York County Courthouse. Llegamos hasta Chinatown en donde tuvimos una pequeña toma de contacto con el barrio que menos me gustó de Nueva York. Un sinfín de tiendas y restaurantes chinos, gente por todos lados, basura, mal olor y una leve sensación de inseguridad (es la zona con más carteristas). También regresamos otro día, pero a regañadientes.
La siguiente parada fue Little Italy, aunque de Italia en este barrio ya sólo queda el nombre y poco más. Ha sido invadido en parte por Chinatown y apenas hay un puñado de restaurantes italianos que recuerdan que fue punto de llegada de los inmigrantes de ese país a principios del siglo pasado. Allí comimos una pizza estupenda y regresamos al hotel en Metro. Como íbamos a estar una semana sacamos un bono que, por 30 dólares, da derecho a realizar en siete días todos los viajes que se quiera en un medio de transporte que es imprescindible para moverse en Nueva York.
Times Square y Rockefeller Center
Tras el receso en el hotel, aún nos dio tiempo antes de que anocheciera a ver de nuevo Times Square y alguna de las tiendas que están en sus alrededores. Son prácticamente pequeños museos que bien merecen una visita. Destacan la de Disney y la de M&M’s.
Y la última visita antes de completar la primera jornada en Nueva York fue al Rockefeller Center y sus alrededores. Uno de los rascacielos más famosos de la Gran Manzana, que también visitaríamos otro día para subir a su última planta. La plaza del mismo nombre que está a su lado es famosa en todo el mundo por acoger en Navidad el gran árbol que cada año enciende una ‘celebrity’. Junto a este rascacielos también vale la pena visitar la tienda de Lego y recorrer la avenida de las Américas para ver el edificio del Radio City Music Hall, el teatro más conocido de la ciudad.
Así concluyó esta primera jornada que dio mucho de sí gracias a una intensa excursión llena de contrastes y a una tarde bien aprovechada. Quedaba aún mucho por descubrir.
Buenas noches,
He leído que hiciste la excursión de contrastes con Halcón Viajes pero, como la contrataste? En su web no encuentro información sobre ella.
Gracias de antemano,
Hola Anna. La contratamos en la oficina donde cogimos el hotel y el vuelo. No recuerdo ahora cómo se llamaba la empresa que la realizaba, pero hay varias que la ofertan y la reserva se puede hacer a través de internet. Halcón Viajes no la realiza directamente. Un saludo y gracias por entrar en el blog.